Aquí os dejo una breve reflexión que seguramente es fruto de la empanada que, a su vez, causa ‘la caló’ que hace por aquí por Graná. Es una costumbre muy curiosa: Cuando uno de nuestros hijos va a perpetrar alguna trastada en un lugar público y hay un policía cerca -o un guarda jurado o lo que sea-, indefectiblemente, tendemos a delegar nuestra autoridad en el uniformado. Es aquello de: «¡Niño deja eso, o ese policía te castiga». ¿Pero no deberíamos ser nosotros los ‘castigadores’? ¿Qué concepto de las fuerzas del orden van a tener nuestros críos? Ya digo, igual es una bobada producto del calor…, pero…







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