Una de burbujas

Tengo una preocupación creciente: la proliferación de burbujas. Hables con quien hables, sea del gremio que sea, tiene miedo a que en su sector haya una burbuja a punto de explotar. La inmobiliaria, ni mentarla, que estamos en julio y no quiero ser maleducado. ¿Pero qué me dicen de la gastronómico-hostelera? Y la última de la que oigo hablar: la músico-festivalera. 

El lunes estuve compartiendo unos tragos en El Santo con mi amigo Antonio Herrera, más conocido como DJ Toner en el mundo de la música. Viene de actuar en Etnosur, uno de los festivales por antonomasia del verano musical andaluz, y del Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz. La próxima semana estará con el extraordinario trompetista francés Erik Truffaz en el mítico Tendencias de Salobreña y en el Imagina Funk de Torres y tiene bolos durante todo agosto, incluyendo uno en Los Escullos, en Almería, que le hace particular ilusión. Y en La Barraca de Cantarriján, con Jorge Pardo.  

Eso, o me ha metido una bacalá para justificar que este verano no nos invita a una de sus famosas barbacoas. “Estoy pinchando mucho en Barcelona. Tengo varios proyectos entre manos y me encuentro en un momento dulce de mi carrera profesional”, me decía. 

Y entonces, el pero. Porque siempre hay un pero. ¿Plenamente justificado, en este caso? Porque empieza a no haber municipio sin sus dos o tres festivales de música al año. Y, aritméticamente, no hay público para tanto festival ni cartera que lo soporte. 

Se habla mucho de la falta de personal en la hostelería este verano. ¡Pues traten de buscar a un buen técnico de sonido! Y eso, que sobre el papel suena a música celestial, puede ser una bomba de relojería. Como sé lo que no hicisteis los dos últimos veranos, que no hubo macroconciertos ni festivales, este 2022 lo habéis afrontado como si no hubiera un mañana. El problema es precisamente ese: que no haya un mañana. 

Veo muy centrado a Antonio. No ha perdido la cabeza aceptando todas las ofertas que le llegan para actuar en directo. Además de que su agenda no daría de sí, prefiere no perder de vista sus trabajos en estudio, que acaba de firmar un contrato con una gente de Los Ángeles… y hasta ahí podemos contar. También está colaborando con un músico de Burkina Faso. Y preparando el nuevo disco de su Q4rtet, que volverá a contar con solistas de excepción.   

DJ Toner en El Santo. Foto: M.J. Fernández

A Antonio se le ponen los ojos chisposos cuando habla de un lanzamiento que dará mucho que hablar el próximo otoño: un antiguo tema que tenía grabado con Enrique Morente. Ha estado trasteando la instrumentación original y ha incluido nuevos efectos, además de contar con la voz de Estrella Morente y la guitarra de Diego del Morao. ¡Ojito que ahí hay tema! Temazo, diría yo.

Oigo a tanta gente hablar de burbujas que empiezo a convencerme de que, al final, no será para tanto. Y eso que no me he leído el famoso Manual de resiliencia, digo resistencia.

Jesús Lens

Robert Glasper Experiment

Antes, cuando leía cosas como “Experiment”, “Project” o “Enssemble”, asociados a algún tipo de artista o manifestación cultural, me echaba a temblar.

Pero eso era antes.

Ahora, cada vez me gusta más lo interdisciplinar, las mezclas, el mestizaje y, en general, las cosas rarunas, diferentes y arriesgadas.

Siempre que salgan bien, claro.

Y, sobre todo, cada vez me gustan más cuando están relacionadas con ese universo creciente, expansivo, absoluto e inabarcable: el jazz.

La culpa de todo la tiene, por supuesto, Joe Zawinul, el tipo que me hizo caer del caballo y para demostrar que las etiquetas están para romperlas; las fronteras, para traspasarlas y, los géneros, para emborronarlos, mancharlos y mezclarlos entre sí.

Hace un par de años o tres, en el Festival de Jazz de Granada nos quedamos maravillados por Erik Truffaz, un brutal trompetista que mezclaba jazz, hip hop y electrónica. Cuando vi que volvía a España, al Festival itinerante “Jazz in Blue”, hablé con mi Cuate Pepe para intentar ir a Málaga, la ciudad más cercana en la que tocaba.

No pudo ser.

Pero ahora viene Robert Glasper y… ¡vamos a tratar de ir!

Porque, y a nada que lo escuchéis lo podréis comprobar, este tipo es una condenada maravilla.

Y el hecho de que haya estado presente en experimentos, proyectos y mezclas raras con músicos y artistas de todo origen, características y pelajes solo lo hacen aún más interesante, máxime cuando sus orígenes son tan clásicos y tradicionales como el gospel que, por influencia de su madre, tocaba en la iglesia, cuando era aún más joven.

Porque lo mejor de muchos de los músicos que agrupa “Jazz in Blue”, además de ser excelentes y revolucionarios, son insultantemente jóvenes. Y, por tanto, auténticos.

Yo, si fuera tú, no lo dudaría e iría a alguno de los conciertos de la gira, cuyo calendario y toda la información tenéis aquí.

Y, si no puede ser, siempre nos quedarán los discos.

Jesús blueman Lens

Y ahora, veamos los anteriores 12 de abril, qué publicábamos: 2008, 2009, 2010 y 2011

DE OSCARs E INCENDIOS FÍLMICO-BIBLIOGRÁFICOS

Amigos, yo les quería hablar del prodigioso y brutal concierto de jazz que anoche pudimos disfrutar en el Isabel la Católica, con el Erik Truffaz Quartet. Y, sin embargo, antes de acostarme, ya barruntaba yo que iba a ser complicado. Anoche ardían la calle, las aceras y las barras de los bares. La cerveza, el vino, la charla y los encuentros noctámbulos, efectivamente, dejan resaca.

 

Por eso, sentí una cierta vergüenza cuando, esta mañana, el mensaje de Javi me pilló todavía entre sueños. «Muy bueno ese «Quemar después de leer», con unas fotos muy interesantes».

 

Eran cerca de las doce. ¡Menos mal que había dejado programada ESTA entrada sobre periodismo! Uf.  Salté de la cama, pero creí morir. Tras ingerir un par de necesarios y esenciales gelocatiles, volé hasta el quiosco para comprar IDEAL y alucinar con la maquetación que Santos y su gente han hecho de uno de esos reportajes de doble página que tanto me gustan y sobre los que anoche debatíamos con Juanje. El título, efectivamente, «Quemar después de leer». Y lo podéis leer pinchando AQUÍ.

 

¿El tema? Partiendo de «Ágora» y del incendio de la Biblioteca de Alejandría, un somero repaso sobre otros célebres incendios bibliográficos y su impacto en el cine. A ver qué os parece.

 

Y luego, cuando ya empezaba a sentirme mejor y me preparaba a escribir sobre Truffaz, un notición saltó a la pantalla del ordenata:

 

«Un corto español de animación, entre los preseleccionados al Oscar».

 

¡Sí, sí, sí!

 

«La dama y la muerte», esa joya de Kandor de la que hablábamos hace unas semanas, está entre los diez cortos de animación preseleccionados para optar al Oscar, pedazo de noticia que se complementa con la de que «El lince perdido», de los mismos Kandor, está a su vez entre las veinte preseleccionadas para el mejor largometraje de animación.

 

Un hito que sólo han conseguido, también, unos tales Pixar…

 

Me quedo sin palabras y me voy a la cama a leer ese prodigio narrativo, «El poder del perro», justo lo que hay que leer después de haber devorado la trilogía de Larsson.

 

Y hoy tampoco salí a correr. Y a las cuatro y media de la tarde, me zampo una ensaladita o algo así, para compensar tanta inactividad, y nos iremos a ver el CeBé Granada y, después, a la Big Band. Una nueva noche de baloncesto, jazz y amigos que no sabemos hasta dónde nos llevará. Sobre todo, porque mañana es necesario abandonar esta dejadez deportiva, que a las 9 de la mañana jugamos un nuevo partido de baloncesto, de esos del Patronato que tantas alegrías nos dan, como comentábamos ayer.

 

Entre tanto, sólo ayer conseguí llegar a la página 150 de ese nuevo reto literario, del que hoy apenas seremos capaces de avanzar apenas unas palabras. Porque noviembre es, posiblemente, el mes más canalla, intenso, ávido, exigente y excitante del calendario. Menos mal que ya asoma su final. ¿O no?

 

Jesús Lens, muy quemado, poco leído y aún menos oscarizado.