DEL LOCALISMO COMO DEPORTE DE RIESGO

La columna de IDEAL de hoy viernes, con largo título, en clave irónica. Por a veces somos ESTO. Y no podemos (ni queremos) callarnos.

 

Este fin de semana me quedaré en casa. Descansando. Buena falta me hace, después de haber pasado el anterior practicando deportes de riesgo. Ya saben, esos deportes en los que uno se juega el pellejo y la integridad física, en busca de una buena descarga de adrenalina.

Les cuento. El sábado bajé a la playa de Cabria, con los colegas de la peña de baloncesto… Dejamos los enseres en el chiringo del Tito Yayo y nos bajamos a la playa, cuya orilla estaba misteriosamente cerca de las primeras mesas del restaurante. El primer acceso de vértigo llegó al intentar clavar el palo de la sombrilla. ¡La de chispas que saltaban, con el roce del metal con la piedra! De haber habido alguna planta en un radio de diez metros, fijo que provocamos un incendio forestal.

Y después llegó la parte auténticamente riesgosa de la jornada: intentar entrar en el agua…. sin romperte un pie o abrirte la cabeza. Era para vernos, a tíos altos como castillos, haciendo equilibrios sobre las rocas, balanceando los brazos con gráciles movimientos propios del ballet. O de la natación (des)sincronizada, en la que España es potencia mundial.

El domingo, estuvimos en La Chucha. Carchuna. Su playa, además de por atesorar el récord mundial de pedruscos por metro cuadrado, se caracteriza por tener un rebalaje que, para subirlo y bajarlo, empieza a ser necesario usar arnés y cuerdas de escalada. ¡Qué graciosos, los niños llamando a papá y mamá al grito de “¡pincha!”! ¡Qué divertido, tener que cantarles lo del “sana – sana” después de cada culetazo en la orilla del mar! De hecho, tras pasar un día en la playa, la contemplación del cuerpo lleno de verdugones de un niño inquieto podría hacer sospechar a más de uno sobre un posible y severo caso de malos tratos.

Al llegar a casa, el domingo por la noche, después de disfrutar del atasco de siempre en Torrenueva, miré la definición de playa en la Wikipedia: “Geomórficamente hablando, la playa es un depósito de sedimentos no consolidados que varían entre arena y grava, excluyendo el fango… Los sedimentos en las playas pueden variar en composición dependiendo la fuente que alimenta la playa. Los mismos pueden ser litogénicos o terrígenos, biogénicos y/o mixtos.” Adivinen, en menos de cinco segundos, la composición del 90% de los sedimentos de las playas granadinas…

Y me di una vuelta por las ediciones electrónicas de los periódicos. Y allí estaba Griñán, insistiendo en jugar a las Cajitas y criticando los localismos miserables y reduccionistas. La verdad es que, este fin de semana, me gustaría dar una larga caminata por alguna playa del litoral granadino. Y reflexionar sobre todo ello. Pero como no quiero luxarme un tobillo ni desesperar en un atasco, me quedaré en casa, sintiéndolo por la fideuá del Tito Yayo y los espetos del Bambú. Otra vez será.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Y UNA VEZ MÁS VOLVER

Estaba en el rellano de la escalera de casa, sacando las llaves para abrir la puerta, cuando se me vinieron a la cabeza aquellos dramáticos finales de las vacaciones, cuando éramos niños y la llegada de septiembre nos arrancaba del sol, la playa, el mar y el calor de Carchuna. Era brutal y devastador, llegar a Granada con el olor en el cuerpo de la última ducha bajo el sol, con la arena todavía en los pies, con el cuerpo oliendo al salitre del Mediterráneo. Yo entonces no lo sabía, pero sufría en toda su crueldad eso que ahora se ha dado en llamar el Síndrome Post Vacacional.Nunca sentí como entonces el dolor por el final de unas vacaciones. Era como si me arrancaran del Paraíso Perdido. La vuelta a la normalidad, sencillamente, era insoportable.

Después, con el final de algunos viajes, me ha pasado algo parecido, hasta el punto de blindarme de cara al regreso, dejándome pendientes libros que ansiaba leer y películas que estaba esperando devorar. Comprando discos que me sacaran de la modorra y dejando enjaretados proyectos o ideas que hicieran de la vuelta algo menos doloroso.

Esta tarde volví a sentir, como hacía mucho tiempo que no sentía, esa misma sensación. A las cinco de la tarde, una Granada vacía, silenciosa y somnolienta me devuelve en toda su crudeza a una plúmbea realidad. Tras 24 días de viaje, entre Madrid, Lima, Cusco, Marrakech, Zagora y Ouazarzate, compartido con la mejor gente posible, el regreso es especialmente doloroso.

Esta noche apenas dormimos. El cansancio es máximo. Imagino que tendré mails por leer y contestar. Facturas por revisar. La cuenta tiritando y muchas horas por dormir y sueño por recuperar. Pero, a la verdad, si estando en la T4 hubiera podido coger un avión digamos para Shanghai o para Nueva Zelanda, para Islandia o para Sudáfrica, me habría ido con todo el gusto del mundo.

Y, sin embargo, aquí estamos. El I-Plus no me ha grabado nada de lo que le dejé programado. No me apetece pinchar ningún disco y ni siquiera terminar de leer «Cualquier otro día» me saca del aturdimiento. Veo que me ha llegado el nuevo «Altaïr», sobre Suiza. Y me pongo a leer su Cuaderno de Viajes y me vuelven a dar ganas… de marcharme.

Pero no. Se acabó. Este viaje. Vengo gordo como un cebollo, anquilosado y con la piel quemada. Con más arrugas, pero con más paisajes en las retinas, más música, charlas y sonidos en los oídos, con más sabores descubiertos y con el tacto de más manos estrechadas. Con la pituitaria inundada de los olores de las especias, con el disco duro del cerebro cargado de imágenes, momentos y situaciones y con la imaginación repleta de estampas, cuentos, historias…

Pero no tengo cuerpo para contarlo. Sólo para arrugarme y para llorar por el viaje recién terminado.

Así las cosas y de cara a la semana venidera, ¿qué veo? ¿Qué escucho? ¿A dónde voy, por esta Granada mortecina?

Jesús Lens, depre, pero depre… depre.

DESTINOS VIAJEROS

¿Me ayudáis a trazar un mapa de destinos viajeros, en base a la propuesta de un poco más abajo? Es que estoy más que sorprendido con los resultados de la absolutamente poco profesional y nada representativa Encuesta que tienen en la margen derecha de su pantalla.

 

¡Casi todo quisqui se quiere ir bien al Machu Pichu, bien al Desierto del Sáhara!

 

Uno de mis destinos soñados
Uno de mis destinos soñados

También es verdad que, como se podía votar doble, habrá amantes de los viajes lejanos que hayan optado por ambos destinos.

 

El caso es que Viena, como representativa de las ciudades civilizadas de la Europa de siempre, aunque ahora ha cogido un impulso, no se estaba comiendo un colín. ¿Y qué me dicen de la pobre Katmandú?

 

Tampoco la hipermoderna Shanghai tiene tirón. Y ni siquiera el lujo o el relax de Islas Mauricio parece cosechar grandes simpatías.

 

Y, sin embargo, Tombuctú cotiza muy al alza. O sea, que buena parte de los fieles seguidores de esta bitácora está pelín zumbada ¿no? 😉

 

Tombuctú: el viaje a ninguna parte. A los sueños, sólo
Tombuctú: el viaje a ninguna parte. A los sueños, sólo

La verdad es que Machu Pichu es uno de mis sueños. Esta Navidad estuve a punto de ir, pero los planes cambiaron casi sobre la marcha. El Sáhara lo conozco, pero muy livianamente. Y también ardo por ir a Argentina y Chile, a la Patagonia, Tierra de Fuego y la Antártida.

 

Lo malo es que este verano, aunque gozaremos de la cálida acogida que siempre nos brindan los amigos de Agüimes y Gijón, me veo sin grandes proyectos viajeros. Ardo por abrazar a toda la grey teatrero-negro-criminal, pero pensar en todo el verano en Granada… no sé. Miedo me da. Que no me hallo, así, quieto, sin planes, imbuido por la inacción, viéndolas venir. No es propio de mí.

 

Como me agobie mucho, me pillo un avión y me voy a Masai Mara, que bien me dijo Javier Reverte que no haber estado en Kenia es casi un pecado imperdonable. Mi idea: guardar muchos días de vacaciones para, en Navidad, hacer el gran periplo del Sur de América.

 

El paraíso terrenal. Tan lejos, tan cerca
El paraíso terrenal. Tan lejos, tan cerca

Pero, ¿seré capaz de mirar tan a largo plazo?

 

En fin.

 

A ver. ¡Échame un cable! Ponme los dientes largos y dime dónde vas a viajar este verano. O, si no te vas, dime a dónde te gustaría ir, cuál es tu destino soñado.

La maleta de Lens
La maleta de Lens

Y como me hagas una buena propuesta… me lío la manta a la cabeza y me voy contigo. 😉

 

Jesús Lens, incómodamente estático. Y estoico. Que no estético.