Quienes trabajamos con y entre letras esperamos las nuevas incorporaciones de términos al diccionario de la RAE y la palabra del año con la misma pasión furibunda con la que aguardamos el Gordo de la lotería navideña. Salvo que el Gordo lo llevemos en nuestra cartera, en cuyo caso, esa combinación de cinco números premiados le daría sopa con hondas a cualquier palabreja de las consideradas ya oficiales por las autoridades del ramo. ¡Es que ni ‘bocachancla’, oigan! Y miren que me gusta, por lo conceptual y por lo fonético…

Estoy a la espera, pues, de que la Fundeu nos diga cuál es la palabra de 2025, después de que el año pasado nos dejara el cuerpo cortado con DANA. Las apuestas —en un sentido figurado, que no me consta que esto cotice en Las Vegas— vaticinan que será algún concepto de extracción tecnológica.
En ese sentido, soy muy fan de Oxford. Algo más que de Cambrigde. Y no hablo de sus famosas regatas, precisamente. El Diccionario Oxford ha designado como su palabrota de 2025 un término muy preciso y muy de nuestro tiempo, ‘rage bait’, que hace referencia a esos contenidos en internet que no sólo nos incitan a pinchar, sino que además nos provocan ira y enfado, poniéndonos como una hidra. Un concepto que enlaza con su genialidad del año pasado, ‘Brain rot’ o podredumbre cerebral, ese deterioro cognitivo producido por el empacho de ‘información’ consumida a través de medios digitales. Y es que el proceso de zombilización lleva tiempo entre nosotros sin que le estamos prestando una debida atención.

Otro día les hablo de más palabras de este diccionario como ‘rizz’ o mi favorita, ‘gobling’, de la que ya escribí hace meses. Les decía que era más de Oxford que de Cambridge, cuyo igualmente célebre diccionario ha determinado que ‘parasocial’ sea la palabra de 2025 y que hace referencia a un fenómeno sociológico sobre el que tengo que pensar más: la conexión unilateral que podemos sentir con personajes públicos, reales e incluso ficticios, y con las inteligencias artificiales. Les seguimos en redes, ‘interaccionamos’ con ellos y corremos el riesgo de fliparnos. Tampoco es mala elección, ¿verdad?
Bueno, que a la espera de lo que determine la Fundeu, tenemos que hablar de eurófobo, autoconsumo, exoesqueleto, crudivorismo y otras fusiones de palabras, mucho más excitantes que las de bancos, dónde va a parar. Teletransportación, sin ir más lejos.
Jesús Lens







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