Despeñados por el tobogán

Sabía que iba a ser un ejercicio fútil, pero lo primero que hice ayer por la mañana, antes de escribir esta columna, fue googlear ‘Estepona dimisiones’ y todas sus variantes, en un vano intento por confirmar que los responsables del despropósito del tobagán se habían ido con viento fresco a sus casas. Pero no. Por supuesto que no.

A estas alturas, doy por sentado que ustedes habrán visto las imágenes de los vecinos de Estepona lanzándose por el pomposamente llamado ‘tobogán urbano más grande de Europa’ y, al final del recorrido, estampándose contra el suelo, embistiéndose unos a otros y terminando con los brazos desollados.

Puede parecer fácil o ventajista poner a parir, ahora, la inutilidad del invento, vendido como una inmejorable fórmula para ahorrarse algunos minutos preciosos en el descenso de unas calles de pendiente pronunciada y que los vecinos ganen tiempo en sus desplazamientos. Pero es que lo del tobogán de Estepona me parece la metáfora perfecta, el ejemplo mejor acabado de la imbecilidad supina que gobierna nuestras vidas.

Tratando de evitar caídas en el puente de Calatrava

Hay que terminar con esto. No puede ser que el alcalde o el concejal de turno de cualquiera de nuestros pueblos o ciudades se levante una mañana con una ocurrencia y acabe convertida en el tobogán de Estepona. Igual que no puede ser que las diferentes corporaciones locales se dediquen a deshacer lo que hicieron las anteriores por una cuestión de gustos, disgustos, filias o fobias.

Los políticos tienen que entender que son gestores. GES-TO-RES. Que están al servicio de la comunidad. Que se acabaron los tiempos de cesarismo visionario e inútiles calatravismos desproporcionados. Los ciudadanos necesitamos planes de ciudad serios, creíbles, sostenibles y trazados a largo plazo.

Planes que nazcan de las necesidades de cada localidad, que sean diseñados por técnicos y profesionales de la sociedad civil y consensuados entre los partidos políticos. Planes que, después, tienen que ser ejecutados e implementados milimétricamente por las corporaciones municipales de turno, sin estar al albur de los caprichos de unos, los gustos de los otros o las ocurrencias de los de más allá.

En los próximos quince días, cuando escuchen ustedes las promesas electorales de sus candidatos, échenle una pensada: ¿acabará siendo un tobogán de Estepona?

Jesús Lens

PARTIDOS QUE SE PARTEN

Amigos, mientras vosotros leéis esto, un servidor andará tomando el Tren Negro del que hablábamos ayer AQUI. ¿Son tan diferentes el fútbol y la política? Puede ser que no, tal y como escribimos hoy en IDEAL.

Argentina se plantó en cuartos de final del Mundial con un once en que sólo había defensas y delanteros de potente pegada. La máquina alemana pasó por encima de ellos, arrollándolos brutalmente. Faltaba creatividad en el equipo de Maradona, por mucho que Messi o Higuaín estuvieran en el once titular. Los alemanes, por su parte, no tienen a ninguna rutilante superestrella en su escuadra, pero masacraron al equipo ché.

¿No les parece a ustedes que la actuación de algunos partidos políticos locales viene a ser como Argentina? Cuando se aproximan las elecciones, se sacan un supuesto mirlo blanco de la chistera para encabezar las listas, se pegan un batacazo de aúpa… y si te he visto no me acuerdo.

Brasil llegó al Mundial con vitola de favorita. Su inagotable cantera de jugadores hacía posible que Dunga alineara a un equipo de ensueño. Y, nombre por nombre, la Canarinha lo era. O lo debía ser. Pero la necedad dictatorial de su entrenador se encargó de echar por tierra los sueños de la escuadra amarilla, para la que el jogo bonito se reducía a la samba que bailaban sus aficionados en las gradas. Dunga obligó a jugar a su equipo de forma rácana y vulgar, conservadora. Y así le ha ido.

¿No les parece a ustedes que el PSOE podría ser un Brasil dirigido con mano de hierro desde una cada vez más lejana Sevilla, en la que Dunga tiene barba y un cambiante humor de perros, como el seleccionador brasileño?

Fue Holanda la selección encargada de dinamitar el Mundial, eliminando a Brasil. Una Holanda en la que reinan, por encima de todos, Sneijder y Robben, casualmente, dos antiguos jugadores del Real Madrid, vendidos a precio de saldo por el dúo Florentino y Valdano, los dos visionarios más miopes del fútbol internacional, para afrontar la multimillonaria adquisición de un Kaká que ya ni sabe, ni responde, ni se le espera.

¿No les parece a ustedes que Lola Ruiz y Luis Rubiales pueden acabar jugando un papel parecido al de los denostados holandeses, en nuestra política municipal?

Y sí. Sólo hablamos del PSOE e IU porque, cuando las cosas van bien en un partido, como ocurre en el PP granadino, las voces críticas se acallan y todos le ponen buena cara al mejor tiempo. Pero los ciclos cambian, las ideas se agotan y, si algo empezamos a vislumbrar en esta Granada nuestra, es que los aparatos de los partidos tradicionales cada vez tienen menos respuestas a las demandas y las inquietudes de los ciudadanos. Se empiezan a partir los partidos. Empiezan a hacer aguas y a descoserse por los cuatro costados. Su credibilidad está bajo mínimos y los niveles de confianza que suscitan, a punto de congelación. La sociedad civil empieza a darles la espalda. Las corrientes críticas y los movimientos sociales se distancian de ellos. Y la pregunta debería ser: ¿por qué?

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.