La salaílla de la suerte

– Mira que eres raro –piensa.

Se le nota. Y, en realidad, tiene razón.

En la panadería en que compro el pan, con cada barra, unas veces te regalan una salaílla y, otras, un pitufo.

Aleatoriamente.

Yo prefiero las salaíllas. Me encanta, por la tarde, abrirlas por la mitad y rellenarlas de jamon York y queso. Los pitufos también están buenos, pero prefiero las salaíllas. ¡Dónde va a parar!

Hoy me ha tocado salaílla.

Y me he puesto tan contento.

– Si prefieres la salaílla, ¿por qué no se lo dices a la panadera, y ya está? –piensa.

– También podría comprarla. Y punto. Pienso. Pero ¿dónde quedaría entonces la sorpresiva alegría mañanera de esos sábados y esos domingos en que la diosa fortuna, materializada en la mano inocente de la panadera, me recompensa con el sencillo premio de una tierna, jugosa e imprevista salaílla? Me gusta, por las tardes, disfrutar de la salaílla de la suerte, rellena de jamón York y queso…

Pero mira que eres raro… -no deja de pensar.

Jesús a-veces-salaíllo Lens

Pasan

Pasan los días.

A una velocidad de vértigo. Como esas nubes que, en mitad de la tormenta, son violentamente desplazadas por los vientos huracanados y parecen galopar en el cielo, agresivas, enfurruñadas, azules oscuras casi negras.

Pasan los días.

Terminamos abril y parece que el año no haya hecho sino comenzar. Enero, sin embargo, es un recuerdo lejano, casi olvidado.

Pasan los días.

Y pasan las horas, los minutos y los segundos. Pasan sin darnos cuenta. Los días son ese tiempo que transcurre entre el salir de la cama y volver a entrar en la misma. Días largos, complejos, prolijos. A veces, tensos. Casi siempre, intensos.

Pasan los días.

Y cuesta leer, escribir, buscar, encontrar, pensar, compartir, reflexionar con detenimiento… Cuesta.

Pasan los días y los paréntesis se hacen imprescindibles.

Llegamos a uno. Casi inmediatamente después de otro. Un oasis, sin embargo, que parecía inalcanzable.

Pero llegamos.

Pasan los días.

A ver qué pasa. Estos días.

Jesús qué pasa Lens

Terror y muerte en Jma el Fnaa

Dedicado, con especial cariño, a mis amigos marroquíes.

Mounia, Malika, Nasha, Said…

Estamos con vosotros.

Una bomba ha matado a dieciocho personas en un café de la plaza Jmaa el Fna de Marrakech.

Un atentado terrorista.

Rabia, impotencia, horror… ganas de llorar.

En la plaza Jma el Fnaa me enamoré de Marruecos. Y del sur. Para mí, la plaza Jmaa el Fna es el sur donde empiezan todos los sures. He estado en ella diez, quince, veinte veces… Viendo a los encantadores de serpientes, a los aguadores, a los Cuentacuentos, entrando y saliendo del zoco…

Y tomando cafés.

Y viendo, por detrás de la Kutubia, una de las puestas de sol más maravillosas del mundo.

La plaza Jmaa el Fna es Patrimonio Oral de la Humanidad. Es uno de los lugares más rebosantes de vida que jamás he conocido. Y allí, el terrorismo salvaje, hoy, ha sembrado la muerte y la destrucción.

Hoy, para quiénes amamos la vida torrencial y a borbotones, estamos de luto.

Jesús Lens

De cuadros, cuentos y palabras

Estos días ando enredando, otra vez, con cuestiones pictóricas. Y andaba pensando en jugar a eso de publicar un cuadro que me ha gustado mucho de una serie que me han mandado por Internet y proponer que escribamos un microrrelato sobre él… cuando me encuentro con esta entrada en el diario de Ricardo Piglia.

¿Qué os parece?

Entre que opináis, vamos gestionando lo del cuadro y el microrrelato (a ver si la dueña, pintora, nos da permiso) …

Hace años que doy vueltas con la idea de hacer una historia de la pintura a partir de los títulos de los cuadros. Una serie de larguísima duración. A veces son un relato; a veces parecen la línea perdida de un poema. El sumo sacerdote Coreso sacrifica su vida para salvar a Calirroe de Fragonard. Luxe, calme et volupté de Matisse. Algunos muestran la incertidumbre de la representación Light, Earth and Blue de Rothko que puede ser visto como Luz, Tierra y Cielo o como Claro, Marrón y Azul. Otros son muy precisos: Vista de Delft de Vermeer, Treinta y seis vistas del monte Fuji de Hokusai.

El sumo sacerdote Coreso sacrifica su vida para salvar a Calirroe

Los nombres mejoran a medida que los cuadros dejan de ser figurativos. Impression Soleil Levant (1872) de Monet es un título fundador (del impresionismo). Y lo mismo podríamos decir del extraordinario Cuadro blanco sobre fondo blanco de Malevich. O de Juzgue el duchampiano título de Xul Solar. Como son descriptivos tienden a ser enigmáticos porque la imagen que representan no es fácil de nombrar. Por eso muchos pintores han terminado por trabajar con el grado cero de la descripción, como Pollock con su Number 32, 1950.

Number 32

La clave desde luego es que el título depende del cuadro; en un sentido lo describe, en todo caso lo nombra. La tensión entre mostrar (showing) y decir (telling), sobre la que Henry James fundaba su teoría de la novela, define la tensión entre la palabra y la imagen.

Define un particular uso del lenguaje: lo que se nombra, está ahí. (En la literatura lo que se nombra ya no está). Algo se fija en el lenguaje, mejor sería decir, el lenguaje se fija en una imagen. Depende de ella, aunque la desmienta, como en el célebre Esto no es un pipa de Magritte. Describir aquello de lo que trata la obra no es decir lo que significa y lo que significa no depende del título.

¿Es o no es una pipa? Jejejejeje

(

La fotografía en cambio parece necesitar del lenguaje para significar. Todo es tan visible que hace falta lo que Jean-Marie Schaeffer en su libro sobre la fotografía llama el saber lateral, es decir, ciertas informaciones que no surgen de la propia imagen. Como los sueños, la foto necesita del lenguaje para encontrar su sentido. Digamos que necesita un título. Mejor sería decir (freudianamente) el título de la foto es su interpretación.

Vivimos en una cultura donde la interpretación define las imágenes. La hiper explicación es la marca de la cultura actual, circula por los medios, en los blogs, en el facebook, en los twitter: todo debe ser aclarado. Las series en EE UU, Lost, The Corner, se interpretan y se discuten casi en el momento mismo en que se emiten los capítulos, los receptores tienen un conocimiento completo de lo que están por ver.

Lo mismo ha sucedido siempre en el fútbol, gran espectáculo narrativo de masas, el relato de los partidos está acompañado por un análisis muy sofisticado, que explica las tácticas y el sentido de juego. Se narra y se interpreta al mismo tiempo.