Como ya se va acercando uno a esa frontera en la que los que te rodean se refieren a ti como ‘abuelo cebolleta’, voy a ejercer como tal (este blog está fundamentalmente dedicado a todo lo relacionado con los menores, pero también al periodismo: hasta aquí la excusa para contar la batallita). A lo que voy: en 2002 (creo) entrevisté a la duquesa de Alba, tan de moda estos días porque va a volver a contraer matrimonio. Gracias a una amiga común, Cayetana, que ha concedido pocas entrevistas en su vida, accedió a conversar con IDEAL, mi periódico. Profesionalmente, fue muy interesante. Para empezar, la duquesa poco tenía que ver con la caricatura que de ella hacen humoristas y medios del corazón. Es una mujer bastante inteligente. Me acuerdo ahora de Esperanza Aguirre, objeto de toda clase de chistes cuando era ministra de Cultura y ahora ahí la tienen, que, a poco que se descuide Rajoy, le mueve la silla.
Volviendo a Cayetana, por aquel entonces estaba más que cabreada con los paparazzis, etc. No la dejaban ni a sol ni a sombra. Ni a ella ni a su familia. (como ahora, vaya). Con ese contexto, la entrevista pareció, en ocasiones, más un forcejeo que una entrevista propiamente dicha. De hecho, no me quedó más remedio que formularle la siguiente pregunta: «¿Por qué no le gustan las entrevistas?».
-«Porque no las necesito, la verdad», respondió ella.
Ni un 1% de los que se ríen de ella en los platós rosas sería capaz de dar una respuesta tan inteligente.¿O no?
El caso es que le gustó la entrevista y me envió una carta de agradecimiento. Sirva esta batallita de abuelo cebolleta para ofrecer otro modesto punto de vista del personaje. Un saludo.







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