La importancia del Palacio

Hace unos días estuve tomando una caña con Eva Garde, la directora del Granada Convention Bureau. Aunque habíamos coincido en sitios y momentos, nunca habíamos tenido tiempo para charlar largo y tendido. No vean el sorpresón que me llevé: a lo largo de una hora de conversación, Eva se expresó sistemáticamente en clave positiva y constructiva.

Foto: Alfredo Aguilar
DIARIO IDEAL DE GRANADA

Entiéndanme, no fue un jijijí jajajá inane y sin contenido, sin sustancia, como la célebre muletilla de “España va bien”. Eva Garde tiene claro en qué debe mejorar Granada como destino especializado para el turismo de congresos, reuniones y grandes eventos, el llamado MICE, pero no se regodea en los problemas y las dificultades. Ni un solo ‘quejío’, lloro o protesta.

Y miren que le pregunté por uno de los marrones del momento: el Palacio de Congresos, nada menos. Les dejo su respuesta, textual: “Fue de los primeros en España cuando se inauguró 1992. Fue una inversión importante que dotó a Granada de una infraestructura indispensable sin la cual hubiera sido imposible que sea hoy el referente que es como sede de congresos. El resultado de los recursos invertidos en este tipo de infraestructura es exponencial en el ámbito económico, por supuesto, pero también en el social y cultural; en el de la sostenibilidad, el ético y, en general, en todos los aspectos que favorecen el desarrollo local de las comunidades.

Por eso, todos los destinos queremos acoger el turismo MICE. Buena prueba de ello es que tenemos herramientas específicas de promoción y captación de este turismo de congresos, reuniones y eventos, como son los Convention Bureaus. La oferta de destinos preparados y ávidos para atraer MICE ha crecido de forma exponencial, la demanda es cada vez más exigente y sabedora de su poder.

Granada tiene todos los ingredientes para enamorar al organizador de eventos y debe seguir siendo un destino clave en este sector. Su captación, ahora más que nunca, es necesaria para volver a dinamizar la economía y para atraer al deseado turista de calidad. Para ello es necesario, sin duda, la unión de todos los actores y una inminente inversión por parte de los patronos fundacionales para mantener, actualizar, mejorar y cuidar el que es nuestro ‘buque insignia’ y motor indispensable para el turismo MICE, el Palacio de Congresos”.

Se puede decir más alto, pero no más claro ni con más elegancia o convencimiento. Y con conocimiento de causa, que Eva Garde aporta razones y explicaciones con lógica y sentido.

Jesús Lens

Un coro abierto a la sociedad

Ayer domingo, un señor me echó la bronca. Estaba en el bar Rollo de la plaza de las Pasiegas, conversando con Jorge Rodríguez Morata y tomando notas en el portátil. “No trabajes hoy, hombre. Hoy es un día para el descanso y para el Señor. ¿Has leído la Torá? Yo sí. La Torá certifica que en Sabbat no se debe hacer nada”.

El hecho de que el hombre vistiera jersey de lana a las dos de la tarde y tuviera la mirada extraviada me disuadió de entrar en disquisiciones teológico-laborales: no hay nada más contraproducente que darle carrete a quien no tiene otra cosa mejor que hacer.

¿Cómo explicarle que hablar con Jorge no es exactamente trabajar? Habíamos quedado para una de las entrevistas de nuestro suplemento gastronómico de los viernes, compartiendo una Alhambra bien fría. O dos. O las que se tercien. Porque el riesgo, bendito sea, de estas citas es que uno sabe a qué hora empiezan, pero no a qué hora terminan.

Ya tendrán ocasión ustedes de leer la parte relacionada con lo culinario. Hoy, les quiero hablar de la importancia de que la UGR cuente con talentos como el de este músico prodigioso. Como al militar el valor, al director del Coro de la Universidad se le presume la más alta formación académica y musical. Lo que distingue a Jorge, lo que le convierte en esencial, es su capacidad para armar proyectos musicales multidisciplinares en colaboración con diferentes instituciones, certámenes y festivales de la provincia; además de tender puentes entre artistas de todos los estilos, orígenes y procedencias. Ahí están el ‘Mater Lux’ y ‘Los cielos cabizbajos’, por ejemplo.

El próximo domingo, Jorge lleva un proyecto precioso a la Malaha, con Soleá Morente y Antonio Arias. Y a final de agosto estará en Sulayr, en Pampaneira, con otra propuesta original. Además, muchas de las alianzas musicales que teje cobran vida propia y transitan sus propios caminos libremente, con lo que esa labor de apertura, colaboración y diseminación llega más lejos aún.

Jorge Rodríguez Morata es un tipo generoso que no duda en poner su talento y su trabajo, exigente y profesional, a disposición de los demás. Siempre que las propuestas respondan a unos niveles mínimos de calidad y seriedad, por supuesto. Como ejemplo reciente, la colaboración con Tato Rébora y el Festival de Tango en el homenaje a los cien años de Piazzolla. Un lujazo que la UGR aporta a Granada.

Jesús Lens

Evitar el odiavirus fascista

El viernes pasado, tan agrio e inquietante, amaneció una mañana preciosa. Asistí a la presentación a medios de comunicación del nuevo ciclo de conciertos de Cervezas Alhambra y aproveché para hablar de varios temas con la gente que andaba por allí, de actos literarios a una premier de cine; de la situación de bares y restaurantes a un nuevo certamen culinario.

Desayuné en el Gran Café Bib-Rambla, uno de mis favoritos, y mientras hablábamos de cómo va el negocio, aluciné con el espectacular dibujo de la plaza y la Catedral que un cliente y amigo del local les ha regalado.

Celebré el Día del Libro en Subterránea Cómics, que tenía pendiente de recoger mi ejemplar firmado y dedicado de ‘Contubernios nacionales’, escrito por Álex Romero e ilustrado por Bute. Me encontré con un Paco sonriente y relajado. Me pillé lo último de Juarma, un excitante librito titulado ‘Abrázame hasta que esta vida deje de dar puto asco’, y recién salido del horno, el integral de ‘Los mentores’, de Zidrou y Porcel. Todo granadino y muy granadino.

Mientras bicheaba por los anaqueles, hablaba con Paco de ventas y eventos, presentaciones y festivales. A la vez, saltaba la noticia de que Chechu González, el cocinero de María de la O, ha pasado a la final de un concurso culinario en Madrid Fusión. ¡Menudo puntazo!

Al volver a casa me encontré con lo que ustedes ya saben. La ultraderecha se las ha ingeniado para dictar el paso de la actualidad y ahí están la inmensa mayoría de políticos y sus corifeos, saltando a la comba al ritmo que  marcan Monasterio, Abascal y demás voceros. Con sus mentiras y sus amenazas, sus bulos y sus voces; han conseguido que el debate electoral gire en torno a ellos.

Las redes, convertidas en cacatúas y fiel reflejo de la polarización reinante, repiten las mismas consignas una y otra vez. ¿Las redes he escrito, así al bulto? Es injusto. Porque las redes no son solo el altavoz de sus amos. En las redes, el viernes, mientras se derramaba la hiel dictada por los manidos argumentarios de manual y el cansino ‘y tú más’; cientos de miles de personas disfrutaban de Sant Jordi y compartían flores, libros y lecturas.

Maravilla de Teresa Valero y su Contrapaso para el Día del Libro

No. No somos como ellos. La mayoría de españoles estamos en cosas como tratar de ganarnos la vida. Y en no contagiarnos, ni de coronavirus ni de odiavirus fascista, la otra gran plaga de estos tiempos.

Jesús Lens

Granada, ciudad del cómic

Solo con escribir los premios, galardones y distinciones nacionales e internacionales que acumulan los dibujantes de cómic granadinos tendría para rellenar esta y otras diez columnas como esta. Y me faltaría espacio, créanme.

Foto: Carlos Gil

Sin ir más lejos, en el Teatro CajaGranada conversábamos ayer con un ganador de dos premios Eisner, el más importante y prestigioso del cómic mundial. Con un ganador del Goya a la mejor película de animación, un autor revelación del Salón Internacional del Cómic de Barcelona y con el autor del Mejor Álbum Nacional de Expocómic.

Durante su mandato, Paco Cuenca acuñó varias y distintas etiquetas para Granada. Cada seis meses, de promedio, Granada se despertaba siendo la Ciudad del Rock, de la Ciencia, de la Poesía o del Deporte. Además de ser la ciudad más bonita de las ciudades más bonitas del mundo, faltaría más.

Nunca entendí que aquel Ayuntamiento no tirara del carro de Granada Ciudad del Cómic, cuando es una de las urbes del mundo que más talento tebeístico e ilustrador acumula por metro cuadrado.

Lo recordábamos ayer, en el marco de Granada Noir, que entregaba el Memorial Antonio Lozano a la iniciativa Covidarte en una velada de cultura y reivindicación en la que Enrique Bonet reflexionaba sobre esta cuestión.

Foto: Carlos Gil

¿Será el agua del Darro, como alguna vez ha reivindicado Antonio Arias? ¿Serán los pulevines y las maritoñis que tomábamos de chicos… y de menos chicos? ¿Será el influjo de las Alhambras Especiales, las tapas y esas noches sin fin, acodados en las barras de los bares, dibujando trazos y bocetos en servilletas?

Es, también, la Facultad de Bellas Artes y la Escuela de Artes y Oficios, por supuesto. Las academias privadas. Es el empuje de la juventud, la sangre nueva que nutre a una ciudad universitaria como Granada.

Foto: Carlos Gil

Son las librerías. Las especializadas en cómic y las generalistas que tan bien tratan al mundo del tebeo, organizando firmas, encuentros y presentaciones. Son las papelerías técnicas que tienen ese material con el que los artistas plasman sus sueños en lienzos y papel. Son los eventos, salones, festivales y exposiciones. Son las editoriales como Karras, que apuestan por el talento local. Que es global y universal.

Hoy domingo, por ejemplo, Gabriel Hernández Walta, uno de los mejores dibujantes del mundo —dos Eisner le contemplan— estará firmando junto a El Torres en la librería Subterránea. Un consejo: esta Navidad, compren tebeos de autores granadinos para regalar. Es un acierto seguro.

Jesús Lens

Cuando Laura vuelve de la muerte

Disculpen el spoiler, pero como hablamos de una película de 1944 universalmente conocida, pienso que ha pasado el tiempo suficiente como para hablar con libertad de una de las secuencias cumbre de la historia del cine: la resurrección de Laura en la película homónima, filmada por Otto Preminger.

El pasado miércoles por la noche me planteé preparar unos martinis o un whisky on the rocks para acompañar el enésimo visionado de ‘Laura’, siguiendo el ejemplo de lo que solemos ver en las películas norteamericanas, pero luego pensé que era puro postureo, un recurso cinematográfico —como lo de fumar— para que los actores tengan entretenidas las manos y no parezcan unos pasmarotes en pantalla.

Cambié los sofisticados combinados por una Milno helada y una tapilla de torreznos, algo mucho más de aquí, y me volví a sumergir en aquella ardiente noche de verano en la que Laura fue asesinada.

Y me pasó algo curioso: aunque me volvió a emocionar la secuencia de la ‘resurrección’ de Laura, haciéndose carne frente al precioso retrato con su imagen que preside su apartamento en Manhattan; la película me dejó más frío que en ocasiones precedentes. ¿Por qué? Porque la vi nada más terminar de leer la novela de Vera Caspary en que ‘Laura’ está basada.

Este 2020 hemos puesto en marcha un Club de lectura y cine clásicos en Granada Noir. Leemos novelas negras y policíacas del pasado siglo, vemos las películas basadas en ellos y lo hablamos, comentamos y desentrañamos por Zoom y a través de hilos específicos en las redes sociales.

De joven, amaba el cine negro norteamericano y el western (casi) por encima de todas las cosas. Solo le prestaba atención a las películas, sin preocuparme de los textos literarios en que estaban basados sus guiones. De ahí que en un 2020 tan nefasto para tantas cosas, esta vuelta a los orígenes literarios y cinematográficos del género negro, esté resultando apasionante.

En ‘Laura’, la combativa escritora Vera Caspary narra la investigación de su asesinato a través de diversas voces, comenzando por la de uno de sus más íntimos amigos: el excéntrico columnista y escritor de historias policíacas Waldo Lydeker. En la novela, la autora nos lo describe como un hombre mayor bien entrado en carnes. En la película fue interpretado, sin embargo, por el esquelético y flemático Clifton Webb que, años después, prestaría su afilada figura al Mr. Belvedere del consultorio de la mítica Fotogramas, la de antes.

En este caso, la diferencia de volumen corporal es una licencia poética que en nada condiciona la narración: el carácter corrosivo de Lydeker, el gordo y el flaco, funciona igual en la versión literaria que en la cinematográfica, que hablamos de uno de los grandes personajes secundarios de la historia del Noir. A través de un lenguaje florido y cargado de ironía y dobles sentidos, Waldo tira de subjetivismo y libre interpretación de los hechos.

A partir de la mitad de la novela toma el testigo de la narración el policía encargado de la investigación, McPherson, interpretado en la película por el siempre solvente Dana Andrews. Con un estilo mucho menos alambicado que el de Waldo Lydeker, hace avanzar la historia desde un punto de vista objetivo: el del policía que sospecha de todo y de todos. Su herramienta predilecta serán los interrogatorios, tanto por lo que responden los interrogados como por sus reacciones gestuales al ir recibiendo las cápsulas de información que les da el polizonte.

La parte final de la novela, tras la lectura de unos escuetos informes policiales y la transcripción de unas escuchas telefónicas, corresponde a la propia Laura. Esa Laura fantasmal que, vuelta a la vida, se encuentra en el ojo del huracán. Una Laura que tiene mucha más presencia y protagonismo en la novela que en pantalla. La belleza sin igual de Gene Tierney fijó a Laura, para siempre, en nuestra retina. Su alter ego en papel, más profundo, más complejo y más interesante; la consolida en nuestro imaginario como una de las grandes heroínas del género negro y criminal.

Lean ‘Laura’ y descubrirán una novela excelente que les llevará a querer saber más de su autora, Vera Caspary, sobre la que volveremos próximamente.

Vean ‘Laura’, también. Una película que en el año 1999 fue considerada “cultural, histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos así como seleccionada para su preservación en el National Film Registry. Nominada a cinco Óscar, se alzó con el premio a la mejor fotografía en blanco y negro para el operador Joseph LaShelle. Y un aliciente especial: ver a Vincent Price convertido en una especie de latin lover de lo más resultón.

En estos tiempos semiconfinados, seguiremos leyendo a Patricia Highsmith, Chester Himes o Jim Thompson y viendo las películas surgidas de sus novelas. Porque en el mundo del género negro, literatura y cine van total y absolutamente de la mano.

Jesús Lens