Me cuenta un profesor de instituto jubilado que tuvo ocasión de conocer de primera mano el sistema educativo finlandés, el mejor del mundo, según dicen las encuestas y tal. Desde luego, a este profesor le impresionó. Ninguna escuela privada española tiene más medios con un colegio finlandés. Eso sí, allí pagan impuestos a porrillo, porque el que algo quiera, algo le cuesta.
Pero Finlandia también tiene su cruz: a media mañana, es perfectamente posible encontrar en un bar a varios clientes que han estado bebiendo solos hasta caerse del taburete. Es literal. No era gente marginal ni nada por el estilo. Eran jóvenes normales que se habían educado en los mejores colegios del mundo. ¿Chocante, no?
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