Acción y reacción son dos términos esenciales de la física que también desempeñan un papel primordial en la literatura negro-criminal desde los tiempos de los clásicos griegos. Porque, y de esto ya hablamos hará un par de años más o menos, el Edipo de Sófocles fue el primer detective de la historia y lo que terminó descubriendo le dejó cegado de por vida.

En la literatura clásica helena, la fatalidad y la fuerza del destino son temas que, desde entonces, no han dejado de actualizarse. Si los trufamos de Newton y su Tercera Ley —por cada fuerza (acción) que un cuerpo ejerce sobre otro, este último ejerce una fuerza igual en magnitud, dirección opuesta (reacción)— nos adentramos en los territorios de una modalidad de ‘noir’ que, personalmente, me disloca.
Me he vuelto a encontrar con un poco de todo esto en ‘Minnesota’, la novela más reciente del autor noruego Jo Nesbo, que deja aparcado a Harry Hole, uno de sus personajes de cabecera, para marcarse una novela única e independiente de cualquier tipo de ciclo, saga, etc. Publicada por la siempre fiable y confiable colección Roja & Negra de Reservoir Books, una editorial por la que siento devoción; es una novela de lo más jugosa y disfrutona, de esas que definimos como ‘adictivas’, un pasapáginas que, por supuesto, les recomiendo vivamente.
El protagonista es Bob Oz, uno de esos polis que nos gustan por ser insoportables… para sus jefes. Es indisciplinado, va por libre y está suspendido. Aun así, no dejará de meter las narices en el tiroteo que se llevó por delante a un notorio y conocido traficante de armas. Estamos en Minneapolis, la capital del estado de Minnesota, en el año 2016. Y como el misterioso sospechoso del crimen es un antiguo miembro de una banda de delincuentes, nos encontramos ante lo mejor de cada casa junto y hasta revuelto. Porque todo pinta a que habrá más muertos, en el futuro… y en el pasado.
La investigación será extraña y compleja, a la vista de las personas involucradas. Y lo sabremos todo sobre ella porque en 2022 será ‘escrutada’ por un conocido autor de true crimes noruego que viaja a la propia Minneapolis para documentarse para un nuevo trabajo. Un tipo que tiene claro que “el true crime se ha convertido en el género de moda en el mercado literario, parece que el público no se cansa de historias sangrientas, a poder ser asesinatos espectaculares con un aura de misterio, giros inesperados, villanos y héroes a ambos lados de la ley y, también si es posible, finales cuestionables que den pie a atrevidas teorías de la conspiración”.

A lo largo de ‘Minnesota’ vamos a reflexionar sobre cuestiones como la soledad, la deseada y la no tanto. Asistiremos al nacimiento de relaciones a priori extrañas, pero que podrían terminar cuajando. O no. Porque los personajes son siempre muy suyos. Mucho ojo, pues, a la llamada ‘ira del abandono’.
Reflexionaremos sobre cuestiones como justicia y venganza y la delgada línea roja que las separa, pero que también puede terminar por unirlas. Incluso liarlas. Y no menos importante: la memoria y los recuerdos. Unos recuerdos romantizados, que uno de los personajes se dedica a la taxidermia. “He pensado darles la mascota tal y como ellos la recuerdan, joven y esbelta. Lo llamamos ‘idealización’, embellecemos los retratos del mismo modo que hacían Van Dyck, Rubens y Da Vinci. El arte no está en el parecido, sino en crear el relato”. Y hasta aquí podemos comentar sin deslizarnos por el siempre peligroso terreno del spoiler. Lean, lean. La van a gozar.
Jesús Lens








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