Lo que voy a leer

Estos días tengo un compromiso lector importante y excitante, que me va a tener ocupado una o dos semanas. Se trata de un tema profesional del que hablaremos, largo y tendido, una vez haya pasado el No-Puente de la Inmaculada Constitución.

Pero apenas termine con dicho compromiso, aquí os avanzo las tres novelas a las que ansío hincarles el diente. Las novelas que me tienen loco perdido, por no haber podido, aún, empezar a pasar sus páginas.

«Afilado como un blues a medianoche» es lo último, lo más reciente, del gran Javier Márquez cuya «Letal como un solo de Charlie Parker» hemos recomendado, glosado y defendido hasta la saciedad. Y ahí están los chicos de Salto de Página, alumbrando una nueva y excitante aventura del inefable Eddie Bennet.

Afilado como un Blues a Medianoche

Rafael Sarmentero se descuelga con una nueva obra cuya rompedora portada ya es una declaración de intenciones en sí misma. ¿Os acordáis de «Qwerty/Vintage»? Pues estoy seguro de que esta «Malasaña Chai Tea», publicada por Algón Editores, tampoco nos dejará indiferentes.

Malasaña Chai Tea

¿Y qué decir de Alexis Ravelo», cuya anterior «La estrategia del pequinés» nos permitió disfrutar del noir español más clásico y, a la vez, más contemporáneo? Con «La última tumba», publicada por EDAF, Ravelo se hizo acreedor del Premio Getafe de Novela Negra.

La última tumba

La duda es, ahora… ¿por cuál empiezo?

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Esta noche arderá el cielo

“La foto de una escena que está a siete mil años luz de la Tierra, cortesía del tiránico, ciclópeo, telescopio Hubble. El ojo de vidrio más poderoso de la humanidad, mirando por el coño del cosmos. El quinto coño. Que, en rigor, anda por la región astronómica NGC6611”.

Esto es así.

Lo tomas o lo dejas.

¿Quieres jugar? ¿Quieres entrar en la partida? Pues ésas son las reglas y Emilio Bueso, el crupier, tras barajar concienzudamente las cartas, ya ha empezado a repartirlas. ¿Has pedido las tuyas?

Pues que sepas que “Esta noche arderá el cielo”, la nueva obra del dos veces ganador del Premio Celsius de Semana Negra a la mejor novela de ciencia ficción con «Cenital» y «Diástole», también publicada por la editorial Salto de Página; parte de esas premisas.

 esta noche arderá el cielo Bueso

¿Premisas? ¿Qué premisas?

Tres. Tres premisas, tres: Ciencia, ficción y humor macarra.

La parte científica de la novela tiene que ver con la astronomía. Con los cielos en movimiento. Con las estrellas en ebullición. Al estilo de aquello que se preguntaba Siniestro Total, sobre si el universo es cóncavo o convexo.

Nunca antes había sentido tan cerca el cielo tan explosivo, tan aterrador, tan magnético y tan hermoso como en la narración de Bueso. Y no hablamos de un cielo cualquiera. Hablamos del cielo más puro que se puede contemplar. El cielo que cubre una de las zonas más especiales del mundo: la del norte de Canadá, allá donde la aurora boreal demuestra que Dios, entre otras cosas, puede ser un maravilloso artista.

 esta noche arderá el cielo Trans Taiga

Bajo un cielo tempestuoso en el que el sol anda enredando con sus explosiones, provocando tormentas magnéticas que inutilizan cualquier sistema de comunicación; dos tipos circulan en moto. Y tampoco son dos tipos cualquiera. O sí. Depende de lo que entendamos por “tipos cualquiera”. ¿Pueden ser cualquiera, dos tipos que circulan por la mítica Trans-Taiga, la carretera más larga y solitaria del norte de Canadá, cuyos seiscientos kilómetros de longitud terminan por llegar a… ningún sitio?

También circulan por allá un padre y un hijo. En una camioneta. Y un avión. Aunque lleva las luces apagadas. Y, claro, están los indios. Los originales. Los de verdad. Los Cree. Y, en el bosque, los animales. Animales amenazadores, salvajes; cuyos rugidos congelan la sangre.

Entonces, cae la noche. Y comienza la ficción. Y la acción.

 esta noche arderá el cielo portada

Una acción trepidante que, a través de los recuerdos de los protagonistas, nos permite conocer sus diferentes historias. Biografías complicadas. Como las de tantas y tantas personas. Y, quizá por eso, toda la narración está impregnada de un humor macarra que habrá a quién le guste más y habrá a quién le guste menos. Pero que es el que es. Y punto.

Puede parecer raro, bizarro incluso, que en mitad de la Taiga canadiense, se ponga a uno de los personajes mirando a Cuenca. Pero así es Emilio Bueso. Así es su prosa. Así es su estilo. Como si el protagonista de su novela fuera el “Snake” Plissken al que Kurt Russell diera vida en las películas fuguistas de John Carpenter.

 esta noche ardera el cielo

La apuesta de Bueso con “Esta noche arderá el cielo”, como no podía ser de otra forma, es fuerte. Muy fuerte. Y arriesgada. Desde luego, ahora mismo no hay otra voz como la suya en las letras españolas. Unas letras en las que la fantasía y la ciencia ficción cada vez tienen más importancia. Y, en dichos géneros, Bueso es uno de los putos amos.

Desde luego, el más canalla, cínico y deslenguado.

Cuando leas la novela, verás que me das la razón.

Jesús Lens, mirando al cielo y esperando verlo arder.

En Twitter: @Jesus_Lens

Últimos días en el Puesto del Este

Fue una tarde extraña. Ya estábamos en pleno verano. Viernes. Julio llamaba a la puerta del calendario. Bajé a la playa. Pronto. Temprano. Antes, salí a correr. Pero la niebla no levantó. Desde la misma orilla, el mar era gris. Del color del mercurio. Amenazante y ominoso. Como un mar del norte. Aunque fuera el Mediterráneo. Como el mar de “La carretera” que fotografió Javier Aguirresarobe para adaptación cinematográfica de la novela homónima de Cormac McCarthy.

La playa de Carchuna. Julio. 2013.
La playa de Carchuna. Julio. 2013.

Hacía frío. Se estaba bien. Escuchando las olas romper sobre las piedras de Carchuna, una de las playas más felizmente ignoradas del litoral granadino. A la vista: nadie. El vacío. Soledad total. Y absoluta.

Empecé a leer.

“Arrecia el frío y aquí, en el Puesto del Este, empiezan a escasear las vituallas. Nueve meses de sitio son mucho tiempo. Ellos siguen ahí afuera, ya casi nunca se les oye, pero podemos sentir su tensión y oímos también las patas de sus perros, las uñas contra la piedra. Su silencio es casi peor que lo otro. El capitán partió a buscar algo, solo eso, algo. Salió sin despedirse para no romper esto que llamamos equilibrio y que sólo es una representación a punto de romperse. Su ausencia resta coraje a la tropa. Afortunadamente, están los niños y eso nos obliga a mantener el ánimo”.

Punto y aparte.

 Últimos días en el Puesto del Este

Un par de horas después, seguía leyendo: “En ese mismo momento yo aproveché para cortarle la cabeza y acabar así con la Bestia y que volviera la paz”.

Punto final.

Hay lecturas que ya nunca podrán olvidar. Mementos Lectori, las llamé una vez. Lecturas que se te quedan grabadas, por siempre jamás. A sangre y fuego. Ésta de Cristina Fallarás, editada por esa editorial guerrillera y francotiradora que es Salto de Página es una de ellas.

 cristina fallaras

No sé si la lectura de “Últimos días en el Puesto del Este” me habría impresionado tanto o la habría disfrutado de la misma manera de haberla leído en otras condiciones. Quizá. Pero la fortuna quiso que las condiciones atmosféricas me ayudaran a sumergirme en la insania de una narración radicalmente despojada de artificios; escrita a cuchillo, cincelada a machete. Una narración áspera y desesperanzada. Y dura. Muy dura. Sin concesiones.

“Últimos días en el Puesto del Este” son cien intensas páginas que no dan tregua. Que nos hablan del aquí y el ahora a través de un mundo que, todavía, está por llegar. Pero que ya asoma sus garras por debajo de la puerta. Un mundo cruel, hostil y despiadado en el que la solidaridad no es sino una ilusión y la esperanza, un recuerdo.

Queda la memoria. Y la supervivencia. Y poco más.

 Cristina Fallarás

Gracias, Cristina, por este hostión. En toda la boca.

En Twitter, nos podemos encontrar: @Jesus_Lens

El escondite de Grisha

Desde que la Semana Negra creó el premio Celsius a la mejor novela de fantasía y ciencia ficción, en 2008, el autor pamplonica Ismael Martínez Biurrun lo ha ganado ya en dos ocasiones con sus novelas “Rojo alma, negro sombra” y “Mujer abrazada a un cuervo”.

Reconozco que, aun habiendo tenido ocasión de charlar con Ismael en pasadas ediciones de Semana Negra y pareciéndome un tipo cabal y con un discurso más que interesante, no había leído nada suyo.

Hasta ahora.

Hasta que me tocó ser jurado de la edición 2012 del referido premio, en el marco de la vigésimo quinta Semana Negra.

Me hizo ilusión cambiar de registro, después de haber sido jurado de otros premios de SN, como el Silverio Cañada (aquella “Celda 211”, ¡hasta dónde acabó llegando!) o el mismísimo Hammett.

Un premio que me ha dado la oportunidad de leer a Juan Ramón Biedma y su “Antirresurrección”, la “Diástole” de Emilio Bueso y “2022 La guerra del gallo” de Juan Guinot, cuyas reseñas tenéis disponibles en los enlaces correspondientes)

Y, por supuesto, “El escondite de Grisha”, que paradójicamente tiene algunas conexiones temáticas con la novela de Bueso, más allá de compartir la edición con la inquieta y astuta Salto de Página.

¿Por qué se esconde Grisha, un niño, en una biblioteca madrileña y tiene arrebatos de escritura automática… en idioma ucraniano? ¿Por qué Olmo, el nuevo y desgarbado bibliotecario se acerca a él, aun a sabiendas de que su vida volverá a verse transformada y trastornada, justo cuando creía haber encontrado una cierta paz en su existencia?

La novela tiene dos partes diferenciadas, pero igualmente atractivas. La primera transcurre en Madrid y cuenta la relación entre los personajes principales y de éstos con algunos de los secundarios de la historia. Después, se convierte en una narración de viajes, cuando Olmo y Grisha emprenden su periplo por Ucrania, a la vez huyendo de España y en busca de la verdad.

Una verdad que, como todas las verdades, será explosiva. Y demoledora. Y conllevará efectos secundarios.

Es complicado hablar de esta novela sin desvelar partes de su trama que arruinen la lectura. Por ello, solo insistiremos en que es un pedazo de novela de esas que se devoran, de las que imantan y cuyos personajes se convierten en parte de tu acervo literario, por siempre jamás.

La historia de Grisha, trágica, hermosa y emocionante, no dejará indiferente a un lector que se sentirá conmovido y sobrecogido en algunos de los pasajes de la novela.

Porque hay medallas que imprimen carácter, héroes que no pudieron contarlo y liquidaciones que marcan una vida.

Jesús ucraniano Lens

Llega «Cenital»

«¿Y entonces qué?


Entonces las tiendas se quedarán sin comida. El agua dejará de salir de los grifos.


Los apagones nos parecerán un pequeño inconveniente comparados con el hambre y la sed. El despliegue de la oscuridad marcará el fin de nuestra civilización».

Guy McPherson.

Parafraseado por Emilio Bueso en su novela «Cenital». La novela que no quieres leer. La novela que tienes que leer.

Ten miedo. Mucho miedo.

Llega… CENITAL

Jesús abuesado Lens

¿Tiene sentido saber lo que publicamos los anteriores 29 de julio? Por si acaso: 2008, 2009, 2010 y 2011.