Puede funcionar como arma arrojadiza. Son algo más de mil páginas —con letra grande y legible, eso sí— en tapa dura. Y picuda y puntiaguda. Hablo del primero de los tres tomos con la obra policíaca de dos clásicos del noir europeo, los pioneros suecos Maj Sjöwall y Per Wahlöö. Es una iniciativa de RBA y hay que saludarla con admiración y respeto.

Este primer tomo de ‘La historia de un crimen’ contiene las primeras cuatro novelas de la serie Martin Beck: ‘Roseana’, ‘El hombre que se esfumó’, ‘El hombre del balcón’ y ‘El policía que ríe’. Se publicó en mayo. Y ya está el segundo en el mercado. Para el tercero habrá que esperar a octubre. En total, diez novelas. ¡Y qué diez novelas!
Permítanme un viaje en el tiempo y sumérjanse conmigo en su mirada. Sus ojos, de una claridad abrumadora, mostraban una mirada limpia y transparente, pero también inquieta e inquisitiva. A los de Maj Sjöwall, me refiero. Así lo pensaba mientras la escuchaba hablar hace años, en una lejana edición del festival BCNegra, sobre la serie de novelas policíacas protagonizadas por su personaje de cabecera: ese inspector de policía, Martin Beck, al que nos referíamos.
Entre los años 1965 y 1975, los combativos periodistas Maj Sjöwall y su compañero sentimental, Per Wahlöö, se embarcaron en un proyecto editorial muy especial: escribir diez novelas, una por año, de treinta capítulos cada una y en las que se describiría minuciosamente la investigación de un crimen. Y para ello se inventaron al inspector Beck.

Titularon a su serie de novelas como ‘La historia de un crimen’ y la utilizaron para sacar a relucir las contradicciones de la socialdemocracia sueca, que distaba de ser el paraíso en la tierra que tanto se ha publicitado. Se trataba de utilizar la novela negra para diseccionar la realidad política y social del país nórdico.
Gracias a Sjöwall y Wahlöö, la literatura sueca rompía con el modelo de novela-enigma imperante hasta entonces. Una literatura de divertimento en la que lo único importante era la resolución del misterio y descubrir al culpable, sin cuestionar al sistema. En sus novelas, Martin Beck no es un héroe solitario o un maestro del ingenio. Es parte de un equipo que trabaja en conjunto para investigar un crimen. Y en el proceso salen a relucir las muchas miserias y los graves problemas de la sociedad nórdica, escarbando en sus rincones más oscuros.
En palabras de Sjöwall, recogidas en el libro ‘Sangre en los estantes’, del añorado librero Paco Camarasa: “Queríamos ser muy realistas y mezclar la política y el discurso con el entretenimiento. Realismo y humor. Esta es la clave. Queríamos que nos leyeran”.
En la última novela de la serie, titulada ‘Los terroristas’, los autores anticipaban un atentado mortal contra el primer ministro sueco. Les tildaron de alarmistas y fantasiosos. Once años después, Olof Palme era asesinado en plena calle cuando volvía a casa caminando, después de ver una película en el cine.

Tras la muerte de Per Wahlöö en 1975, la serie de Martin Beck quedó definitivamente finiquitada. Maj Sjöwall se entregó a la traducción literaria, ejerció como profesora universitaria y escribió cuentos y relatos. De ahí que ‘La historia de un crimen’ haya quedado como el testimonio de una época en la que el mundo era muy diferente al actual. ¿O no tanto?
Precursores de los Mankell, Larson y demás autores nórdicos que llegaron después de ellos, Sjöwall y Wahlöö abrieron caminos inéditos hasta entonces en la literatura negro-criminal europea. Gracias a la editorial RBA por mantener vivas su llama y su obra.
Jesús Lens






