En un lugar solitario

Todos atesoramos recuerdos lectores y cinematográficos que, más allá de argumentos, personajes, tramas y desenlaces, se nos quedan grabados en la memoria de forma indeleble, sin saber por qué.

Me pasaba, por ejemplo, con el arranque de la película ‘En un lugar solitario’, un clásico del cine negro norteamericano dirigido en 1950 por Nicholas Ray e interpretado por Humphrey Bogart y Gloria Grahame.

Al abrir el plano y aparecer el título sobreimpresionado en pantalla, ‘In a lonely place’, una poderosa y recia voz en off lo traducía al castellano: “¡EN UN LUGAR SOLITARIO!” Aquella gente, a falta de respetar la versión original y limitarse a subtitularla en nuestro idioma, sabía cómo captar la atención del televidente.

De la película de Ray, recordaba que me había gustado. Mucho. Pero nada más. No guardaba en mi memoria nada sobre la trama. Ni una secuencia. Ni una acción. Casi que ni un sólo plano. Hasta que vi la portada del libro, publicado en España por Gatopardo ediciones en noviembre del año pasado, con traducción de Ramón de España. Un primer plano de Bogart al teléfono, ataviado con traje y pajarita. Al fondo, Grahame, en la puerta de una habitación, mirándole con una cara que no sabría cómo interpretar. Recordé que Bogart interpretaba a un escritor de guiones de películas metido en problemas en Hollywood… pero nada más, insisto.

Marta Marne, una de las mejores críticas de novela negra y de cuyo criterio siempre hay que fiarse, me recomendó vivamente la lectura de la novela de Dorothy B. Hughes. Esto escribía sobre ella: “Aquellos que aún creen que en los albores del género negro las únicas historias que una escritora tenía capacidad de contar eran aquellas ambientadas en la campiña inglesa con protagonistas de la alta sociedad, deberían echarle un vistazo a esta novela”.

Efectivamente, durante los años 40 del pasado siglo, una autora nacida en Kansas en 1904, que había estudiado periodismo y sólo había publicado un libro de poemas en 1931, antes de casarse; empezó a despacharse con una serie de novelas policiacas de alto voltaje. En concreto, en 1947 vio la luz una historia negra como el carbón, un noir de tomo y lomo en el que aparecía nada más y nada menos que un serial killer. Décadas antes de que ese término fuera acuñado por los especialistas del FBI.

Y con esto no les desvelo nada —¡malditos spoilers!— dado que en la segunda página de la novela, Dorothy B. Hughes escribe lo siguiente: “Podría haberla atrapado fácilmente, pero no lo hizo. Era demasiado pronto. Mejor aguantar hasta haber superado la loma, en el tramo intermedio del camino, y luego acercarse a ella”.

Aunque está escrita en tercera persona, seguimos el desarrollo de los hechos a través de uno de los personajes principales: Dix Steele. Lo que él sepa y vea, sus interpretaciones de los hechos y las conversaciones que escuche o mantenga; serán lo que el lector conozca. Por ejemplo, la continuación del párrafo anterior: “Pegaría un gritito, o puede que sólo suspirara, cuando apareciese a su lado. Y entonces él le diría suavemente “Hola”. Nada más que “hola”, pero ella se asustaría aún más”.

¿Por qué odian tantos hombres a las mujeres? Es una constante a lo largo de la historia. Y no me digan que no lo sabíamos. Que ahí están Jack el Destripador, sin ir más lejos. O este Steele, un aviador que participó en la II Guerra Mundial y que, al volver a casa, no termina de ubicarse: vive de prestado en la casa de un amigo de Los Ángeles que está de viaje y va tirando gracias a la asignación mensual de un familiar de la Costa Este. Le descubrimos solo y desubicado, casi como si de un fantasma se tratara. Hasta que se encuentra con un viejo colega del ejército: Blurb. E igualmente importante: hasta que conoce a Laurel, una vecina.

Quiere la casualidad que Blurb sea inspector de homicidios. Y que forme parte del equipo que investiga la muerte sucesiva de varias chicas en el entorno del condado de LA. ¡Suerte para Dix! Porque, ustedes ya lo saben, Dix es el asesino. Y gracias a su cercanía a Blurb, recién casado con Sylvia, tendrá información de primera mano del desarrollo de la investigación.

Muy interesante el cambio de roles en la novela de Dorothy, con un Dix entregado a Laurel, desesperado cuando no le coge el teléfono y consumido por los celos cuando no va a dormir a casa. Y muy necesario el estudio del comportamiento casi piscopático de una persona celosa.

Así las cosas, entusiasmado por la lectura de un clásico de la literatura negra norteamericana que no conocía, me lancé a ver la película, que se encuentra en el catálogo de Filmin. Mi primer interés: saber qué papel interpretaba Bogart, si el de Dix o el Blurb. ¿Qué piensan ustedes? Lo dejo aquí. De momento. Si tienen curiosidad, vean la película después de leer la novela y, pronto, retomamos esta historia.

Jesús Lens

The following

La nueva serie estrenada por TNT (y muy pronto en abierto) venía bendecida por la crítica más selecta, por lo más granado de la creciente estirpe de los partidarios de tomarse la Vida en Serie… y por los más de 10 millones de espectadores que, la semana pasada, le dieron el visto bueno.

 The Following

Visto el primer episodio, el piloto, que la TNT repite este domingo a las 23 horas; me han quedado sensaciones encontradas.

 

El principio, salvaje: una fuga de la cárcel protagonizada por un asesino en serie, que deja tras de sí a cinco guardias asesinados. Y una pintada en la pared: Nevermore. Nunca más.

 

Y, de inmediato, un personaje que, de tan tópico, dan náuseas: un ex agente del FBI apartado del servicio años ha… y alcohólico. Y guapo, claro. Kevin Bacon. El agente que, en 2003, detuvo al preso fugado. Quien mejor lo conoce. Y al que piden que vuelva al FBI, como asesor, hasta dar con el fulano.

 The Following

Y, claro, piensas que la serie será la persecución del menda. Un menda que, a decir verdad, sí parece un malo interesante. Como señala Kevin Bacon: “Es alguien con esa capacidad de seducción, con habilidad para transmitir sus deseos y hacer que otros se sientan atraídos por él”.

 

Pero, a una velocidad vertiginosa, empiezan a pasar cosas y a aparecer personajes. Muchos de cuáles, además, hacen flash back hasta ese 2003, el año en que todo ocurrió.

 

Y hay un secuestro. Y entonces piensas… ¡Ah!

 

Pero no.

 

Ni mucho menos.

 The Following

En apenas cuarenta minutos ocurren tantas cosas, aparecen tantos personajes, hay saltos en el tiempo, relaciones, idas, venidas y vueltas a ir… que terminas el capítulo con el resuello perdido, sin estar muy seguro de haber sido capaz de asimilar tanta información.

 

El piloto de “The Following” no es que tenga una sorpresa o dos. Es que no tiene menos de diez. Y, claro… unas las puedes adivinar, intuir y anticipar. Otras, sin embargo, te pillan con el pie cambiado.

 

No sé cómo progresará la serie, pero ahora mismo no sé si me han tomado el pelo o he sido testigo de una genialidad.

 

Y si ando rumiándolo… por algo será. En cualquier caso, y como sostiene el propio Kevin: “Lo que más me obsesiona respecto a este papel, y eso afecta tanto a mi personaje como al de James (Purefoy, el villano), es cuánto tiempo podríamos mantener la tensión necesaria como para que la serie sea relevante. Veremos hasta donde podemos tensar la cuerda”.

 

Una buena conclusión, sinceramente.

The Following

Así las cosas, ¿has visto el piloto de The Following? ¿Y? ¿Qué te ha parecido? O, si no lo has visto aún… ¿piensas hacerlo?

 

Jesús Lens