El hombre y la piedra

Cuando leí el titular de Maroto hablando de la Semana Santa y la posibilidad de reactivar los viajes de interior, automáticamente pensé en el Maroto del PP, el único que me sonaba. Traté de ubicarle en algún puesto de responsabilidad autonómica que le habilitara para pronunciarse sobre el particular, pero no lo conseguí.

Busqué la noticia y me encontré con que la autora de la declaración de marras había sido Reyes Maroto, a la sazón ministra de Industria, Comercio y Turismo. La hizo en una entrevista en un programa de viajes de Onda Cero y vinculó la reactivación del sector a la campaña de vacunación, pero lo que trascendió fue el titular: Semana Santa y viajes.

A estas alturas de la pandemia, cuando se acaba de cumplir un año del primer caso detectado en España —que iba a ser marginal, en preclara previsión del ínclito Simón— hemos pasado por operaciones de salvamento tan ‘exitosas’ como las del Verano, el Puente del Pilar y, la más reciente, Salvar la Navidad, como si fuera el soldado Ryan.

Cuando estamos en cifras récord de contagios, con los gobiernos autonómicos exigiendo medidas más duras al Gobierno central, resulta chusco encontrarse con una ministra hablando de viajes y Semana Santa. Dado que el ejecutivo de Sánchez ha decidido abstenerse en todo lo referente a la gestión de la segunda y tercera ola de la pandemia, sería recomendable que sus ministros, cuando menos, se quedaran calladitos y sin estorbar.

Colectivos de profesionales como los sanitarios o los docentes están echando el resto, encadenando una ola pandémica tras otra y lidiando con los estragos provocados por las diferentes operaciones salvadoras que llevamos a nuestras espaldas. Escuchar según qué incongruencias, duele.

O lo mismo es que la ministra Maroto se encuentra tan abstraída en sus cosas que no está al tanto de cómo va lo de la vacunación, que no es para tirar cohetes, precisamente.

Ojalá mejore la situación. El sector turístico es uno de los más afectados por la caída del 11% del PIB en 2020. Pero no hay más que seguir la actualidad para percatarse de que, por el momento, el panorama es desalentador. Muy desalentador. Insisto: ojalá cambiemos de tercio en las próximas semanas y podamos darnos un garbeo en primavera, pero hablar de ello ahora mismo es una frivolidad. Parafraseando a Félix Rodríguez de la Fuente, evitemos la cuarta temporada de ‘El hombre y la piedra’.

Jesús Lens

Salvarnos en la Navidad

Ayer, ordenando papeles, me encontré un IDEAL cuyo gran titular ocupaba toda la portada: “Récord de positivos en Granada y el peor dato de fallecidos desde el 7 de mayo”. ¿Saben de cuándo era? Del sábado 26 de septiembre.

Conviene recordar estas cosas ahora que nos intentan vender la moto de que en Granada todo iba bien —ya saben: Granada es un destino seguro— hasta el puente del Pilar, que fue cuando todo se torció. Es importante tener esos datos en cuenta, también, de cara a contextualizar esa campaña que se ha dado en llamar Salvar la Navidad, cálida y dickensiana denominación infinitamente más enternecedora que el frío y capitalista Salvar la Economía.

En necesario que los comités de sabios, las comisiones de expertos y las autoridades competentes al mando de las operaciones pandémicas —de haberlas— analicen bien el caso de Granada y su nefasta operación Salvar el Puente. La manida frase ‘como si no hubiera un mañana’ nunca tuvo tanto predicamento: hacer caja durante cuatro días locos para, semanas después, tenerlo que cerrar todo a cal y canto. ¡Qué gran negocio!

No existe la disyuntiva entre salud o economía. Granada es la prueba de que, en cuento nos olvidamos mínimamente de la salud en unas circunstancias tan complicadas como las que estamos viviendo, miles de personas infectadas y decenas de muertos conllevan el colapso de la economía. Otra vez.

Son muchas las cosas que se pudieron, que se debieron haber hecho antes. Llegados a este punto y encarando el final de noviembre, ya no aplican. De cara al puente de la Inmaculada Constitución y la Navidad, la única campaña posible es la de salvarnos a nosotros mismos para salvar a los demás. Y, de paso, a la famosa economía. Sin embargo, por lo que le oímos ayer domingo al presidente de la Junta de Andalucía, perdónenme que me tema lo peor y que, si se abre diciembre a la movilidad sin control, nos enfrentemos en enero a una tercera ola.

Olvidemos los desplazamientos, las fiestas presenciales, las comidas/cenas de empresa y las reuniones familiares. Pero no nos resignemos. Varias tiendas y restaurantes granadinos están preparando ricas cestas y sabrosas opciones gastronómicas para mantenernos unidos a través de la comida y la bebida. Cada uno en su casa y Zoom en la de todos. Seamos imaginativos y cambiemos el paso. Nada de melancolías y depresiones.

¿Y la economía? Reforcémosla comprando en las tiendas de nuestro barrio, nuestro pueblo y nuestra ciudad. Buscando productos de cercanía, made in Granada y Andalucía. Adquiriendo ropa, zapatos y zapatillas hechos en España. Regalando libros, tebeos, discos y películas de gente de aquí. El apoyo mutuo de los socialistas utópicos de antaño, pero en versión Capitalismo 20.20.

Jesús Lens