El asesino sin remordimientos

Terminamos una especie de apócrifa Trilogía del mal, publicada a lo largo de tres semanas, hablando de otro tebeo superlativo: los dos integrales que Norma ha publicado hasta la fecha con las andanzas de ‘El asesino’, una portentosa novela gráfica negra y criminal escrita por Matz y dibujada por Luc Jacamon, publicada por Norma Editorial. Aquí escribimos de la última novela de Víctor del Árbol, con un villano estupendo, y la semana pasada de otro cómic portentoso: ‘Contrition’.

No sabía si escribir ahora o esperar a verano, que el tercer y último tomo con las andanzas del killer francés se publica el 23 de junio, pero he disfrutado tanto con su lectura que paso de ser paciente. Sobre todo porque la publicación espaciada de cada álbum permite relecturas sosegadas de los anteriores. Como les he dicho otras veces, sólo releer tus tebeos favoritos, con calma, sosiego y delectación, es mejor que leerlos por primera vez. 

Además, a final de año se estrena la versión cinematográfica, con el monstruoso David Fincher en la dirección y el no menos colosal Michael Fassbender como protagonista absoluto. Así las cosas, cuanto antes entremos en el turbio universo creado por Matz y Jacamon, mejor.  

Comprobemos su nivel de atención y perspicacia, estimado lector. ¿Cuál piensa usted que es la profesión, la ocupación principal del protagonista de esta historia? ¡Efectivamente! Asesino a sueldo. De los que cobran mucho y bien gracias a su reconocimiento profesional, años de acreditada experiencia y comprobada satisfacción de la clientela.

En el arranque de la historia le descubrimos en un piso, esperando. Esperando a que su ‘encargo’ se ponga a tiro. Pero se hace de rogar y el protagonista tiene tiempo para pensar. Mucho. Mucho tiempo y mucho en qué pensar. Por ejemplo, en cómo ha llegado a ese punto. En sus inicios como killer. En su formación y en su trayectoria profesional hasta el momento. 

Como trabaja solo, el asesino piensa más que habla y el guionista, Matz, nos hace partícipes de sus cavilaciones. Todo está narrado en primera persona y el lector ve, oye y siente a través de un personaje que, desde la primera página, muestra sus cartas abiertamente, sin guardarse ningún as en la manga. 

El asesino no trata de justificar su profesión apelando a traumas del pasado o a ningún tipo de justicia romántica y/o vindicativa. Mata porque se le da bien. Muy bien, de hecho. Y porque le pagan mucha pasta por hacerlo. No hay subterfugios morales, aunque sí bastante filosofía, de lo más nihilista, en su forma de afrontar una vida fuera de los límites convencionales. 

Asómense a ‘El asesino’ y pónganse en su piel. Miren el mundo desde su perspectiva. Verán que no es tan disparatado lo que plantea mientras va dando cuenta de un trabajo detrás del otro. 

Por supuesto, hay un hilo narrativo. Traiciones y venganzas. Necesidad de explicaciones, viejos socios y nuevos aliados. Asesinatos políticos y financieros. Cárteles de la droga y procesos revolucionarios en marcha. O por arrancar. Incluso por despachar. ¿Y vida privada? También. Que los asesinos profesionales tienen asuntos domésticos a los que atender. Y la conciliación, en muchas ocasiones, no será fácil: viajes largos, reuniones a horas intempestivas, jornadas de trabajo que se sabe cuándo empiezan pero no cuándo terminan… ¡Un sinvivir, oigan, esto de matar por encargo!

Si la narración es portentosa —no odiar al protagonista desde el principio tiene su mérito; empatizar con un asesino, incluso simpatizar con él— ojo al dibujo de Luc Jacamon, a sus perspectivas y a sus caimanes. Máxima atención, sobre todo, a las soberbias páginas impregnadas de violencia. Van a flipar.

¡Larga vida al cómic noir!

Jesús Lens