Hace muchos, pero que muchos años, me hablaron de una enfermedad mental que me dejó petrificado. Y más aún de una modalidad específica de ella, algo aterrador. Por entonces ya leía y escribía de novela negra. De hecho, fue en ese marco, hablando de posibles argumentos para buenas historias policiales, diferentes y originales; donde salió a relucir el tema.
Ha pasado el tiempo y ha sido ahora, en 2025, que Teresa Cardona ha publicado en la editorial Siruela una estupenda novela, ‘A la vista de todos’, en la que dicha enfermedad sale a relucir, lo que me ha hecho feliz, claro, a la vez que me ha dado miedito.
Nos encontramos en San Lorenzo del Escorial, uno de esos pueblos cuya mera enunciación nos hace pensar en momentos (más o menos) estelares de la historia, en imperios, gestas, monumentos y demás parafernalia maximalista. Pero allí, además de Historia hay historias. Las de los guardias civiles encargados de mantener el orden, la paz y la concordia, por ejemplo. Guardias como la teniente Blecker, de origen holandés, ya familiarizada con el pueblo; y Cano, su mano derecha.
Aunque la primavera debería haber llegado al pueblo, sigue haciendo frío. Atmosférico y del otro. Un frío glacial del que deja los cuerpos cortados. Porque una vecina ha aparecido muerta en su casa y el fallecimiento no es en absoluto natural. “Mujer, de unos cuarenta y cinco años. Recibió un golpe contundente en la cabeza con un objeto plano que, a primera vista, le causó una fractura de cráneo con posterior hemorragia. La muerte fue instantánea”. Las primeras hipótesis apuntan a un robo que se torció de mala manera. Pero toca investigar.
Lo hemos dicho otras veces: pueblo chico, infierno grande. Frente a la idílica imagen de postal que muestran las revistas y las redes, las rutas de senderismo, los alojamientos rurales cuquis con chimenea, los paisanos cálidos y acogedores, etcétera; la realidad del día a día está hecha de citas (de todo tipo), prisas y obligaciones. De trabajo y conciliación familiar y profesional. De actividades extraescolares. Y también de rumores, resquemores y hasta celos. De cotillas y metomentodos. Porque la fallecida tenía marido e hijo. Maya era una brillante profesional, médica dermatóloga con clínica en el pueblo, y de ella se decía que…
Pongo los puntos suspensivos porque, en su investigación, Blecker y Cano se verán obligados a tirar del hilo de la rumorología y las maledicencias, claro. En ese sentido, contar con un compañero como Suárez, que conoce a todos en San Lorenzo y al que todos conocen, aprecian y respetan; es un alivio.
La novela arranca en abril de 2017, con el crimen, y avanza en dos sentidos. Uno, el lógico y natural, hacia delante. Interrogatorios, visitas a familiares, posibles testigos y sospechosos, revisión de cámaras, móviles y correos electrónicos, análisis de la autopsia… Pero además, Teresa Cardona nos invita a hacer un viaje al pasado que comienza en Madrid, en 1982. A modo de sucesivos flash backs iremos descubriendo aspectos del pasado de Maya. ¿Estará ahí la clave para resolución del caso?
A través de una prosa sosegada y tranquila, reflexiva y descriptiva; Teresa Cardona nos conduce por los vericuetos de una investigación que nos enfrenta a nuestras propias contradicciones como vecinos y ciudadanos. ¿Cuánto sabemos o creemos saber de lo que pasa a nuestro alrededor? ¿Cuántas veces metemos el hocico donde no nos llaman? Y, a sensu contrario, ¿y si miramos para el otro lado, aplicando la táctica del avestruz, más de lo que deberíamos? De todo eso nos habla ‘A la vista de todos’, un estupendo policial que no se deben perder.
Jesús Lens
