Un mal sueño

Hace unas semanas, mientras corría, casi me atropellan. O, mejor dicho, casi me hago atropellar. Porque fue culpa mía: crucé por delante de un autobús parado frente a un “Ceda el paso”, sin reparar en que la calzada tenía dos carriles de circulación en el mismo sentido y que, por tanto, podría haber algún otro vehículo circulando por detrás del bus sin que yo lo hubiera visto, como efectivamente ocurrió.

Tal y como ocurrieron las cosas, el que atropelló al coche fui yo, chocando violentamente contra la ventanilla del pasajero de delante, que se tuvo que llevar un susto de muerte. O sea, que tuve suerte y apenas salí magullado del encontronazo. Mientras seguía corriendo calle arriba, con el corazón desbocado, pensaba que me había librado por apenas unas décimas de segundo.

Desde entonces, sin embargo, tengo un sueño recurrente y, por las noches, me sobresalta la plástica y vívida sensación… de que me van a atropellar.

Esta misma noche, por ejemplo, me desperté empapado en sudor. No sólo había sentido el impacto del metal contra mi cuerpo, sino que, además, había escuchado crujir los huesos de las piernas y reventar el hígado y el bazo. La sacudida del cuello fue como un latigazo, antes de salir volando por los aires para aterrizar, desmadejado, sobre el asfalto recalentado por el sol. El olor del alquitrán derretido por el calor se me metía por la nariz mientras que sólo el lejano rumor de las sirenas conseguía enmascarar el persistente pitido que, como la carta de ajuste de la televisión de los ochenta, nos decía que ya todo se había acabado.

Me he despertado sudando, con la garganta seca. Todavía era noche cerrada, pero me apetecía beber agua fresca y decidí levantarme para ir al frigorífico. Aunque, como todas las noches, había dejado la silla junto a la cama, olvidé echarle el freno y, al intentar subirme en ella a pulso, terminé de bruces en el suelo. Y ahí sigo, tirado, esperando a que amanezca y alguien venga a echarme una mano.

Jesús Lens

THE EVENT

Y como subtítulo. “Del pastiche elevado a la enésima potencia”.

Y es que los publicistas o los genios de la programación no parecen tener enmienda. Todavía no había terminado “Perdidos” cuando la llegada de “Flashforward” a la parrilla televisiva fue saludada como su innegable sucesora.

No aguantó una segunda temporada. Y mira que empezó bien… para terminar disolviéndose como un azucarillo en el café.

Ahora llega “The Event”, y algo se ha oído, en el sentido de que es lo que hay que ver una vez ¿desvelados? los enigmas del vuelo 815 de Oceanic. ¿Sí? ¿En serio? ¿De verdad? Como realmente podríamos definir a esta nueva serie, vistos los primeros cinco capítulos, sería como el paradigma del pastiche por excelencia.

Imagina que un día estás tomando unas birras con otro aficionado al cine y a la televisión del siglo XXI y te dijera que tiene una historia que sería como Expediente X, pero con un avión que desaparece, un ambientillo presidencial al estilo del Ala Oeste, pero trufado de “24” y unos toques de “El fugitivo”. ¿Qué le dirías? ¿Qué lo mandara a alguna productora yanqui o… que se lo hiciera ver?

“The event” demuestra que, como dijera Michelle Pfeifer en “El precio del poder”, nada satisface tanto como el exceso. Porque en esta serie todo es excesivo. Desde el buenismo/malismo de los personajes a las desaforadas tramas y subtramas, tan alejadas entre sí como el Barça y el Real Madrid del resto de equipos de la liga de fútbol profesional española.

Que no es que esté mal, la serie. O sea, no aburre y tiene momentos curiosos y espectaculares. La imagen del avión amenazando la residencia del Presidente de los EEUU es poderosa. Y lo de la gente retenida en Alaska, curioso. Sin embargo, la trama de Sean y su novia está tan cogida con pinzas que provoca sonrojo ajeno.

“The event” es la típica serie que dejas grabándose a lo largo de las semanas y de la que te ves dos o tres episodios un sábado a medio día o cuando estás apático y tienes ganas de entretenerte, sin complicarte la vida. Una serie que no estorba, de usar y tirar, que no pasará a la historia y que, por supuesto, no llena ni por asomo el vacío dejado en nuestras TVidas por la definitiva marcha de Jack, Sawyer y Locke.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA ¿RESOLUCIÓN? DEL PAQUETENIGMA

No sé si este mail, recibido hace unas horas, sirve de explicación al enigma del paquete (enlazar desde AQUÍ) o termina de embrollarlo. No sé si tirar a la basura el artefacto, el billete y demás o si poner toda esta historia en conocimiento de las autoridades.

O si coger el avión, la verdad…

 

Estimado Sr. Lens. Jesús Lens:

Mi nombre no importa. Usted no me conoce. Al menos directamente. Pero tenemos amigos comunes. Al menos, conocidos. Porque usted ya ha estado en el Malí. Dos veces.

Le iba a decir que imagino que estará usted sorprendido por el envío que recibió en su casa hace dos días. Sin embargo, y dada su inveterada costumbre a contar cibernéticamente todo lo que le ocurre (o, al menos, buena parte), ya nos consta fehacientemente que está usted alucinando. En colores.

Efectivamente, como le dijeron sus amiguitos del Facebook, el artefacto es una pistola. De dos disparos. Y, efectivamente, no va acompañado de bala alguna. Para conseguir las balas tendrá usted que usar el billete para Bamako que se adjuntaba a la pistola. Por cierto, que menudo lector de novela negra está usted hecho, que no distingue una pistola de una boca de riego. En fin…

Cuando llegue a la capital del Malí, se pondrá en contacto con un viejo conocido suyo, guía de ese País Dogón por el que ya ha estado usted andando en dos ocasiones. Esta vez, en lugar de ir a ver al Hogón o a conocer los ritos funerarios de los dogones, usted va a ir a matar a una persona.

No. No va usted a matar a cualquier persona. A cualquier hombre. Va usted a matar a un hombre singular. A un tipo muy especial.

Va usted a matar a Miguel Barceló.

Porque, como usted bien sabe, Barceló tiene uno de sus talleres de trabajo en una aldea dogón.

No. No odiamos a Barceló ni le deseamos ningún mal. De hecho, cuando he escrito “matar”, no he sido del todo riguroso.

¿Por qué no había balas en el envío que le hicimos? Porque las balas que va a usar usted contra Barceló son igualmente especiales. Para decirlo de forma sencilla, son una especie de dardo aletargante, como los que se usa contra los animales africanos, para estudiarlos y clasificarlos. Sólo que el componente químico de estos dardos tiene unas características muy definidas, concretas y revolucionarias: provocan una muerte temporal. Una catalepsia momentánea que será certificada como muerte definitiva por cualquier médico que examine el cuerpo.

Un cuerpo que volverá a la vida, pasado un lapso de tiempo que oscila entre las 24 y las 48 horas.

Este tipo de sustancias, por supuesto, sólo se pueden adquirir y usar en África, donde las farmacéuticas campan a sus anchas y diseñan y prueban toxinas que, en los países del Primer Mundo estarían radicalmente prohibidas. Pero usted ya ha leído “El jardinero fiel”. O, al menos, ha visto la película.

Señor Lens, tendrá usted que ser muy preciso a la hora de “matar” a Barceló. Porque el día 14 de septiembre, Sotheby´s celebra una subasta en la que buena parte de sus piezas más importantes son cuadros y cerámicas del catalán. Ni que decir tiene que, por razones que a usted no interesan, necesitamos que dichas piezas sean rematadas por el precio más alto posible.

Y nada como una muerte a tiempo para que la obra de un autor se revalorice. ¿O no?

Y, después, la resurrección. El milagro. ¿El escándalo? Quizá. Pero Hemingway murió y resucitó dos veces, antes de descerrajarse un tiro en la boca y dejar la pared de su casa de Ketchum (Ohio) toda salpicada de sesos y sangre.

¿Qué por qué usted?

Porque conoce África. Porque a nadie extrañará que pasee usted por el Malí. Porque se maneja bien por allí. Porque ya es hora de que ponga en práctica todo lo que ha leído en esas novelas negras que tanto le gusta y que, por una vez, salga de las tertulias de Semana Negra y haga algo realmente negro y criminal.

Porque nadie tiene que resultar herido y todos vamos a salir ganando. Porque hará usted un nuevo viaje a África. Gratis. Con lo que le gusta. África, quiero decir.

Porque le recompensaremos con 12.000 euros. Que no es mucho, claro. Pero, la verdad sea dicha, si dispusiéramos de más dinero para invertir en esta quimera, contrataríamos a un JB. Y no a un JL inexperto que no sabemos por dónde va a salir. Y JB no es un whisky. Es Jason Bourne. O James Bond. Usted me entiende.

Señor Lens, la oferta está hecha. Pensamos que es una oferta que, usted, no puede rechazar.

¿Qué contesta?

Eso digo yo. ¿Qué contesto?

¿QUÉ DEMONIOS ES ESTO?

Lo abrí. Esta mañana. ESTE paquete. Y esto es los que había dentro.

Junto a una nota que incluye una sola palabra: PRONTO.

Y yo me/os pregunto, ¿qué diantres es eso?

Jesús Lens, dudoso-perplejo.

PD.- Efectivamente y como nos decía Pedro de Paz en el Facebook (lo siento por los amigos de la Teoría Corta y Pega-Pene), se trata de un modelo de pistola indetectable en los aeropuertos. Y lo más curioso es que, en el doble fondo de la teórica funda de gafas, hay un billete de avión, ida y vuelta Granada-Madrid-París-Bamako para el mes de septiembre… a nombre de un tal Jesús Lens.

Creedme. Yo alucino.

Porque, además, ni hay balas, ni munición, ni nada que se le parezca.

PD II.- Y más alucino con la ¿resolución? del enigma, que podéis leer AQUI.

2010 EN 365 PALABRAS

Ya hemos consumido un mes del 2010. ¿Estará respondiendo a lo que Bartolomé y Rania habían pronosticado? Hablamos de aquella propuesta de contar el año por venir en 365 palabras

 

¿Tenéis las vuestras?

 

«El año 2010 será tu anno terribile. Entenderás por fin esa mezcla de azar y voluntad de la cual ha estado hecha tu existencia desde que naciste fortuitamente en ese país, con una envoltura carnal capaz de arruinar la vida de cualquiera.

 

El azar hará morir a tu padre en los primeros días de enero, al cual seguirá tu madre un mes exacto después; el azar te hará cumplir 64 en los últimos días de noviembre, el azar te hará pasar a retiro laboral en la mitad de marzo; la voluntad hará a tu hija menor estudiar teatro y ser, por azar, inmolada en escena, y la voluntad hará que tu hija recién estrenada de médico vaya designada a un hospital rural y un maldito azar hará que sea raptada por un paciente con delirium tremens. El azar hará también que tu hijo músico sea contratado por una banda rock célebre y desaparezca en una orgía de drogas. A medio año estarás solo, completamente solo.

 

El azar y la voluntad librarán una lucha épica para conducir tu vida en el segundo semestre. Con todas esas pérdidas, tu crisis financiera se aliviará, aunque tu estado mental llegará a su nivel más bajo. Perderás el interés en lo que más aprecias: leer y escribir. La fama póstuma se transformará en una obsesión y, dejando de lado el absurdo intrínseco de la vida, se te formará un tumor cerebral relleno con aquéllo que siempre abominaste: la fe religiosa. Aunque sólo durará unos meses. El azar de un nuevo amor te estimulará a superar el pozo negro; pero tal amor será tan efímero como el azaroso paso de un meteorito.

 

La voluntad te hará decidir terminar con tus días en este año 2010, que será entonces el acabo del mundo. El azar de las lecturas te hizo solipsista: la realidad no existe, todo es una invención propia. Pero el azar hará que no encuentres una forma de muerte voluntaria eficaz y rápida, amén de indolora. El azar hará que tu muerte buscada se transforme en un calvario, y allí estarás, al ocaso del año, postrado, inválido, idiota, musitando que el 2011 será, por fin, el del fin del mundo…»

 

Bartolomé.

 

 

«Siempre pensé que llegado el 2010 estaría felizmente casada con unos hijos maravillosos, un marido igualmente feliz, una perrita preciosa y que todos juntos formaríamos una estupenda y extraordinaria familia. Pero no ha sido ese el resultado y aquí estoy con un 4 en la frente y realmente no sé ni como he llegado a esta situación,  lo que más me acerco a esa familia idílica es que comparto mi vida con un chucho abandonado en plena noche por un dueño cruel, que estaba lleno de garrapatas y que por mucho que le enseñe, sigue orinándose por todos los rincones de mi casa.

 

Pues con este fiasco de vida y pasados mis 40 añitos he decidido proponerme unos propósitos  y mejoras para este nuevo año en el que lo más importante aparte de todo ese rollo de ser mejor persona, es que a partir de ahora tengo prohibido estresarme tanto en mi vida laboral como en la personal. Ya puede tronar, caerse un rayo a mi lado, gritarme el jefe, ladrarme el perro, llegar tarde a una cita o cualquier otra eventualidad que no pienso agobiarme por nada.

Mi segundo propósito es adelgazar. En estos días me apuntaré en el sitio ese donde van los gordos a pasar hambre y de cuyo nombre no me acuerdo. Hacer algo de deporte será fundamental en esta nueva etapa, pero con regularidad, hace unos años me apunté a un gimnasio fantástico en el que pagué la matricula y cinco meses, y solo aparecí un par de  veces. Es que tanto musculito me acomplejaba. Esta vez me prometo a mi misma que no pasará lo mismo.

 

Otro propósito será apuntarme a un taller en el MA de danza iraní, que con sus suaves movimientos me darán paz y serenidad.

 

Y por supuesto no menos importante será encontrar mi media naranja  en este año y me da igual la edad, raza o religión, solo quiero amor y buena compañía.

 

Todas estas buenas intenciones y propósitos puede que se cumplan o no, y sinceramente me importan una mierda, lo fundamental, maravilloso, sorprendente y único que tiene este año 2010 y que me llena de dicha, es que este año comenzará con un bebé en casa que ya viene de camino y traerá la felicidad a mi corazón.»

 

Rania.