La noticia está en IDEAL e IDEAL.es: según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Granada es un chollo para los menores que quieren beber cerveza (con alcohol, por supuesto) y, en menor medida, para los adolescentes que le dan al güisqui. Está prohibido vender alcohol a los menores, pero aquí esa prohibición es poco menos que papel mojado -en alcohol, por supuesto-.
Como tengo un cierto enchufe, le pedí opinión a Don Emilio (en mi calidad de periodista de IDEAL) y esto fue lo que dijo:
«Emilio Calatayud, titular del Juzgado de Menores número 1 de Granada y uno de los magistrados que más se ha preocupado por alertar de los riesgos que entraña el consumo de alcohol entre los adolescentes, estaba ayer desolado y enfadado por el resultado del experimento realizado por la OCU. Triste y cabreado, pero no sorprendido. Con el currículum de botellones masivos que arrastra la ciudad, se esperaba algo así. «Es una auténtica vergüenza que Granada sea más conocida entre los jóvenes por los botellones y por lo fácil que es adquirir alcohol que por su vida cultural. Es vergonzoso», insistió el jurista, cuyas opiniones siempre son escuchadas con interés en todos los ámbitos sociales.
Calatayud, que no tiene por costumbre morderse la lengua, culpó por igual al Consistorio de Granada y a la Junta de Andalucía. «Estamos siempre con el tema de las competencias. El caso es que, al final, unos por otros y la casa sin barrer», señaló.
Multas de tráfico
«Estaría bien que la Policía pusiera el mismo empeño en perseguir a los que venden alcohol a menores que en multar a los que cometen infracciones de tráfico», afirmó el magistrado.
El juez agregó que las autoridades deberían esforzarse para que «las tiendas de chuches, vendan sólo chuches, que es que ahora parecen hipermercados en pequeño».
Se puede decir más alto, pero no más claro.
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