En España también tenemos espías. Espías propios, me refiero. Que haya tipos de la CIA yanqui y del GRU ruso, heredero de la antigua KGB; lo damos por sentado. Y del MI6 británico, la DGSE francesa y, por supuesto, del Mosaad israelí y de la DGED marroquí. ¡Y lo que te rondaré, seas rubio o moreno!
En España, los espías dependen del CNI, el Centro Nacional de Inteligencia, conocido como El Centro. Y ése es precisamente el título de la nueva y atractiva serie de Movistar Plus+, en la que se cuenta una historia de espionaje protagonizada por Juan Diego Botto, Elena Martín Gimeno, Elisabet Casanovas, Clara Segura, Tristán Ulloa y varias actrices y actores más, que el elenco es amplio y variado.

El creador de ‘El Centro’ es David Moreno y, a título de curiosidad, entre los productores se encuentra Pablo Isla, el que fuera pieza imprescindible de Amancio Ortega en Inditex hasta que le dejó el puesto a Marta Ortega.
La serie parte de una premisa muy atractiva: la búsqueda de un agente ruso que operaba en España y amenaza con volver. Un espía del CNI que le sigue el rastro y un periodista español coinciden en el mismo país y en el mismo momento y comienzan una colaboración que, sin embargo, no tardará en torcerse. Todo eso se cuenta en un sensacional primer episodio repleto de matices y de giros de guion, hasta llegar a un cliffhanger de manual, de los que obligan a responder “¡Sííííííí!” cuando la plataforma te pregunta si quieres ver el siguiente capítulo.
En total son seis episodios, esa medida justa para una buena primera temporada de una serie que, ojalá, tenga continuidad. No les voy a contar (casi) nada de la trama. Sólo que la principal, en la que hay involucrado el director de un importante conglomerado mediático de nuestro país, no me convence demasiado ni me resulta particularmente creíble. Todo lo demás, sí. Sobre todo lo del topo.

Y es que, entre mis personajes favoritos de la vida, están los agentes dobles. Si siendo espía ya tienes que llevar una doble existencia, con lo que eso supone de fingimiento; ser un agente doble tiene que ser ya la leche, por decirlo suavemente. Y ahí está lo más interesante de la serie: en los personajes, en las relaciones entre ellos. Se lo he leído a David Moreno: la gente llega y entra en las series por el tema, pero se queda por los personajes.
Cuando hablamos de la maravillosa ‘Oficina de infiltrados’, sobre los espías franceses, comentamos lo extremadamente complejo que es compatibilizar una vida ‘normal’ con la profesión de espía, que requiere dedicación absoluta y en la que no hay horarios ni días de vacaciones, en un sentido tradicional del término. De ahí que el concepto de conciliación familiar, social y profesional sea tan complejo y contradictorio.
Lealtad vs. traición está en el meollo de la historia que nos cuenta ‘El Centro’. Ser leal a un país, a los compañeros de trabajo, a la familia y, como la periodista protagonista, a la profesión. O no serlo, claro. Traicionar tus principios o a tu gente dejándote corromper o, lo que es peor, convertirte en el tonto útil de la función por no enterarte de la misa la media.

Esta serie nos permite conocer un poco más de cerca cómo funcionan los servicios secretos españoles, que el propio CNI ha asesorado a los creadores de ‘El centro’. Tampoco piensen que nos van a contar sus más íntimos secretos, faltaría más, pero pesa más el factor humano que la adrenalina y las heroicidades, lo que es muy de agradecer.
Jesús Lens







