DEAMBULANDO POR DAMASCO. PARTE II

Pues eso. Que com’i en un restaurante del Centro Historico, para mi que el mismo en que cenamos antes de volver la otra vez. Pero no soy bueno para los nombres. Los inevitables mezzos, claro. El hummus y el taboulet. Que ya dec’ia Manuel Vazquez Montalban que la berejena es el autentico motor de la civilizacion mediterranea, lo que nos une y nos hermana, a los de las diversas riberas del Mare Nostrum.

Estaba comiendo, escribiendo… y se fue la luz. Un apagon monumental. Pero a nadie le importo. Trajeron velas y todo siguio igual. La Ciudad Vieja de Damasco totalmente a oscuras, iluminada tan solo con velas. Impresionante. Y en estas que, como se me habia hecho tarde, comienza la llamada a la oracion. Momentos de esos que te erizan la piel y se te quedan grabados, a fuego. Al principio no reconocia nada de Damasco. Fui deambulando por zonas por las que no pasee antes. Llegue hasta el cementerio, un remanso de paz eterna en mitad del caos de la ciudad. Vi como trabajaban los canteros que hacian las lapidas, grabando las leyendas de los muertos con martillo y cincel.

Luego si. Despu’es volvi al Damasco eterno y fui recordando lugares, esquinas y hasta el rostro de algun tenaz vendedor que algo nos encajara, hace cuatro anios. Y alguna tienda. Despues, paseando entre la oscuridad, me volvi al hotel, de di una ducha y me quede dormido. Me ha costado arrancar. Pero algo hay que cenar y, de paso, aprovecho para conterles estas cosas sin importancia, intrascendentes. La intrahistoria de un viaje del que, de momento, no tengo nada que contar. Excepto el hecho de estar viajando en si mismo. Despojado de artificios. Como ven, ninguna aventura. Ninguna desventura,por suerte. Solo, un tranquilo deambular por una ciudad eterna, magica y tranquila. La television escupe imagenes de muerte y destruccion. En las calles de Damasco, nada de ello es perceptible. Al menos, no lo es para el caminante tranquilo que mira sin participar. El viajero boyeur que se deja impregnar de ambiente de una ciudad fascinante como pocas. Cargada de historia. Cargada de humanidad.

Maniana espero contarles otras cosas. Sobre esos grandes monumentos. Sobre politica, geoestrategia… algo. Hoy, sencillamente, fue un dia de impregnarse de sensaciones en un mundo diferente al nuestro. Pero que esta aqui, es cierto, verdadero y palpable. Es hora de cenar algo ligero. Y, quiza, de fumarse una shisha en un cafetin cercano al hotel al que le he echado el ojo. Quiza. Seguimos on line.

No lo duden. Cuando tengan ocasion. vengan a Damasco.  

DEAMBULANDO POR DAMASCO

Eso estoy haciendo: deambular por Damasco. Primero, mis disculpas. Aqu’i no funciona ninguna de mis conexiones inalambricas, con lo que ni Twitter ni nada. Segundo, las comas, los acentos, etc. Un teclado desconocido, ya saben.

 

Llegue de madrugada y estaba Daniel en el aeropuerto de Damasco. Un afectuoso saludo despues, ya estabamos charlando como si no hubieran pasado cuatro anios desdela ultima vez que nos vimos, despelotados de risa por el valor del presidente de Iran, dando un mensaje navidenio a los fieles musulmanes de Inglaterra en una fiesta cristiana.

 

Estoy en un hotel distinto a los otros companieros de viaje sirio. Hotel Europa. Encajado entre un dedalo de calles que el chofer tardo diez minutos en encontrar. Dormi bien, me desperte tarde y, claro, me eche a la calle. Hoy no tengo prevista visita alguna asi que el objetivo, como me decia mi Alter a traves de SMS, es deambular por las calles del viejo Damasco y dejarme impregnar por el ambiente de la que pasa por ser la ciudad permanentemente habitada mas antigua del mundo. Y eso imprime caracter. Estas calles han sido pateadas por millones de personas desde hace miles de anios, sin solucion de continuidad. Y eso se nota.

Para desayunar me fui al Bazar de la ciudad vieja. Habia prometido comerme alli un helado de pistacho en una cafeteria muy especial. Y lo hice. Junto a un par de croissanes y de cafes. Que de inanicion no voy a perecer, creanme. Y me puse a escribir. A mano. En esos cuadernos que tanto me gustan. Y pronto me sali del bazar. Que yahabra tiempo. Hoy es dia recorrer el Damasco de a pie, el Damasco consuetudinario a sus habitantes. Sin museos ni grandes monumentos. Eso ya, maniana. Y para eso, me gusta utilizar un truco conmigo mismo: buscar objetos de la vida normal en tiendas normales.

Nada de los tipicos regalos u objetos turisticos que, como digo, ya habra tiempo de todo ello. Me gusta buscar fixo, papel celo para pegar en mis cuadernos etiquetas, entradas y demas. Y no es facil encontrar fixo cuando no tienes ni pajolera ideade arabe. Pero asi entras en las tiendas, curioseas e intentas comunicarte con el dependiente. O un adaptador para la la electricidad y los enchufes, de tres agujeritos finos. Antes me traia todo esto desde casa. Ahora, cuando vengo a un viaje tranquilo, con tiempo libre, que son los que me gustan, me dedico a buscar esos objetos tranquilamente. Me gusta entrar en las tiendas y ver que compra la gente. Me gusta pasear por los mercados y ver que comen. Por deformacion profesional, me gusta entrar en los Bancos y ver los terminales y ordenadores. Y, por supuesto, me gusta entrar en las librer’ias. Y para eso tengo una excusa negrocriminal… que otro dia les cuento.

Me gusta escuchar lo que la gente escucha en la radio. El cadena Dial de Damasco. O a sus tertulianos. Aunque reconozco que con el arabe radiado me pasa como con el aleman: siempre tengo la sensacion de que me esta cayendo una bronca por algo, como siel modelo de Federico Jimenez Losantos cabreado como una mona se hubiese expandido por el mundo musulman.

Amigos, siento no contarles nada sobre la Gran Mezquita o el Museo Arqueologico. Si me pillo un buen cibercafe, maniana y pasado. De momento, me estoy dedicando a deambular por las calles de Damasco, sin horarios, sin objetivo, sin pretensiones. Me gusta ver las caras de la gente y sortear el infernal trafico de las grande avenidas, en las que los semaforos brillan por su ausencia. Ahi reconozco ser un cobarde. Para cruzar, me espero a que venga un lugarenio y me situo detras de el, como si fuera un escudo humano que me proteja de los coches-bala. Y hago lo que el hace. Si es un temerario, me acojono. Si es un conservador, me desespero esperando. Pero yo, como los ninios chicos: pegadito a mi protector 🙂

Les dejo. Empieza a ser hora de comer. Me volvi para mi barrio, par ubicarme, que luego anochece temprano y me pierdo fijo. Mis dos referencias son la vieja estacion de tren donde se filmo la llegada de Lawernce de Arabia a Damasco en la pelicula de David Lean, despues, un asadero de pollos, la calle de las librerias y una mezquita. A ver si despues, por la noche, todo sigue en su sitio.

PD.- El tipo del ciber me mira mal. Perdonen que no responda a sus comentarios. Pero no dejen de hacerlos, que no saben como se agradecen al conectar un rato con el mundanal ruido. Un abrazo para todos.

Jesus Lens, deambulando por las calles de Damasco.

 

PD II.- Leo lo de Gaza y el bombardeo de Israel… y se me ponen los pelos de punta. Uf. Como decia antes, esperemos que la comunidad chiita de Siria y, sobre todo, Hezbola en Beirut esten tranquilos. Navidad sangrienta. Que pena de esta parte del mundo, siempre tenida de sangre, maldita. Que pena, Palestina, desangrada. Que pena. Mi solidaridad con las familias de esos doscientos muertos. Que horror. Ahora casi que salir a pasear es ingrato, como un insulto a esas personas que ahora sufren. No se. Ya les cuento despues.  

NAVIDAD EN TRÁNSITO

El caso es que recordando a Daniel, hablaba de un viaje ya hecho. Y, sí. Estas Navidades pasaré, presumiblemente por Damasco. Pero el destino principal de mi viaje es al que se refiere esta bandera, que no es de Siria, precisamente…

 

Jesús Lens, en fuga.

 

Y… sí. Me voy al Líbano: Baalbek, Beirut, los cedros, etcétera.

DANIEL, UN TIPO ODIOSO

A ver. ¿Por qué piensan ustedes que retomo, hoy, este texto de enero de 2005? En las fotos hay claves. Y en una de la entrega de los Cuaversos de las pasadas semanas. Y en el nombre de la agencia referenciada en el texto. Y… en un enlace que pondremos esta tarde. O no  😉 

 

¡Odio, odio, odio a Daniel González! Le odio de todo corazón y con todo mi ser. Porque por su culpa, por culpa de ese Daniel González, esta mesa en que ahora mismo escribo es un completo caos, más desordenado de lo habitual. A simple vista y sin escarbar entre las diferentes pilas de papeles amontonadas que se me acumulan a ambos lados del teclado, veo abierto el Tomo II de la Historia Universal de Salvat, por la parte de los sumerios; un número de «Historia y Vida» con artículos sobre Babilonia, el Altaïr dedicado monográficamente a Irán y una guía de viajes sobre Siria y Jordania, además del atlas del National Geographic, desplegado por la parte de Oriente Medio.

 

Tengo pedida a Itaca, la librería que mi amigo Julio acaba de abrir en Gijón, media zona de libros sobre la historia y el arte de Oriente Medio y no puedo salir de bares, que tengo que ahorrar para irme a Persia lo más pronto posible.

 

Así las cosas, convendrán conmigo en que hago bien en odiar a Daniel. Porque uno se marcha a Siria a pasar las Navidades tan tranquilo, sin haber preparado nada antes del viaje, a dejarse sorprender por un paisaje del que muy poco sabía antes de partir, y vuelve convertido en un enamorado, en un adicto y en un rendido admirador de unas tierras y unas gentes a las que ya lleva en el corazón.

 

Y buena parte de la culpa de ello la tiene el tan mencionado Daniel González. Es éste un catalán del mundo que, nacido en Barcelona, lleva diez años residiendo en Damasco, dedicado a la noble tarea de convertir a los turistas que, como yo, llegan despistados a la Siria de sus amores, en sirios de pensamiento, palabra y adopción.

 

Entre las múltiples acepciones de «guía» que trae mi enciclopedia hay una que reza así: «persona que conduce y enseña a otra el camino». Y otra que señala: «Lo que en sentido figurado dirige o encamina». Yo he añadido una última definición, escrita a mano y con rotulador de tinta indeleble: «Daniel González».

 

Hace unos meses escribía sobre Antonio Bonilla, un extraordinario guía que te muestra la Alhambra más poética que se puede imaginar. Hoy, la palabra guía, tiene un nuevo rostro para mí: el de un Daniel González que no se limitaba a cumplir honestamente con su trabajo, sino que se esforzaba porque el grupo de turistas que le había caído en suerte se enamorara un poco de esa tierra que a él mismo le ha arrebatado el corazón. Y doy fe de que lo ha conseguido.

 

Ojo, no es una opinión meramente personal. El resto de integrantes de nuestro grupo pueden atestiguarlo. Y si nos piden que lo firmemos ante notario, sólo haríamos una pregunta: ¿cuándo y dónde?

 

Historia, cultura, arte, costumbres y tradiciones, política y gastronomía, economía y religión… de todo eso y de más interrogábamos, más que preguntábamos, a Daniel. Y de todo ello hablaba con la naturalidad y la sencillez que da el conocimiento y el gusto por transmitirlo. Decir que éramos alumnos aplicados tampoco tiene mucho mérito, que ya sabemos que hasta los más recalcitrantes gamberros de la clase, cuando dan con un buen maestro, se convierten en dulces corderitos, ansiosos por aprender.

 

Así que, gracias a Daniel, hoy sabemos un poco más que antes de empezar nuestro viaje sobre las culturas mesopotámica, greco-romana, bizantina, árabe y medieval. Gracias a Daniel nos hemos dado el gusto de probar la más exquisita y variopinta gastronomía oriental y, en fin, gracias a Daniel, Siria, sus paisajes y sus gentes, tienen un huequecito muy especial dentro de nosotros.

 

Así que sólo me queda una cosa por decir: id a Siria. De verdad. Es un sitio maravilloso y sorprendente. Pasad de esas campañas puestas en marcha por lo más rancio de los EE.UU. y sus infames topicazos sobre el Eje del mal y otras chorradas por el estilo. No lo dudéis y dejaros atrapar por la hermosura de la ciudad caravanera de Palmira, la magia del Damasco antiguo o el Barrio Armenio de Alepo.

 

 Pero eso sí, cuando contratéis el viaje, sea la agencia que sea, aseguraos de que su corresponsal sirio sea Baalbeck Tours ( www.baalbecktours.com ) O contactad directamente con ellos. Ahora bien, no pidáis, ¡exigid! que vuestro guía sea Daniel.

 

Eso sí, cuando os veáis de vuelta en casa, encerrados, ojerosos de tanto leer y sin poder salir a tomar una birra porque estéis ahorrando hasta el último euro para volver a Oriente, le maldeciréis con saña. Igual que ahora mismo estoy haciendo yo…

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

17 de enero de 2005.