Unos vienen, otros se van

Coincidían en el IDEAL de ayer dos noticias en portada que, aparentemente, no tenían nada que ver entre sí. Por una parte y en grandes titulares, desmintiendo aquello de que en agosto no hay grandes noticias, la marcha del rey emérito. Su tocata y fuga, camino de la República Dominicana, se daba la mano con otro titular, mucho más pequeño, discreto y modesto: “Había otras propuestas, pero me identifico con este club”.

Luis Milla, el reciente fichaje del Granada C.F., dice identificarse con los valores del club, que “se ven desde fuera”, sin que fuera necesario que nadie se los contara.

Una vez que la campechanía ha quedado herida de muerte, sin que sea probable que, en los próximos años, nadie en su sano juicio vaya a incluir en su curriculum el ser abiertamente campechano como uno de sus rasgos característicos; toca defender otros valores. “Vengo a trabajar; ser uno más y a empujar para que el equipo siga haciendo las cosas como hasta ahora”, declaraba Luis Milla en su presentación.

Solo puedo prometer trabajo, trabajo y trabajo. Es la máxima de quienes nos sentimos torpes, pero voluntariosos, en la mayor parte de nuestros quehaceres cotidianos. Los talentosos y muy talentosos pueden apelar al genio, la chispa y la inspiración. El común de los mortales dependemos del trabajo. Insiste Luis Milla, un tipo que ya me cae extraordinariamente bien, sin haber visto una sola jugada suya: “vengo a aportar y ayudar al grupo. Trabajo no va a faltar nunca, salgan las cosas mejor o peor”. Con esa actitud, le saldrán bien.

Les confieso que, cuando leí lo del fichaje de Luis Milla, lo primero que pensé fue que debía estar muy mayor para seguir jugando al fútbol. Al menos, en Primera. No tardé en caerme del guindo: este Luis Milla es el hijo del Luis Milla en quien yo estaba pensando.

Me cuesta asumir que ya tengo 50 palos. Resulta complicado aceptar que los hijos de las estrellas de mi época ya sean ellos mismos estrellas. Otros vendrán que viejo te harán.

Prefiero mirar adelante. Me interesan más quienes vienen a sumar y a aportar que los que se van, dejando a sus espaldas una herencia envenenada.

Maravillosa imagen de Alfonso Salazar

Prefiero el oscuro discurso de la humildad y el abnegado trabajo duro que el divertido y luminoso de la dicharachera campechanía. Será que me estoy haciendo definitivamente viejo, además de malafollá.

Jesús Lens