Ultimar

Llegué tarde a casa, ultimando cosas en el trabajo, de cara a ese concepto llamado… ¡VACACIONES!

Viajes

Pero llegué con el ansia de seguir ultimando cosas. Porque ultimar no es solo terminar tareas pendientes, sino dejar las bases puestas para que, a la vuelta, todo sea más fácil, agradable y sencillo.

Así, me pasé tres o cuatro horas tirando cosas, ordenando papeles, haciendo limpieza y abriendo huecos y clarificando tareas para que, dentro de unas semanas, sea llegar y retomar las muchas variadas actividades, proyectos, ideas e ilusiones que estoy moviendo, barajando, diseñando y soñando.

Y para construir, hacer, discurrir y crear; antes hay que destruir, purgar, tirar, terminar y despedir.

Y en esas estamos.

Las vacaciones son intermedios, necesarios, en un ciclo vital de creación y generación que, para fructificar, precisa de estas paradas, de estos intermedios.

Toca detenerse. E irse. Cambiar de aires. Cambiar de vistas. Cambiar de conversaciones, paisajes y sonidos.

Cambiar.

Para después volver. Iguales. Pero diferentes. Porque, a la vuelta, se retoman los proyectos y las costumbres de siempre, pero enriquecidos y vivificados con las experiencias que conlleva, siempre, el moverse, el cambiar, el viajar.

Viajando

Las vacaciones y el viaje son transformación. Cada hora del día, fuera, es sustancialmente distinta al tiempo que pasamos en casa, en el trabajo, con nuestra gente. El tiempo se alarga, se moldea, se estruja, se licua, se exprime. A veces también cansa, agota y hasta llega a dar miedo. O a provocar sobresaltos. Pero es parte de la experiencia.

Porque ese tiempo fructifica. Y deja poso.

De todo lo que hagamos a lo largo de estos días, hablaré a la vuelta. Porque contarlo es parte consustancial de hacerlo.

Y por eso, como siempre…

¡Seguimos!

En Twitter, estamos: @Jesus_Lens

Vivir sin Twitter. Unos días. Solo.

Hoy y mañana se celebra Talking About Twitter en Granada. Esta es mi aportación a la revista editada por IDEAL con relación a dicho evento, que ya es Trending Topic en la Red Social. A ver qué te parece esta historia.

TATgranada

Espero que sirva para mostrar, un poco más y mejor, qué es Twitter para mí. (El hashtag del evento: #tatgranada )

¡A tuitear se ha dicho!

Llegué a Teherán a esas horas de la madrugada de las que nunca tienes conciencia, excepto cuando andas embarrado y de parranda, bien rodeado de amigos y Alhambras.

Con la carretera solitaria y expedita, el trayecto desde el aeropuerto al hotel fue rápido. Tras mostrar mi pasaporte y ser debidamente registrado y fichado por el recepcionista -burocráticamente hablando- entré en mi habitación mientras el Imam de una mezquita cercana comenzaba a llamar a la primera oración de la mañana, justo antes del amanecer, cuando las luces del alba rompían por el horizonte.

Me conecté a la Wifi del hotel, arrebujado entre las sábanas, dispuesto a compartir ese momento tan mágico y especial con mis amigos, seguidores y contactos de Twitter… cuando me encontré con que el acceso a las Redes Sociales estaba vetado y prohibido en el país de los Ayatolás.

Molesto, cabreado y algo deprimido, me acordé de aquella Revolución Verde de hace unos años, en la propia Teherán, comentada, instigada, difundida, organizada, retransmitida, retratada y expandida a través de Twitter. Y me sentí raro. Egoísta. Y un poco ridículo, la verdad.

Twitter bird announce

Durante los siguientes diez días, el Pajarito Azul permaneció mudo. Imposible acceder a sus servicios, si no me hacía con algún programa clandestino que permitiera sortear las barreras y los cortafuegos gubernamentales. Y tampoco era tan urgente, la verdad. A fin de cuentas, solo era un viajero que podía pasar perfectamente, unos días, sin compartir anécdotas, fotos o curiosidades de mi recorrido por Irán.

Haciendo de la necesidad virtud, terminé por auto convencerme: “¡Qué bueno, en realidad, poder desintoxicarme, desconectar y disfrutar de la Persia mítica al natural, en vivo y en directo, escribiendo y describiendo mis sensaciones a la antigua usanza, en un cuaderno de papel, con un bolígrafo!”

Porque iban a ser, claro, unos días. Solo. Unos días.

Cada vez que me acostaba, por la noche, y empezaba a desfilar por el recuerdo la procesión de imágenes, olores, sabores y sonidos que había ido atesorando durante la jornada; solo pensaba en cómo iba a recrearlos unos días después, desde casa, cómodamente sentado en mi sofá, viendo las blancas cumbres de Sierra Nevada y disfrutando de mi ADSL y mi maravilloso 3G.

TATgranada

Y es que nunca valoramos lo que tenemos, realmente, hasta que lo perdemos. Aunque sea por unos días. Solo.

Como Twitter. ¿Para qué sirve, en realidad, Twitter? ¿Qué sentido tienen los 140 caracteres de cada Tuit? Todo. O nada. Depende del tuitero. De su vida, obra y milagros. De su situación y circunstancias. Y depende de sus seguidores. Twitter es una herramienta con mil y una utilidades, sentidos y aplicaciones.

Al igual que un hacha puede servir tanto para talar un árbol en las manos de un leñador experto como para desmembrar a un ser humano, si es blandida por un asesino en serie; Twitter puede servir para hacer una revolución o para aburrir hasta a los más cándidos y pacientes serafines del cielo.

TAT Granada

De nosotros depende. De ti y de mí. Pero lo importante es que, por fortuna, está aquí. Abierto y accesible. Universal. Público. Y solo cuando lo pierdes te das cuenta de lo realmente importante que es. Aunque sea por unos días. Solo.

@Jesus_Lens

El Cuate

El Cuate, mi Cuate, podría parecer que me está pidiendo una explicación. Incluso, algún malpensado podría pensar que está pidiendo pasta, para pagar las Alhambras. Pero si veis los vasos, están llenos. O sea que no. Esta foto, de nuestro gran Colin Bertholet, tomada el día de la presentación de «Cineasta Blanco, Corazón Negro», muestra a mi Cuate en una actitud claramente interrogativa y, a la vez, imprecativa:

- ¿Y el próximo On the road? - Pronto, Cuate, pronto...
– ¿Y el próximo On the road?
– Pronto, Cuate, pronto…

En Twitter: @Jesus_Lens

De vates y otros debates

Hoy, en IDEAL, un artículo en que se mezcla la poesía con Persia, la polémica con la paz y el sosiego. Y la confianza de una ¿posible? concordia versicular

Estos días se celebra el Festival Internacional de Poesía. Por fin, el verso toma el protagonismo del universo poético en una ciudad que, en los últimos meses, no ha hecho sino imprimir decenas y decenas de renglones en prosa, la mayoría de ellos airados, peleones, discutidores y enfrentados. No soy lector de poesía. Por alguna razón que nunca he llegado a entender (será la impaciencia, será el sosiego que requiere un poema para ser disfrutado, más allá de ser leído y comprendido) la poesía no conecta conmigo. Ni yo con ella. No nos entendemos y estamos mutuamente exiliados.

Poesía persia

Sin embargo, ha querido la casualidad que, en el fragor de la dialéctica versicular que sacude a Granada, haya tenido la ocasión de pasar unos días en Irán, donde el culto a la poesía y a sus poetas va más allá de lo que aquí podríamos siquiera concebir. Por ejemplo, ver devotamente arrodillados a varios jóvenes junto a la tumba del poeta Hafez, con sus manos unidas sobre la lápida de mármol; impresiona. Y no es de extrañar ya que el mismo Hafez, apenas cumplidos los veinte años y según cuenta la leyenda, pasó cuarenta días y cuarenta noches de vigilia junto a la tumba de otro poeta, Baba Kuhi.

Poesía Ferdowsi

En la ciudad santa de Mashad, el culto al poeta Ferdowsi es, sencillamente, inenarrable. Miles de personas abarrotan el túmulo en que reposan sus restos donde, fervorosamente, se fotografían, filman, concentran y rezan. Y, después, visitan el museo anejo a la tumba, en el que hay reproducciones de algunos de los pasajes más significativos de una obra famosa porque, al estilo de los clásicos griegos, no solo contribuyó a fijar la mitología de los orígenes, los logros y la grandeza de los héroes locales, sino que rescató del olvido a la propia lengua persa, olvidada tras la imposición del árabe en toda la zona. Y, por supuesto, está Omar Jayam, un místico, poeta y científico cuya obra, profundamente humana, versa sobre el goce de la vida y el disfrute de los sentidos y cuyo influjo llega hasta la India.

Poesía Jesús Lens

Las tumbas y los mausoleos de los poetas persas no solo son lugares de peregrinación sino que, rodeados de jardines y estanques, de plantas, árboles y flores; invitan al visitante a pasear por sus alrededores y a disfrutar de un tiempo que se ralentiza, casi se detiene, entre el sonido de la música recitada y el aroma del té o el tabaco de shisha. Lugares, nunca mejor dicho, cargados de poesía, de mística y de amor por la creación y la recreación literaria.

Algún día, es posible que Granada tenga terminado su Centro Lorca. Quizá, para entonces, las riñas y rebatiñas entre vates y poetas hayan dado paso a una convivencia de escuelas, personas y estilos que contribuyan a construir esa capitalidad cultural y creativa de la que nos gusta presumir, pero que tan lejos estamos de alcanzar.

En Twitter: @Jesus_Lens

Mujeres veladas

Hoy publico este artículo en IDEAL. Es un tema controvertido y no sé qué opinaran, sobre todo, las mujeres. Está escrito con todo el respeto y tratando de contextualizar lo que supone viajar por países cuyos dirigentes imponen a la población culturas, costumbres, mandamientos y formas de actuar muy distintas a las nuestras. ¿O no tanto?

En realidad, no es un velo lo que las mujeres están obligadas a vestir en Irán. Es un pañuelo que les cubra el cabello. Y cuando escribo “obligadas” no es una figura retórica, sino un mandato legislativo. Constitucional, de hecho. Así de claro. Así de crudo. Además, nada de mostrar los brazos desnudos. O las piernas. Y de ponerse una camiseta de tirantes… ni hablar.

Ahora bien, de ahí a tener la obligación de vestir un chador, un sayón, una gabardina o tan siquiera ropa ancha que disimule las formas femeninas; media un abismo. O quizá no tanto. Depende.

Irán Satán

Para mí resulta relativamente fácil escribir esto: no he tenido que cubrirme la cabeza en todo momento y lugar, menos en mi habitación del hotel. He podido afeitarme la barba tranquilamente y hasta ir en manga corta, excepción hecha de la incursión en el Mausoleo del Imam Reza, a donde fui vestido de oscuro y de largo, para no llamar la atención. Pero me ha sorprendido cómo muchas mujeres, sobre todo jóvenes, lucían vaqueros ceñidos y camisetas ajustadas, cubriéndose la cabeza con vistosos pañuelos multicolor.

En Irán, he encontrado a mujeres que trabajan en todos los sectores con los que hemos tenido trato, desde la hostelería y el comercio al turismo y la cultura. ¡Hasta a una mujer taxista conocieron dos de mis compañeros de viaje, en la ciudad santa de Mashhad!

Irán mujer periodista

Pero la mujer está discriminada y, por ejemplo, en un recóndito cafetín de Esfahan había un salón para fumadores de shisha vetado a las mujeres, que tenían que refugiarse en una estancia contigua en la que estaba prohibido fumar… hasta las ocho de la tarde, cuando el dueño del garito empezaba a servir pipas de agua, a diestro y siniestro, con independencia de sexo, edad o condición. Entonces, las sonrisas eran más francas y el ambiente se destensaba bastante.

Irán cafetín

Por supuesto, también había mujeres cubiertas con chador, rigurosamente negro, en algunos casos. Y otras que se tapaban el rostro total y absolutamente, excepción hecha de los ojos. Pero eran las menos. En Irán, lo habitual es que las mujeres y, sobre todo, las chicas jóvenes, cumplan escrupulosamente con la ley. Pero nada más. Lo habitual es que lleven tacones. Y bolsos vistosos. Y flamantes smartphones. Y que conduzcan. Y que trabajen.

Al llegar a Teherán, me llamó la atención que había muchas chicas jóvenes con una tirita que les cubría completamente la nariz, de arriba hasta abajo. Cuando ví a la primera pensé: un accidente. Con la segunda, empecé a mosquearme: ¿violencia de género?

En absoluto.

Como lo único que las chicas pueden mostrar con absoluta libertad es su rostro, miman su cara con cuidado exquisito: cejas perfectamente depiladas y perfiladas, labios pintados, maquillaje y… ¡cirugía facial! Dado que la nariz aguileña prolifera en Persia, muchas mujeres deciden operársela para hacerla más fina y estilizada, de acuerdo con la moda imperante y un canon de belleza impuesto por… ¿quién sabe quién?

Y, ojo, que los chicos no les van a la zaga a las mujeres y lucen espectaculares peinados, cardados imposibles, camisetas ceñidas a lo Brad Pitt y mucho, mucho músculo, no en vano, los iraníes copan habitualmente los podios olímpicos en disciplinas tan sufridas y poco vistosas como el levantamiento de pesas o la lucha grecorromana.

Y, sin embargo, ciertos carteles pegados en los muros de las calles resultan de lo más perturbador e inquietante. Como uno que, mostrando la incomprensible carcasa negra en que se ocultan algunas mujeres, lleva la siguiente leyenda: “La Hijab es mi personalidad y el uniforme de mi serenidad”.

Irán Hijab

O ese otro que, mostrando un ojo roto y fragmentado, como si de un fotograma de Buñuel se tratara, reza así: “Los ojos son trampas del diablo”.

Irán es un país cargado de contradicciones que está en plena efervescencia y transformación. La pregunta es: ¿hacia dónde? Porque a la vista de lo acontecido en Libia, Túnez, Egipto o Siria… ¿quién se atreve a hacer pronósticos, vaticinios o juicios de valor?

Esa es la cuestión.

En Twitter: @Jesus_Lens