Roscón bajo en calorías

Quiso la casualidad que, justo después de ver “Arkangel”, el segundo episodio de la temporada 4 de “Black Mirror”, me encontrara con el siguiente titular en la web de un periódico de los llamados serios: “La única receta del Roscón de Reyes avalada por los nutricionistas”.

¿En serio? ¿De verdad alguien espera algo de un Roscón avalado por los nutricionistas? ¿No es un titular de semejante jaez prueba suficiente de que caminamos hacia la extinción?

Cada vez me jode más esa modalidad de periodismo-para-gilipollas que no deja de insultar al lector, interpelándole en segunda persona sobre todo lo que -supuestamente- no sabe o lleva haciendo mal toda su vida. Pero ahora, además, hay medios de comunicación tan sobrados que tratan de salvarnos la vida, una y otra vez, todos y cada uno de los días del año. Por ejemplo, con la receta avalada por nutricionistas para un Roscón de Reyes.

¿No entienden que si nos comemos el Roscón, una maldita vez al año nada más, es para disfrutar de él y refocilarnos en todo lo malo que tiene, incluyendo ese cosa rara, venida del espacio exterior, llamada fruta escarchada? ¿No entienden que si los Roscones llevan cada vez más nata, crema pastelera y/o chocolate, es para que la culpabilidad del placer sea mayor?

Un Roscón de Reyes avalado por nutricionistas es quitarle todo el sentido y la magia al último manjar navideño: hacernos disfrutar como niños de su ingesta. Y, para eso, tiene que ser dulce, goloso, empalagoso y empachoso.

Estamos llegando a un punto de imbecilidad generalizada de tal calibre, y con ello enlazo con Black Mirror, que pretendemos tener un control absoluto sobre todas las facetas de nuestra vida, engañándonos a nosotros mismos, por ejemplo, con Roscones de Reyes avalados por nutricionistas.

Queremos poder comer de todo, no engordar y, además, que los alimentos sean sanos, naturales y saludables; beneficiosos para la salud, nutritivos y probióticos. Y baratos y fáciles de preparar. Y naturales, ecológicos, solidarios y de comercio justo.

Vade retro, Satanás!

Y no. En la mayoría de los casos, la cuadratura del círculo no es posible y tratar de controlar todos los aspectos de nuestra existencia, persiguiendo una vida sin riesgos ni sobresaltos, además de ser imposible, no es deseable: vean “Arkangel” con sus familias y ya verán el monumental debate que se arma.

Jesús Lens

Torta de la Virgen

En Granada hay dos tipos de gente: los que piden la Torta de la Virgen tradicional y los que la piden con relleno moderno de crema pastelera, nueces, almendras y hasta de chocolate.

Torta de la Virgen granadina

La torta de toda la vida, con su relleno de cabello de ángel, no es como el tradicional Roscón de Reyes, algo difícilmente comestible que exige ser sumergido en un gran tazón de leche Puleva bien caliente para que haga efecto esponja. Que si no, no hay quien se lo trague.

Roscon de Reyes

La Torta de Virgen, con su delicado cabello de ángel y su compacta capa de azúcar por encima, no necesita de mares lácteos por los que navegar para ser un bocado exquisito. Y así nos lo parece, estoy convencido, porque solo se come una vez al año. Y de este tema, menor, pero creo que interesante, hablo hoy en IDEAL.

De ahí que no entienda esa moda de rellenar la Torta de la Virgen de mil una garguerías. Y es que, de un tiempo a esta parte, con la popularización de las artes pasteleras, lo mismo da que te comas una tarta de cumpleaños que un roscón de reyes. Una torta de virgen que una torta de chocolate. Todo acaba sabiendo a lo mismo.

Que yo soy un adicto al cacao, ojo. Que, siempre que puedo, pido de postre el Pastel de Tres Chocolates bañado en Chocolate Blanco sobre Lecho de Chocolate Negro. Pero una Torta de la Virgen es lo que es. Y punto. Y, dado que se come una vez al año, ¿qué necesidad hay de meterle todo tipo de cremas pasteleras? ¿Por qué no disfrutar de una receta única y original, estos días de septiembre?

Chocolate

Detalles tan nimios y escasamente importantes como éste constituyen una prueba más de que, poco a poco, vamos estandarizando nuestras vidas hasta en los aspectos más banales e intrascendentes. Comidas que saben iguales unas que otras. Aceites que no rascan la garganta. Música fácilmente intercambiable. Literatura fabricada a golpe de sujeto, verbo y predicado en frases de una línea que no cansen al lector…

Llega el veintipico de septiembre y comprar la tradicional Torta de la Virgen se convierte en un acto de resistencia propio de aquellos Galos de Asterix que tomaban su pócima mágica para derrotar a los romanos. Que no es por la torta en sí. Ni por el chocolate. Que es por el detalle. Nada más. Y nada menos.

Jesús Lens

Twitter Lens

DE NUEVO EN ESTAMBUL

Y de nuevo en tránsito. Pero antes de nada, una buena noticia. Hace unas semanas hablábamos de José Cendón, periodista secuestrado en Somalia. Hoy es un buen día. Ha sido liberado. Menos mal. Un tránsito a horas más insensatas que a la venida. Al final, apenas dormí. Estuve leyendo «Tokio Blues» cuando cayó la noche sobre Damasco y después salí a comprar unas tortas horneadas, de queso y tomate, para cenar algo. Y seguí leyendo.

 

Y, después, la vorágine del transporte, las colas, los visados de salida, el pago de las tasas… en este caso, muy facilitado todo por el buen trabajo de Talan, nuestro hombre en el Damasco más burocrático y pesado.

 

El avión, el sueño, el desembarco en Turquía, pasar los controles del Tránsito Internacional… En estos momentos, uno pagaría mucho dinero por tener una varita mágica que le depositara en su cama del Zaidín granadino. Pero todo esto forma parte del viaje, claro.

 

Las ojeras me deben llegar por los suelos. Había pensado descargar las fotos y empezar a trabajarlas, pero no hay ganas.

 

En vez de subirlas a las entradas viajeras ya escritas, haré como con las fotos de Senegal: aprovechar cada una de ellas para añadir un párrafo que sirva para contextualizarlas. Y así, recordar momentos, paisajes y personas, pero primando la imagen por encima de las palabras. Aunque no tengo mucha confianza en estas fotos, la verdad.

 

Pero será mañana. Hoy aún me queda llegar a Madrid y de allí coger el bus en la Estación Sur. Voy a llegar hecho una piltrafa integral. Menos mal que me esperan un poquito de jamón y un Roscón de Reyes esta noche. Y, sobre todo, el calor de la familia, que se echa de menos cuando uno se va a dar tumbos por esos mundos.

 

Ya van llegando nuevas propuestas de viajes. Ideas. Sugerencias. Invitaciones…

 

Pero es tiempo de descansar. Es momento de aposentar todo lo visto, de digerir las sensaciones vividas y de gozar con el evanescente recuerdo del viaje que termina.

 

Es tiempo, también, de trazar esos necesarios propósitos de año nuevo y empezar a cumplirlos desde el principio. Correr, leer, estudiar, ver buen cine, estrechar lazos con los amigos… lo normal, vamos. Es tiempo de volver a una normalidad que, después de este viaje será mucho más tranquila y reposada que en los meses recién terminados, afortunadamente.

 

El principio de año, por tanto, se presenta sereno y ordenado. Hay que aquilatar los conocimientos adquiridos en este viaje, hay que volver a la montaña y hay que leer y estudiar más. Y escribir, claro. Escribir sin prisas pero sin pausas.

 

En fin, que tengan ustedes un buen lunes ya que el mío, cansado y somnoliento, no lo será hasta que termine de traspasar la barrera que supondrá la Cabalgata de Reyes entre la estación de autobuses de Granada y la casa de mi hermano.

 

Eso sí, leer, estoy leyendo una jartá 😉 Y Murakami, como preveía a en mi salida, será mi personal primera gran revelación del 2009. Lo está siendo, de hecho.

 

Buen día para todos.

 

Y no gasten mucho. Que la belleza está en el interior 😉

 

Jesús Lens.