Ardiendo de jazz

Aunque me gusta saber previamente de los lugares que voy a visitar cuando salgo de viaje, conocer su historia, su arte y haber leído a sus novelistas, en ocasiones me encuentro frente al funcionario que me sella el pasaporte sin saber nada del país en que voy a entrar, pero con los cinco sentidos alerta, expectante y ansioso por descubrir.

Este año me ha pasado algo parecido con el Festival Internacional de Jazz de Granada, cita ineludible a la que habitualmente hurtamos la palabra “internacional” al referirnos a ella, pero que es importante, muy importante, para recordar que estamos ante uno de los grandes acontecimientos culturales del año. Y de ello hablo en IDEAL, hoy.

Foto: Festival del Jazz de Granada
Foto: Festival del Jazz de Granada

Por culpa de ese tirano llamado Cronos, el Dios del Tiempo, me he presentado a la cita del Teatro Isabel la Católica sin los deberes hechos. Pero, sin que sirva de precedente y por una sola vez, me alegré de enfrentarme a los GoGo Penguin sin haber escuchado un solo acorde de su música.

Difícil, muy difícil describir con palabras el impacto que me provocaron los tres chavales de Manchester. Lean la crónica de Juan Jesús García en las páginas de Cultura de este IDEAL y se podrán hacer una día. O no. Porque lo mejor de la música en directo es que, o estás ahí para escucharla, o te la pierdes por siempre jamás.

Foto: Festival de Jazz de Granada
Foto: Festival de Jazz de Granada

Por supuesto, a la salida del concierto me abalancé con mi Cuate Pepe a la mesa en que se vendían los discos y nos llevamos los dos que había en stock. Discos sin nombre y con portadas minimalistas que los tres músicos, Rob Turner, Chris Illingworth y Nick Blacka, nos firmaron amablemente.

Firmas sencillas, aparentes garabatos que, sin embargo, encajan a la perfección con el estilo de las portadas. Mientras escribo estas líneas, todavía conmocionado por la máquina de hacer música que son los GoGo Penguin, escucho ambos discos. Maravillosos. Pero la sacudida no es como la que sentí en vivo, mientras la música me zarandeaba en la butaca.

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Me gustaría hablarles del exitoso concierto inaugural y la arriesgada apuesta que fue contar con la joven Andrea Motis o de la electrocución a la que nos sometió el salvaje de Terence Blanchard. Y, también, de las estupendas jam sessions que la Asociación Ool Ya Koo está programando el TunTún Restobar, pero ya tendrá que ser mañana. O pasado.

Foto: Festival de Jazz de Granada
Foto: Festival de Jazz de Granada

Que nos quedamos sin espacio.

Jesús Lens

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