Carta de un chaval encerrado a su compañero de celda que murió durante un permiso

 

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Hola, soy Carlos Morán. Aquí os dejo una carta que don Emilio  quiere que conozcáis y la compartáis con vuestros hijos y con vuestros alumnos si sois maestros. Es de un chaval que estaba encerrado en un correccional y se la escribió a su compañero de celda, que murió durante una salida para disfrutar de un permiso.

«No hablaremos de historias, sencillas, bonitas o entrañables, la vida esconde más entresijos que solo los más sensibles son capaces de descubrir.

Todo comenzó cuando te conocí, en el sitio más inesperado encontré al que marcó mi vida. Nuestro día a día se basaba en seguir indicaciones, sí, la historia sucedió aquí, a pesar de nuestra privación de libertad, cuando estábamos juntos, se convertía en risas y bromas, nada parecía tener importancia cuando tu sonrisa se iluminaba, esas gafas de intelectual escondían el gran corazón que poseía.

Nunca nos enfadamos, nunca discutimos, siempre juntos, siempre unidos, como hermanos o mejor incluso. Le echo mucho de menos.

Estar a tu lado era algo sencillo, me sentía cómodo, me sentía yo mismo, mis mejores momentos, mis inseguridades, mis preocupaciones… eran compartidas, porque él era mi otra mitad, la persona que me complementaba sin pedir nunca a cambio.

Te extraño, dejaste huella en el corazón de muchas personas, pero el mío nunca volverá a ser el mismo.

Esto es un homenaje a uno de mis más queridos compañeros en este viaje llamado vida».

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