CRUZ Y CARA

Hoy no estaba yo para cuentos y, esta mañana, te pedía a ti que contaras. Que era todo oídos, como decía con ESTA ilustrativa foto. Pero abro Internet y me ecuentro con ESTA triste noticia: ha muerto Claude Chabrol, un tipo que, cuando tenía los setenta años bien cumplidos, filmaba películas de una radicalidad increíble, en los tiempos que corren.

 

Hablaba el otro día con el inquieto e incansable Jerónimo Páez, precisamente, sobre el trabajo de los cineastas veteranos, sobre qué hacen con sus carreras y con sus vidas. Y lo hacía justo el día en que había estado trabajando en una posible programación de cine basada en «El valor de la experiencia»: Huston, Kurosawa, Eastwood, Newman, Hepburn, Fernán Gómez… gente de cine que, también al final, seguían en la brecha, más lúcidos, libres y libertarios que nunca.

 

En el Festival de Venecia, recién terminado, un Monte Hellman ajeno a Hollywood ha presentado su última y más que prometedora película: «The road to nowhere», un título lo suficientemente explícito y atractivo como para esperar, con ansia, su nada previsible estreno en las salas de cine. Venecia. Desde la que nos han llegado las mejores noticias, con un doble premio a Álex de la Iglesia, en su calidad de guionista y director de una película profundamente personal, íntima y a contracorriente: «Balada triste de trompeta», saludada por Carlos Boyero con ESTA reseña: «Álex de la Iglesia arriesga y gana».  

 

Luces y sombras, este domingo en que no cuento nada, esperando que seas tú el que nos cuente, pero en el que empiezo a barruntar la posibilidad de iniciar un nuevo trabajo literario-cinematográfico, ahora que ESTE «Café-Bar Cinema» empieza a estar felizmente encarrilado.

 

Jesús Lens, pensando de aquí en adelante.   

¡NOWHERE!

¡Aviso urgente!

 

Amantes de los idiomas, filólogos, traductores y amigos todos.

 

Tengo una duda.

 

La palabra Nowhere, tras unas notas que leí no sé donde, me trae loco.

 

Como saben ustedes, una de las cosas que más me apasiona del inglés es lo mucho que dice con palabras, conceptos y contracciones tan cortas como sonoras. Del «Yes, we can» de Obama al «The Mac is Back» de McCain.

 

O, por ejemplo, la letanía que me persiguió cuando entrenaba para la Maratón, el «No pain-no gain» que Javi me metió entre ceja y ceja.

 

¿Qué tiene que ver todo ello con en Nowhere?

 

Pues que siempre pensé que era una palabra cuya traducción, ningún sitio, venía dada por la unión de dos sencillas palabras. La primera, la negación por excelencia. El No. La segunda, el Where. El Dónde locativo inglés.

 

Pero, ¿y si en vez de ser así, el Nowhere viniera de la contracción de dos palabras totalmente distintas? ¿Y si el Nowhere se conformase por Now, cuya traducción es Ahora, y Here, que significa Aquí?

 

¿Es posible?

 

Porque fíjense en la cantidad de posibilidades que ello nos abriría. La primera y más evidente es, por supuesto, que el aquí y el ahora no existen. Nowhere… ¡No Way!

 

¿Qué significa ello?

 

Pues que si el presente no existe y el pasado ya está detrás, obsoleto y sepultado… sólo podemos creer en el futuro. En ir más allá. En avanzar. En marchar hacia otro sitio. En el viaje, por tanto. En ir.

 

Por todo ello, para ser y para estar… hay que moverse.

 

Y moverse, por supuesto, hacia delante. Porque hacia atrás… ni para coger impulso.

 

El Nowhere, por tanto, sería una invitación al viaje, a la búsqueda, a la curiosidad, al descubrimiento. A trascender la realidad aparente e inmediata y procurar ir más allá. Adelante. Siempre adelante. En movimiento. Siempre. Movimiento perpetuo.

 

¿Lo ven ustedes factible? ¿Es posible? ¿Qué les parece? ¿Existen el aquí y el ahora o nuestra vida está hecha, siempre, de los momentos por venir?

 

Jesús Lens, dudoso perplejo.