Qué complejo, el panorama que nos presenta hoy Mercedes Navarrete para los ganaderos de Granada. Y digo ‘complejo’ por no sonar catastrofista, apocalíptico o siniestro. Pero lo que cuenta nuestra compañera provoca una mezcla de pena y miedo.
Por compromiso, por solidaridad y hasta por propio interés, como consumidores tenemos una importante responsabilidad: comprar y pedir más los productos de nuestros criadores, agricultores, pescadores y elaboradores.
Cuando pedimos cordero segureño o lojeño; cuando tomamos la vaca pajuna de Sierra Nevada, el cerdo San Pascual, las verduras de nuestras vegas, el pescado de la lonja de Motril y el de Riofrío, la miel de La Alpujarra, los vinos de nuestras bodegas heroicas y los quesos de nuestras premiadas queserías, entre otros productos de la tierra; contribuimos a darle vida a esa Granada rural que sufre como ninguna.

Es una de las tendencias gastronómicas que, pienso, vino hace tiempo y lo hizo para quedarse: el consumo del producto del terruño. El orgullo de comer carne, pescado, verdura, etc. con ADN granadino. O jienense, almeriense o malagueño. O murciano y extremeño. Que esto no va de fronteras. Esto va de apoyar a esa Granada, Andalucía y España que se va quedando vaciada, despoblada y desempleada.
Por fortuna, en Granada, cada vez hay más tiendas especializadas en productos gastronómicos elaborados según los más altos estándares de calidad y de compromiso y respeto al medio ambiente. Y están las tiendas on line de los propios productores y elaboradores, claro. El famoso ‘Añadir al carrito’… seguido del ‘Confirmar la compra’. Que anda que no me he dejado yo ‘carritos’ virtuales atiborrados en diversas webs, sin terminar de rematar la operación, agobiado por un sentimiento de culpa despilfarradora y acaparadora.

No escatimemos con los productos de nuestros ganaderos. Ya ven ustedes la tormenta perfecta a la que se enfrentan. Que por nosotros no quede. Aportemos nuestro granito de arena a su supervivencia, a la generación de empleo y riqueza en ese duro, vapuleado y exigente medio rural.
Porque sin ellos, sin los productores, sin el sector primario; no hay estrellas Michelin ni soles Repsol que valgan. Piénsenlo cada vez que se encuentren frente a uno de esos fastuosos platos tan instagrameables y que tantos corazoncitos rojos y pulgares hacia arriba nos reportan en las redes. ¡De likes no se come! Al menos, no una inmensa mayoría.
Jesús Lens








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