Soy refugiado. ¿Puedo pasar?

Llevo horas dándole vueltas. ¿Qué haría yo? Reconozco que no he participado en la consulta organizada en Redes Sociales por IDEAL. Mi primera intención hubiera sido votar que sí. Que por supuesto. Porque, ante estas cuestiones y cuando se trata de darle a un botón, es muy fácil ser solidario, comprometido, concienciado y generoso.

Encuesta Refugiados

Pero, siendo honesto conmigo mismo: ¿de verdad estaría yo dispuesto a acoger a un refugiado sirio en mi casa? Y la respuesta más probable, como acreditan las conclusiones de la encuesta, es que NO. Al menos, eso ha votado un 80% de los participantes en una consulta cuyos resultados me parecen bastante más creíbles que buena parte de las encuestas electorales cocinadas por los más sesudos expertos demoscópicos de este país (Lean este estupendo artículo de J.E. Cabrero, que lo borda) . De este tema hablo hoy en IDEAL.

¿Meter a un refugiado en casa? ¡Ni de coña! Una cosa es, como en el “Plácido” de Berlanga, sentar a un pobre en su mesa en Navidad. Pero, ¿acoger a una persona, así sin más? Y ahí está la clave. En el “sin más”. Porque todos llevamos vidas complicadas, apuradas, caóticas, aceleradas, estresantes, angustiosas… ¿Y dónde entra, ahí, un refugiado sirio?

¿Cómo enfrentarnos a la mirada de una persona que lo ha perdido todo, excepto su vida? ¿Cómo explicarle que su mera existencia y la realización de actividades cotidianas tan sencillas como dormir, comer, lavarse o pasear serían susceptibles de trastornar nuestra existencia y, quizá, de cambiarla para siempre?

LES104 LESBOS (GRECIA) 09/09/2015.- Varios refugiados sirios llegan en una lancha neumática a la costa de Mitilene en la isla de Lesbos, Grecia, tras cruzar el Mar Mediterráneo, hoy, 9 de septiembre de 2015. Alrededor de 3.000 refugiados procedentes de Turquía desembarcan a diario en Lesbos, una escala más de su larga travesía hacia países del norte y centro de Europa. EFE/Orestis Panagiotou
LES104 LESBOS (GRECIA) 09/09/2015.- Varios refugiados sirios llegan en una lancha neumática a la costa de Mitilene en la isla de Lesbos, Grecia, tras cruzar el Mar Mediterráneo, hoy, 9 de septiembre de 2015. Alrededor de 3.000 refugiados procedentes de Turquía desembarcan a diario en Lesbos, una escala más de su larga travesía hacia países del norte y centro de Europa. EFE/Orestis Panagiotou

Hace unas semanas, una amiga me contó la historia de unos conocidos suyos que, de viaje por África, le dejaron una tarjeta con sus nombres y teléfono a un chaval muy amable y simpático que les había caído en gracia. Meses después, recibieron una llamada. Era el muchacho. Que estaba en Granada. Que no conocía a nadie, no sabía qué hacer ni a dónde ir.

¿Cómo reaccionar, frente a una situación como ésa? Ellos fueron a buscarle, le alojaron, le ayudaron y, ahora, ese chico vive en España, con sus papeles en regla, ganándose honradamente la vida.

Refugiados

¿Qué hubiera sido del chaval si ellos no hubieran respondido a la llamada? Un 80% de nosotros haríamos oídos sordos a la misma. O habríamos balbuceado una excusa, antes de silenciar el móvil y bloquear las llamadas entrantes de un número que, desde ese momento, solo encontraría silencio, vacío e indiferencia al otro lado de la línea.

Jesús Lens

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Frialdad intolerable

Mi artículo de hoy, en IDEAL, comienza así: lean, lean ustedes “Los surcos del azar”, por ejemplo. Se trata de un tebeo de Paco Roca que cuenta la historia de Miguel Ruiz, un republicano español exiliado en Francia.

Los surcos del azar

Lean “Herejes”, de Leonardo Padura, en la que se cuenta la historia del barco S.S. Saint Louis que, en 1939, permaneció varios días fondeado frente a La Habana. Y si no tienen ganas de leer, vean la película “El viaje de los malditos”, que cuenta la misma historia, aunque de forma completamente distinta.

herejes padura

Leer historias del pasado, aunque sea del pasado reciente, suele hacer que nos llevemos las manos a la cabeza. ¿Cómo pudieron ser los franceses tan crueles y despiadados con los españoles que huían de las tropas franquistas? ¿Cómo pudieron tratarlos tan mal, encerrándolos en campos de concentración?

¿Y qué me dicen de aquellos cerca de 1.000 judíos que habían escapado de Hitler y a los que no dejaron desembarcar en Cuba, obligándoles a volver a la Alemania nazi en la que les esperaba la más cruel de las muertes? ¿No es algo inconcebible, nauseabundo y repugnante?

Dentro de tres, cinco, diez o cincuenta años, habrá escritores y cineastas que cuenten el conocido como Drama de los Refugiados, y los ciudadanos que lean sus novelas o vean sus películas, sentirán el mismo asco, impotencia e incomprensión que experimentamos nosotros con estas historias de la II Guerra Mundial.

Los surcos del azar humillación

Ahora, sin embargo, por muchas imágenes que vemos en los medios de comunicación, el tema de los refugiados nos deja fríos. Como ese otro drama, al que ya hace años que nos acostumbramos: el de la inmigración.

Resulta sintomático que, cuanto mayor énfasis ponemos en el lenguaje -con el DRAMA DE… se nos llena la boca-, menos esfuerzo hacemos por revertir la situación. Al menos, por intentarlo. O por presionar a los que podrían hacer algo realmente útil.

Sí. Es una situación muy compleja. Por supuesto. Pero busquen información sobre los Niños de Morelia, por ejemplo. Y verán que, cuando quieren, pueden. Tecleen en Google el nombre de otro barco, bendito en este caso: el Sinaia que llevó a México a 1.599 refugiados españoles.

Sinaia

Sí. Las circunstancias no son las mismas y tal y tal y tal. Pero los refugiados sirios sufren, se congelan y mueren a las puertas de Europa. ¡Y hay que hacer algo! ¡Ya! Porque es de justicia.

Jesús Lens

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La cuestión siria: indignidad

El 26 de agosto de 2013, leíamos el siguiente titular en El País: «Obama da los últimos pasos hacia una intervención militar en Siria». Lean, lean y fíjense cuánta contundencia… para nada.

Obama, anunciando la inminente intervención en Siria, en 2013, por televisión...
Obama, anunciando la inminente intervención en Siria, en 2013, por televisión…

Dos años después nos hemos olvidado de que Bachar el Asad era un asesino sin escrúpulos que utilizó armas químicas contra sus propios ciudadanos. Porque entonces «llegó» el Estado Islámico y todo cambió. Hezbolá, Irán y el chiísmo radical ya no parecían ser la peor pesadilla para Estados Unidos. Ahora, Obama se apoya en estos regímenes para combatir al Estado Islámico cuando precisamente fue el régimen de Washington el que alentó a las facciones más integristas de Arabia Saudí de las que nació el EI… para combatir el chiísmo.

Dos años después, se vuelve a hablar de intervención en Siria. Pero de un tenor muy diferente. Dos años después…

El País Siria

¿Y, mientras, en Europa? Pues eso. Que habrá que hablar con Al Asad, que se nos está llenando el patio de atrás, AHORA, de incómodos refugiados. Y algo habrá que hacer, AHORA, no sea que muera otro niño en la playa frente a una cámara de fotos y se vuelva a liar la cosa, con la gente pidiendo que se haga algo. AHORA. O mañana, ya si eso…

Lean, lean el acertado y preclaro análisis que hace un experto hoy, en El País, dos años después de aquel otro titular: Larga vida a Al Asad.

- ¿Qué soy un qué, me decíais? Repetid, anda, que no lo he oído bien...
– ¿Qué soy un qué, me decíais? Repetid, anda, que no lo he oído bien…

Qué inquietantes, oportunistas y dolorosas resultan la geoestrategia y la política internacionales…

Jesús Lens

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