Verano de propósitos incumplidos

Lo escribía el lunes 18 de julio, cuando arrancamos con esta sección veraniega más fresca y desenfadada, a pesar de la pertinaz ola de calor: “Si los propósitos de Año Nuevo son difíciles de lograr, los veraniegos deberían ser de imposible cumplimiento, lisa y llanamente. Uno habrá disfrutado tanto o más de sus semanas de descanso cuantos menos objetivos haya conseguido tachar de su lista. Eso es así. Y nada de sentirse culpables, faltaría más”. (Leer AQUÍ esos propósitos)

Atardecer sin estrés en La Chucha

Cuando estamos a punto de despedir agosto, hago un repaso del nivel de cumplimiento de mis propósitos para este verano 2022 y compruebo, con orgullo y satisfacción, que la mayoría están aún por culminar. Es cierto que un julio laboralmente muy complejo y exigente y la irrupción de la Covid a comienzos de agosto no han ayudado, la verdad sea dicha. 

Pero no es menos cierto que tampoco es que me haya esforzado en demasía. Como muestra, un botón: el pasado miércoles tenía previsto nadar una hora en el mar. Quiso la mala suerte que el momento elegido coincidiera con otra cita clásica de los veranos en La Chucha: la sangría de Eduardo. ¿Qué actividad piensan ustedes que consideré prioritaria? Pues eso. Y el jueves, que también me había propuesto nadar, una palabra corría de boca en boca por el rebalaje: ¡Medusas! Y es que así no se puede.

El perolillo de la sangría de Eduardo

Con lo de correr, lo mismo. Cuando estaba firmemente dispuesto a hacer entrenamientos serios, científicos y concienzudos, mi hermano me condujo por montes, riscos y cerrillos mediterráneos, dejándome las piernas más tiesas y cargadas que las columnas renacentistas de Vandelvira. ¡Cómo para hacer series, oiga!

Durante mi semana de convalecencia vírica y arresto covidiano me harté de ver series y películas sin orden ni concierto, del fastuoso, glorioso y estratosférico final de ‘Better Call Saul’ a la muy nihilista y desesperanzada ‘La ciudad es nuestra’, la vuelta de David Simon a las calles de Baltimore, escenario de la revolucionaria ‘The Wire’. 

Volví al cine a lo grande, con ese glorioso y sangriento descojono que es ‘Bullet Train’, muy recomendable, y un intenso programa doble en el ya digitalizado Madrigal.

Y lecturas, muchas lecturas. Todas ellas pecaminosas, disfrutonas y viciosas. Igualmente anárquicas y sin criterio preconcebido… menos ‘La dalia negra’ de James Ellroy y ‘1795’, el cierre de la trilogía de Estocolmo de Niklas Natt och Dag. Dos novelones que llevamos en el Club de Lectura Adictos al Crimen de Granada Noir, Librerías Picasso y Penguin.

Estoy encantado con las aventurillas detectivescas de la Reina Isabel II en ‘Un caso de tres perros’, de la autora S. J. Bennett, publicada por Salamandra Editorial y he leído a Mónica Rouanet, Luis Roso y Santiago Álvarez.

Lecturas en el rebalaje

Esto se empieza a terminar, gente. Pero todavía no se ha acabado del todo, como decía Extremoduro. Aún nos quedan millas por nadar (ejem), kilómetros por remar y rutas costeras por patear. Salmonetes espetados a los que hincar el diente y birras por tumbar. Para hidratar. Siempre para rehidratar por culpa de la calor. 

Jesús Lens

Balance de medio año

Es tal la intensidad de las últimas semanas que, ya bien entrados en julio, no he tenido el tiempo ni la calma necesarios para hacer un mínimo balance del primer semestre del año. Y es que, como el que no quiere la cosa, ya nos hemos zampado la mitad del 2021.

Ayer domingo, por mucho que refrescaba las ediciones digitales de los periódicos, nada cambiaba así que a eso del mediodía, con el sol tratando de abrirse paso entre las nubes, oliendo a mar y salitre, aproveché para echar la vista atrás y repasar mis propósitos para este año.

En general, bien. Al menos en la parte que estaba en mi mano. En la otra… Como a lo largo de estos meses ya les he ido hablando de mis caminatas, no insisto en el tema. He convertido mis piernas en mi medio de transporte habitual y eso ha redundado en beneficio de mi cuerpo y de mi cartera. Andar también me ha hecho abundar en mi pasión por la narración oral, que me he inflado de escuchar podcast a la caída de la tarde, cuando me quedaban kilómetros por devorar para cumplir con el compromiso de los 10 diarios.

Estoy leyendo más que nunca, lo que tampoco es de extrañar dados los confinamientos y cierres perimetrales provocados por el atracón navideño. Unos 75 libros y tebeos cayeron a lo largo de estos meses. Y algo que me produce especial regocijo: cerca de 150 películas. En casa, claro. Que el cine apenas lo he pisado, espinita que espero sacarme a partir de ahora, Pfizer mediante. Por contra, apenas 10 temporadas de series, la mayoría muy cortitas. ¡Y hemos conseguido hacer un Gravite presencial!

Nuestro nuevo Club de Lectura

Volver a ver cine de forma compulsiva y metódica es un gustazo. Cine clásico, sobre todo. No les voy a insistir en lo que ha supuesto la llegada de Filmin a mi vida, pero no quiero imaginar cómo habría llevado la pandemia sin la plataforma de marras. Ahora, por otros seis meses más.

Jesús Lens