«En la Fiscalía de Menores hemos tenido peleas familiares por la comida que había en el frigorífico»

Aquí os dejamos un fragmento de la entrevista que ofreció al diario IDEAL mi compañera Rosa Guerrero, fiscal delegada de Menores de Granada. Esperamos que sea de vuestro interés. Habla de la crisis, el famoso botellón de Granada y del maltrato de hijos a padres.

 

-¿Hay en Granada niños que están pasando hambre?

-Aquí hemos tenido peleas familiares por la comida que había en el frigorífico. Las crisis ha afectado de una forma brutal a la economía de los hogares. No sé si el término es hambre… Vamos a dejarlo en malnutrición, que parece más elegante.

-Tras veinte años de tira y afloja, las autoridades políticas de Granada parecen estar dispuestas a acabar con el botellón de la Fiesta de la Primavera y puede que hasta con el mismísimo botellódromo. ¿Esperará a verlo para creerlo?

-A mí ya no me sorprende nada. No sé. Los agentes sociales, como todos, han de someterse al imperio de la ley. Y tenemos una Ley de Seguridad Ciudadana que acaba de entrar en vigor y que prohibe expresamente beber en la calle. Ahora, cada uno verá…

-Pero usted será consciente de que acabar con ese fenómeno no es fácil. Son veinte años de ‘tradición’ y eso genera una adicción social a este tipo de fiestas.

-La dificultad está ahí. Estamos hablando de miles de personas que se han acostumbrado a tener una determinada conducta, pero son las autoridades que tengan que intervenir las que articulen los medios para que eso se acabe… o no. Evidentemente, es un problema difícil. Pero también es verdad que no he encontrado a nadie que me pueda dar una razón lógica para que exista un sitio público, es decir, pagado por todos los ciudadanos, en el que los jóvenes consuman alcohol hasta caer desfallecidos. Y lo que no es razonable debe solucionarse.

-Una curiosidad, ¿usted ha hecho alguna vez botellón?

-No, pero porque no me pilló en edad, sino creo que habría estado. Soy de Granada y la gente de Granada somos marchosos. He salido mucho y conozco todos los bares. A los padres se les dice que no dejen a sus hijos ir al botellón. Yo les puedo decir quinientas veces a mi hijo y a mi hija que no vayan al botellón, pero si les apetece irán las 500 veces.

-¿Y van?

-El pequeño no. Pero la mayor sí ha ido. Y sabe que tanto su padre como yo somos contrarios al botellón. Es que es una actividad que hasta ahora no ha estado mal vista. Se ha normalizado una cosa que no es razonable. Y creo que en eso están de acuerdo la mayoría de los ciudadanos e incluso los propios jóvenes que van al botellón.

¿Sigue siendo el maltrato de hijos a padres el delito de ‘moda’ entre los menores?

-En todas las guardias semanales tenemos dos o tres casos de maltrato familiar. Es un fenómeno nuevo. A nadie de nuestra generación se le ocurría faltarle al respeto a su padre o a su madre. No entraba en nuestro esquema mental. Ahora, y en general, las relaciones familiares son más sinceras y más comunicativas. Y quizá esa confianza favorezca que un niño acabe creyendo que su padre y su madre son sus amigos. Eso es un craso error. Los padres no somos los amigos de nuestros hijos, somos sus padres. De todas formas, también hay que tener en cuenta que hay veces que el maltrato familiar es un delito recíproco: el niño o la niña maltratan a los padres, pero los padres también maltratan a los niños.

-¿Y cómo son los niños que tiranizan a sus padres?

-Para empezar, no hay diferencias de género. Esta conducta es propia tanto de niños como de niñas. Ellas incluso son más violentas. Por lo demás, no existe un perfil definido, que sí es algo que se da en otro tipo de infracciones. Por ejemplo, la gran mayoría de los menores que cometen delitos contra la propiedad provienen de familias que están en riesgo de exclusión social, pero en el maltrato familiar hay de todo: hijos de psiquiatras, de juristas… Nadie está a salvo. De hecho, tenemos muchas familias que están bien económica y socialmente y que sufren este problema. Vienen aquí cuando ya han agotado todos los recursos y ya no pueden más. Y la verdad es que los resultados no son malos.

-Se sale del túnel...

-Se sale. Hay que dar una mensaje de esperanza. Es muy importante que todos pensemos que un adolescente no es un loco ni nada por el estilo: es una persona en formación, una persona que tendrá que equivocarse muchas veces. En el fondo, el adolescente tiene una necesidad animal, porque genéticamente somos animales, de probar y experimentar… Y de que le reprendan, porque las equivocaciones tienen que tener consecuencias. En definitiva, que tenemos que pensar que un adolescente problemático no tiene porque ser un adulto problemático. Todos hemos sido adolescentes y hemos llevado dentro a un Peter Pan o a un pirata. Yo no nací siendo fiscal.

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