Plogging & melatonina

¿Está sosilla la actualidad o soy yo, que ando desganado y disperso? Lo del himno de Marta Sánchez me deja casi tan indiferente como las últimas e inmersivas entregas de Procés; a Pina lo sueltan con cargos -pero sin fianza- y a Fuentes, concejal del PP granadino, se le acumulan tantos procedimientos que se va a quedar sin días de asuntos propios, o de los otros, para responder en los juzgados.

Sin embargo, ni las cortinas de humo nacionalistas me seducen en exceso ni los cotidianos avatares corrupto-judiciales de nuestra grey dan para mucho. De momento.

 

Menos mal que, en días así, cuento con recursos de urgencia. Por ejemplo, hablar del último deporte de moda. Plogging, se llama. Y, aunque suena a práctica sexual de riesgo, nada más lejos de la realidad. Se trata de salir a correr armado con una bolsa e ir intercalando las rítmicas zancadas con súbitas paradas… para recoger basura y desperdicios que nos salgan al encuentro durante nuestro recorrido.

 

Sería ponerse en la piel de ese político del PP gallego que fue a la ribera de un río a mostrar lo sucio que estaba y, tras enseñar a la cámara la basura que encontraba, la arrojaba al río. Ponerse en su piel… y actuar con sentido común, llevándonos la mierda con nosotros.

Este es un tema que da mucho de sí. Por ejemplo, es necesario un tutorial sobre cómo agacharnos a recoger la inmundicia sin lesionarnos en el intento. Y, por supuesto, resulta imprescindible el desarrollo de una App que nos ayude a clasificar los diferentes tipos de basura que vayamos encontrando, diferenciando los restos orgánicos del vidrio, el plástico y el papel.

 

Otro recurso habitual es tirar de las conclusiones de algún reciente estudio. Por ejemplo, la UGR concluye que la melatonina tiene efectos anti-obesidad, por lo que su ingesta podría ayudarnos en la inminente Operación Bikini -término claramente sexista que pide a voces un sustitutivo neutro, por cierto-. ¿Y dónde encontramos dicha hormona? Sobre todo, en arroz, avena, maíz, tomates, plátanos, nueces y… ¡en las cerezas!

¡Ay pillines! ¿A que les ha pasado como a mí y han leído “cervezas”? Pues no. Salvo error u omisión, la cerveza no puede presumir de melatonina. Todavía. Que todo se andará. Consolémonos pensando que la tapilla de arroz del domingo, además de estar buena, sí adelgaza.

 

Jesús Lens

Tiros libres

Esto de tener una columna diaria, como hemos comentado en otras ocasiones, es una responsabilidad y una obligación. Pero, por encima de todo, es un placer, un vicio y una adicción.

Si ustedes me siguen de forma habitual, sabrán que cada poco tiempo hablo de baloncesto. Antes seguía algo de atletismo, ciclismo, boxeo e incluso fútbol. De un tiempo a esta parte, sin embargo, invierto en baloncesto el 100% del tiempo que le dedico al deporte. Es el que mejor conozco, el que más me gusta… y al que insulto de vez en cuando, calzándome las botas, enfundándome la camiseta y compartiendo canastas, tapones, rebotes, personales y contraataques con los colegas.

 

Del baloncesto me gusta el juego, por supuesto. Pero, sobre todo, me encanta que sea un deporte de equipo en el que cabe la vida entera, con infinidad de lecturas transversales que van más allá de lo puramente deportivo. De ahí que, periódicamente, lo utilice como referencia, como metáfora de otras mil y una cuestiones.

 

Así, de vez en cuando fantaseo con el título que le pondría a una hipotética columna semanal dedicada al mundo de la canasta. Y empezaron a surgirme tantos nombres, chulos y molones, que me costaría decidirme por uno.

 

Rebote en ataque. ¡No me digan que no tiene lecturas y connotaciones, una expresión como rebote en ataque! Porque un rebote, además de un balón rechazado por el aro, puede ser un cabreo, un mosqueo, un enfado. Y todo ello, en actitud belicosa y ofensiva. ¡Miedito!

Defensa en zona. Porque está la individual, que suena a defensa personal, vigorosa y atlética. Pero, ¿no resulta de lo más evocadora una expresión como defensa en zona, todos unidos por lo nuestro?

 

Y están, por supuesto, esos tiros libres con los que he titulado esta columna. Para un amante del Noir como yo, hablar de tiros es como estar en casa, aunque (apenas) haya disparado en mi vida y, desde la línea de personal, sea un mazo. Pero me gusta eso de los tiros. Sobre todo, que sean libres, referencia indispensable a una de las palabras más hermosas del idioma español.

También he pensado en Campo atrás, Salto entre dos o Tiempo muerto… ¿ven ustedes la de posibilidades que ofrece el baloncesto? Pero creo que, de entre todas ellas y si tuviera que elegir, me quedaría con Tiros Libres.

 

Jesús Lens

Ética de trabajo

Resultó emocionante madrugar, el pasado lunes, para ver la retirada de la(s) camiseta(s) de Kobe Bryant en el Staples Center donde Los Ángeles Lakers jugaban contra los Warriors.

Un jugador. Un mismo equipo durante 20 años. Dos camisetas diferentes. Una con el número 8, cuando era joven y descarado. La otra, con el 24, más maduro y conocedor del juego. Kobe Bryant, la Mamba Negra, un jugador de leyenda que, con el 8 a las espaldas, ganó tres anillos de campeón de la NBA y posteriormente, con el 24, otros dos. Gracias a Pau Gasol, entre otras cosas.

 

Kobe es un tipo inabarcable que ha dejado cientos de momentos, imágenes y secuencias para la posteridad, dentro y fuera de la cancha. El pasado lunes, sin ir más lejos, cuando habló del trabajo duro como única fórmula para la consecución del éxito, de levantarse temprano para entrenar. De acostarse tarde por seguir practicando. De no rendirte cuando llegas a casa, cansado y sin ganas nada más que de morirte. Entrenar. Practicar. Trabajar duro.

 

Me acordé de aquel Kobe que, justo antes de unos play off, se destrozaba el tendón de Aquiles durante un partido. Volvió a la cancha, anotó sus dos tiros libres y se retiró al vestuario, recibiendo el encendido aplauso de todo el pabellón, con Jack Nicholson a la cabeza. En el mismo vestuario, todavía con la camiseta puesta, atendía a los medios de comunicación y, conteniendo las lágrimas a duras penas, mandaba un mensaje a sus compañeros: keep playing. Seguid jugando.

 

O su carta de amor al baloncesto, cuando anunció su retirada: “Concediste a un niño de seis años su sueño de ser un Laker, y siempre te amaré por ello, pero no puedo amarte de manera tan obstinada por mucho más tiempo. Esta temporada es lo último que me queda por dar. Mi corazón puede aguantar los golpes, mi mente puede seguir dando batalla, pero mi cuerpo sabe que es momento de decir adiós”.

 

El CB Granada-Covirán tiene dos camisetas retiradas: la de Pablo García y la de Jesús Fernández, dos excelentes jugadores que personifican ese nivel de compromiso del que hablaba Kobe. Cuando vayan a ver el partido de esta noche, cuando disfruten de un acontecimiento deportivo, recuerden que los jugadores lo dan todo: su mente y su cuerpo, pero también su espíritu y su alma, como decía Kobe.

 

Jesús Lens

Deflection

En el baloncesto, como en el resto de deportes profesionales, las estadísticas tienen cada vez mayor importancia a la hora de confeccionar equipos y establecer estrategias. Vean la maravillosa película “Moneyball” para comprobar hasta qué punto, un tipo con un ordenador y un programa estadístico, sabe más de su equipo que el aficionado más fiel, constante y recalcitrante del mundo.

En la NBA, además de las estadísticas habituales -mejores anotadores, reboteadores o repartidores de juego- cada vez se estudia con mayor atención la llamada estadística avanzada. Y ahí reside un concepto que me parece maravilloso y de la mayor actualidad, con múltiples lecturas y aplicaciones: Deflection.

Su traducción al español tendría un doble sentido. Por un lado, deflection sería equivalente a desviación. Aplicado al básket, sería ese leve toque al balón que, sin suponer una recuperación o una pérdida para el contrario, evita que la bola circule con normalidad, impidiendo que llegue a las manos del destinatario del pase, desbaratando la jugada diseñada por el entrenador.

Aparejado, el segundo sentido del concepto: deformación. Ese sutil toque al balón, realizado por un defensor abnegado, enmaraña el juego y rompe los esquemas y la dinámica del partido, tanto a los atacantes como a los propios defensores.

En muchos casos, la deflection convierte el partido en un caos momentáneo: el balón queda sin dueño, los jugadores se lanzan como posesos por él y el resto de la jugada resulta impredecible, pudiendo terminar con los propios atacantes machacando el aro a placer, al haberse desestructurado la defensa, o con un cambio de posesión y un letal contrataque.

Pero es que, además, la deflection es la jugada que más efectos colaterales provoca, tanto en los propios jugadores como en los espectadores de las canchas de la NBA: al generarse el caos, los jugadores se ven obligados a salirse del guion y, a menudo, protagonizan extraños escorzos y aparatosas caídas, tratando de recuperar el balón. Y, como en los pabellones estadounidenses hay asientos a pie de pista, no es extraño ver a morlacos de 120 kilos aterrizando sobre el regazo de privilegiados espectadores… cuyas cervezas y refrescos quedan esturreados por el parqué.

¡Vuela amigo, vuela alto…!

¡Cuántas lesiones, también, provocadas por el fragor de la batalla desencadenada tras ese mínimo toque que desvía la trayectoria de un balón, generando el caos y el desconcierto en la cancha! Como la vida misma, oigan.

Jesús Lens

Kilómetros para la reflexión

La culpa la tuvieron, a partes iguales, la portada de IDEAL y mi amigo Fiti. Porque estaba desayunando cuando la Ultra Trail de Sierra Nevada me entró por el ojo. Y de eso hablo en mi columna de IDEAL de hoy.

Hablamos de una de las pruebas atléticas más duras del mundo. Y Fiti ha participado en ella, terminándola en su modalidad de 62 kilómetros. Que se necesita ser animal. La cosa es que, cuando le quedaban 20 kms. para culminar la hazaña, nos mandó un WhatsApp a las Cabras Locas, diciendo que tenía ampollas en los pies y que estaba hecho pedazos. No tardaron en llegarle mensajes de ánimo de todos nosotros.

Ultra Trail Sierra Nevada Alberto Fidalgo

Por la tarde, Fiti nos confesó que había pensado en abandonar, pero que sentir el empuje de los colegas, amigos y familiares, le animó a seguir. Y a convertirse en Finisher de una prueba que es una auténtica salvajada, tras doce horas de brutal carrera por la montaña.

Ultra Trail recorrido

Hoy me tocaba salir a correr, que llevaba unos días parado, entre el trabajo y la literatura. Y ahí estaba, con el café y la tostada, leyendo la información sobre la Ultra Trail. Y me dije a mí mismo que, como mínimo, tenía que hacer 20 kilómetros. Que menos, era un insulto, una vergüenza.

Así que puse rumbo a Pinos Genil. ¡Qué gusto, a eso de las 10.30 am, encontrar a tanta gente paseando, trotando o montando en bicicleta, tranquila y relajada! Estoy convencido de que si la gente se moviera más, habría menos maldad en el mundo.

Cuando voy a Pinos, me gusta tirar por la margen derecha del Genil, por los senderillos junto a la autovía, que el sonido del agua corriendo y saltando sobre las piedras es una delicia. Pero me encontré el camino descuidado, lleno de zarzas y malas hierbas, todo seco. Que lo peor no es terminar con piernas y brazos como un mapa, por los arañazos, sino que la zona volverá a arder. No sé a qué autoridad compete el mantenimiento de ese recorrido, pero tal y como está, es un claro riesgo y una bomba incendiara en potencia.

Y luego está lo muy cerda que es la gente: cualquier zona accesible del río a la que se pueda llegar en coche, está llena de basura, latas, bolsas y botellas rotas.

Pero qué cerda es alguna gente, en Granada o en las Pedrizas
Pero qué cerda es alguna gente, en Granada o en las Pedrizas

¿Y la vuelta? Mañana les cuento los 11 kms. restantes.

Jesús Lens

Twitter Lens