El algoritmo

Leía el otro día una entrevista con un escritor y me interesó lo que contaba, así que decidí hacerme con su libro. Me metí en un portal de compras por Internet, localicé al autor, seleccioné el título correspondiente y le di a aceptar la operación.

Mi sorpresa llegó al comprobar que el programa no me permitía confirmar la compra, devolviéndome a la página principal. Picado, volví a empezar, pero en esta ocasión, nada más seleccionar el libro, apareció una ventana emergente en pantalla, advirtiéndome que ese título no se encontraba entre los que el algoritmo consideraba que podían ser de mi interés.

Algoritmo

Además, el programa me proponía que, en vez de ese libro, eligiera uno de entre las veinte opciones que el algoritmo había seleccionado como las más adecuadas para mis gustos e intereses, de acuerdo con mi historial de compra.

Efectivamente, el programa había hecho una interesante selección de novelas negras y libros de viaje que tenía una pinta extraordinaria. Pero yo, como soy cabezón y perseverante, pasé de las sugerencias algorítmicas e insistí con mi elección original.

Esta vez parecía que todo iba bien. Sin embargo, antes de efectuar el pago, el programa me indicó que tenía un mensaje en la bandeja de entrada de mi correo electrónico. Que confirmara su lectura antes de ejecutar el pago. Puse un Tic en la casilla de confirmación, pero el programa no me dejaba avanzar, borrándolo de forma automática.

Algoritmo facebook

Transigí y leí el mail. En un tono muy cordial y cercano, me decía que si compraba el libro en cuestión, que estaba fuera de los parámetros lectores que el algoritmo había señalado para mí, no solo haría que el programa fuera menos preciso a la hora de sugerirme próximas lecturas, sino que perjudicaba a todos los usuarios que buscaban libros de un perfil parecido al mío. Que reconsiderara mi elección y que me hacían un 10% de descuento en el libro que comprara… de los sugeridos por el algoritmo.

En ese momento apagué el ordenador, salí de casa, cogí el autobús y me fui a la librería Agapea, donde adquirí el libro de marras, pagando en efectivo. Cuando le estaba contando a Raquel, la librera, lo que me había ocurrido, me desperté. Entonces lo tuve claro: menos atracones de “Black Mirror” y más leer.

Black Mirror

O eso, o escribir para Charlie Brooker y Netflix, además de para IDEAL, periódico en el que publico hoy este artículo distópico y diferente.

Jesús Lens

Twitter Lens

El coste de un año y medio de trabajo

El otro día decía me decía un amigo, diseñador gráfico, que al principio le pedían el favor de que hiciera carteles para algunos eventos. Ahora ya, se da por hecho. Y, por supuesto, de cobrar, rien de rien.

Y me decía una amiga, que le llevaba las Redes Sociales a un garito, que el dueño se mosqueó con ella porque no fue un fin de semana a una Feria del gremio, a repartir folletos del local. Y, por supuesto, de cobrar, rien de rien.

 Gratis Total

Con las fotos, los artículos, los cuentos, los dibujos… con todo pasa igual. La cultura del (puto) gratis total. Con perdón.

A mí, lo que más jode (con perdón, otra vez) del tema, es el desprecio que el gratis total demuestra, no ya por el arte y la creatividad, que también; sino por el tiempo de los demás.

¿Has oído hablar de los Ladrones de Tiempo?

Pues los odio. Los detesto. Cada día tiene, solo, 24 horas. Nada más. Y cada semana, 7 días. El tiempo, para mí, es lo más preciado que existe.

 Ladrones de tiempo

Y, por ejemplo, he invertido aproximadamente un año y medio en algo tan peregrino como… ¡escribir un libro! Año y medio. ¡Se dice pronto! Horas y horas de trabajo, esfuerzo y dedicación.

Evidentemente, ha sido una decisión personal, mía, propia y absolutamente libre y subjetiva.

Además, durante el proceso de escritura y revisión de “Cineasta Blanco, Corazón Negro” he contado con la complicidad y la ayuda de varias personas. En el libro están reseñadas y (casi) todos tienen ya su ejemplar, firmado y dedicado.

 Cineasta Blanco Corazón Negro portada baja

Después, he tenido la suerte de que mi editorial, ALMED, haya vuelto en confiar en mí para publicar el libro. ¡Y eso que es un tochaco! Y ha hecho un esfuerzo para que sea más barato que “Café-Bar Cinema”, aunque sea más grueso y haya sido más compleja su edición. (PVP, 19 euros)

Ahora, está a la venta. Del verbo VENDER. El libro. ¡Y ahí es donde entras tú!

Porque, por supuesto, será un placer y un orgullo que te apetezca comprarlo. Del verbo COMPRAR.

Y, después, espero… ¡que te apetezca leerlo!

En orden, de principio a fin; o por partes. Que cada película viene bien referenciada, al final, con los números de página en que aparece en el libro.

O sea, que puedes leer lo que haya escrito de “La reina de África” o “Hatari!” y, más adelante, volver sobre Tarzán, la mona Chita o “La pesadilla de Darwin”.

 Hatari

El libro ya debe estar en las librerías. Pero, si lo quieres firmado y dedicado, para ti o para regalar; nada más que me lo digas y lo hablamos, ¿de acuerdo? Que entre amigos es fácil entenderse. El lunes, por ejemplo, estaré en la caseta de ALMED, por la tarde, en la Carrera de la Virgen. Dame un toque. ¡Además de estar en la presentación del jueves, obviamente, en que estará con nosotros ni más ni menos que… ¡Andrés Sopeña!

¡Gracias por tu apoyo, compromiso y confianza!

Con cariño, Jesús.

En Twitter: @Jesus_Lens

Y los 21 de abril de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012… también blogueamos.