Ustedes saben que no me gusta decir eso de “es de lectura obligatoria”. Sin embargo, hay ocasiones en que, honestamente, sólo puedo empezar una reseña gritando, exclamando y reivindicando ese mensaje entre lo exhortativo y lo imperativo: ¡‘El otro mundo’ es un cómic de lectura imprescindible y, si aún no lo tienen, ya tardan en salir volando a su librería más cercana para hacerse con un ejemplar de la primera edición! Que terminará valiendo su peso en oro.
“Pero no se trata de una historia negro-criminal, ¿verdad?”. No. Pero lo traigo a esta sección porque sí tiene alguna subtrama ‘noir’, entre otras muchas. La obra más reciente de Enrique Bonet como guionista y Joaquín López Cruces como dibujante, recién publicada por la editorial Astiberri, transcurre en La Alpujarra durante el verano de 1933 y cuenta una historia de ficción en el marco de una de las Misiones Pedagógicas impulsadas por la República.
En concreto, aquel verano, un grupo de estudiantes y maestros entre los que se encontraban el cineasta granadino José Val del Omar y el escritor Antonio Sánchez Barbudo, desembarcó con toda su impedimenta en el ficticio pueblo alpujarreño de Neveros: proyectores, gramófonos, libros, cuadros, juegos de magia e ilusiones ópticas. Impulsados por su entusiasmo, querían que la gente del pueblo tuviera la ocasión de disfrutar durante unos días del acceso a una cultura que le estaba vetada: cine, teatro, poesía, música, arte… un noble propósito que encandilará a unos, pero que incomodará y preocupará a otros, poniéndoles las orejillas tiesas.
“Entonces, ¿’El otro mundo’ es un tebeo de corte histórico?”. Pues no lo describiría yo así. La cosa es que está extraordinariamente documentado, pero insisto en que es una historia de ficción protagonizada por personajes imaginarios a quienes les ocurren muchas cosas y muy variadas. Lo que pasa es que está tan bien escrito y dibujado que todo resulta de lo más verosímil, real, veraz, creíble y auténtico. “¿Incluso lo del fantasma?”. ¡Sobre todo lo del fantasma! Ese toque gótico resulta esencial, conectando un momento de desbordante ilusión y optimismo con un pasado lacerante, doloroso y sangriento —la huella de las guerras contra los moriscos— y con un futuro que… ¿qué quieren que les diga? Ya sabemos bien lo que no tardó en ocurrir en aquella España nuestra.
“¿Y sale bonica La Alpujarra?”. ¡Alucinante, sale! ¡Preciosísima! No tienen más que echarle un vistazo a la doble página 16 y 17 para alucinar. De hecho, estaría muy bien que la editorial hiciera un print con ella, para que la pudiéramos colgar en nuestras paredes. Sale bonica, sí, pero no está idealizada, que conste. Como decíamos antes, es más real que la misma vin, en todos los sentidos de la expresión.
Como lo de la Misión Pedagógica, que no se crean ustedes que fue todo tan romántico, cuqui y maravilloso como podríamos pensar. Y no lo digo por la calor que pasan los protagonistas ni por los problemas técnicos y logísticos a los que se enfrentan. Peor, mucho peor, es la cosa de los prejuicios y la superstición. Y la costumbre y la tradición, con la excusa del “allá donde fueres…”. Y están los abusos, claro. Y la violencia, siempre la violencia.
‘El otro mundo’ es un cómic de largo recorrido, de poso profundo y aliento jondo, con varias capas de lectura. Nos habla de situaciones concretas en un momento muy determinado, pero exportables al aquí y al ahora, salvando las distancias… y por desgracia. Háganse pronto con este tebeo, insisto. Va a ser un fenómeno parecido al de la ‘La península de las casas vacías’, ya verán ustedes.
Jesús Lens
