CUAVERSOS ¿QUIÉNES SON LAS PROTAGONISTAS?

Luego creo que me atreveré a subir un abominable intento de Haiku que escribí el otro día. O quizá no. Pero ahora os dejo con estos versos de él. El más deseado. La persona que ha convertido a los miércoles en el día más esperado para los seguidores de esta Bitácora.

 

Ignacio, que nos habla sobre ellas… ¿quiénes? Tras los versos dedicados a Julia y los referidos al dolor y la derrota, hoy las protagonistas son ellas. ¿Quiénes? ¿De quiénes piensas que habla Ignacio en esta entrega de los Cuaversos?

 

Cuando cautivaron nuestras vidas

llevaban pinturas de guerra en sus rostros

y todas admiraban a algún cantante inglés.

Les gustaba la nieve, el mes de febrero

y los años impares, pero también el mar,

las playas y los bikinis.

Y sobre todo, llamar la atención,

eso sí, sin querer.

A veces se ponían un poco tristes

con un ramo de lluvia entre sus manos

como a la espera de una fotografía.

Buscaban -sin saberlo- la imperfección de la hermosura,

los labios con aristas,

los besos que se consumían de anhelo en nuestras lenguas.

Aguardaban la madurez lejana

en que resultaría tan fácil ser mujeres…

porque la madurez era entonces, tan sólo, una palabra.

Las primeras que recorrieron nuestras vidas

se fueron disolviendo en la nostalgia

y volvieron a surgir algún tiempo después,

creciendo en la clausura de otros labios,

existiendo en unos ojos ajenos,

despertando en el molde de unos cuerpos

que ya, no eran los nuestros.

Mientras, las cenizas de tardes sucedidas

se extinguían entre los dedos no tocados

pero ahora, sin la tenaz urgencia del deseo,

sin la mínima voracidad de la costumbre.

Y ya no nos queda más asidero que la melancolía

ni más inminencia que el olvido.

Pues no debemos tener derecho a que nos duela

aquello que no nos pertenece

o lo que tal vez jamás pudo ser nuestro.

O no…

CUAVERSOS DE DOLOR Y DERROTA

Miércoles de Cuaversos. Una pregunta: ¿sabéis por qué contacto el añorado Ignacio conmigo, para publicar aquellos memorables Cuaversos Julianos?

 

Mismamente por aquellas paridas sobre la Soledad que publicamos un día. Mamarrachadas del tipo de éstas:

 

La soledad es despertarte por culpa de una pesadilla y encontrar una fría almohada que no te devuelve un abrazo.

 

La soledad es dormirte sin que nadie te haya dado las buenas noches y despertar sin un Buenos días en el oído. Ni en la boca.

 

La soledad es partir y que nadie te desee buen viaje.

 

Bueno.

 

Aquí está.

 

Un nuevo poema de Ignacio, que enlaza con esas otras derrotas que glosamos la semana pasada, de Khalil Gibran.

 

1974

Aquel año pusimos papel pintado en casa

y mi padre volvió a reparar el FIAT 1500, blanco,

con marchas en el volante, que mi madre,

una mala tarde, estrelló contra un árbol.

En verano, fuimos de vacaciones a Torrox

y en la playa del Morche

vi, por primera vez, a una mujer en top-less

Fue el año del Mundial.

Mi hermano y yo lo vimos por televisión

acérrimos forofos de la Holanda de Cruiff.

Fue el año en que Alemania ganó el Mundial

(2-1 a la potente escuadra holandesa).

Lo vimos por la tele.

Creo que, desde entonces,

me viene esa perenne sensación de derrota.

Fue el año en que perdimos el Mundial,

cuando el Mundial lo era todo para mí.

El año en que Alemania le metió un par de goles

a todos nuestros sueños, los dos,

en blanco y negro

y por la escuadra

(En el 78 Holanda volvió a perder,

un año antes de que los Clash, malheridos,

grabaran para mí London Calling,

sin que yo lo supiera.

Perdimos de nuevo,

perdimos para siempre)

CUAVERSOS VIAJEROS

Lo sé. Ustedes están esperando los versos de Ignacio, en esta entrega de los Cuaversos de Bitácora. Pero resulta que estoy de viaje y que el correo de Yahoo no funciona. Así que no puedo ponerles esos versos. Ni otros de Nicolás Guillén que una buena amiga quería compartir con todos nosotros. Podrían esperar más Cuaversos Visuales o ripios propios o incluso cánticos de fútbol… pero…

 

Estando de viaje, a orillas del Mediterráneo, permítanme un cambio, con que celebramos el viaje, la aventura, el descubrimiento y el ir siempre un poco más allá.

 

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

 

debes rogar que el viaje sea largo,

 

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

 

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

 

ni la cólera del airado Posidón.

 

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

 

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

 

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

 

Los lestrigones y los cíclopes

 

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

 

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

 

si tu alma no los conjura ante ti.

 

Debes rogar que el viaje sea largo,

 

que sean muchos los días de verano;

 

que te vean arribar con gozo, alegremente,

 

a puertos que tú antes ignorabas.

 

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

 

y comprar unas bellas mercancías:

 

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

 

y perfumes placenteros de mil clases.

 

Acude a muchas ciudades del Egipto

 

para aprender, y aprender de quienes saben.

 

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

 

llegar allí, he aquí tu destino.

 

Mas no hagas con prisas tu camino;

 

mejor será que dure muchos años,

 

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

 

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

 

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

 

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

 

Sin ellas, jamás habrías partido;

 

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

 

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

 

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

 

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.