Un regalo inesperado

El sábado, que llovía a cántaros, estaba yo refugiado en mi cueva, echando un Apalabrados con el Gran Rash, cuando mi impaciente amigo me urgió a terminar la partida porque tenía que ir a recoger unos tebeos.

En broma, por el chat del adictivo juego de construcción de palabras, le dije:

– ¡Cómprame alguno!

El lunes, a las 8, en lo más crudo del comienzo de la semana laboral, el Gran Rash me trajo este tebeo.

Y se empeñó en que no se lo pagara.

La semana avanza, a trancas y barrancas, con sus luces y sus sombras.

Pero cuando las cosas se tuercen, pienso que una semana que comenzó con un regalo inesperado no puede ser tan mala, ¿no?

¡Gracias Rash! (Pero esto no es óbice para que siga pensando que “clámide” es una palabra de mierda… 😉 )

VIVIR DE CINE

Escribía el polémico Andrés Caicedo, crítico, guionista y novelista precoz: “Yo podría pasarme los días sin otra cosa que intercambiar títulos de películas y nombres de directores.”


Y remataba tan radical afirmación con otra declaración de principios del mismo jaez: “Llegué con Luis a la conclusión de que sólo nos interesa una persona en la medida de la cantidad de cine que vea”.

Hace unas horas que reseñábamos un libro sobre él, que ha provocado pocos, pero intensos comentarios, en el Blog y en mi Facebook, en cuyo muro publiqué la frase que encabeza este artículo y al poco rato llevaba cuatro adhesiones incondicionales, cuatro “Me gusta”.

Estas semanas, por cuestiones de trabajo, andamos pensando, escribiendo y hablando de cine. El AulaCine CajaGRANADA ha arrancado su nueva temporada con un ciclo de películas de humor y todos los que estamos en el ajo andamos hablando de los títulos elegidos, las fotos para los PDFs, las sinopsis, el porqué ésta sí y aquélla no…

Ayer arrancamos con “Atrapado en el tiempo”. Hubo una buena entrada, en el Teatro CajaGRANADA, y daba gusto escuchar las carcajadas de la gente, con las ocurrencias de Bill Murray, con tus torpezas y sus aciertos.

Al salir, me encontré con el Gran Rash. Nos fuimos a tomar unas birras, al Puerto Madero, aprovechando que todavía hay terracita… y temperatura para disfrutarla.

Y hablamos un poco de trabajo, algo sobre viajes, un minuto sobre deportes… pero, sobre todo, hablamos de cine. Y de televisión. Que viene a ser lo mismo. De películas clásicas y contemporáneas, de “El gran Vázquez”, y lo injusto que es que no esté arrasando en taquilla, de Machete, “Modern Family” y “El Ala Oeste de la Casa Blanca” y las reseñas de Cabrero en IDEAL. Por alguna extraña razón no hablamos de Pixar, pero sí de 1960 como un año importante del cine, del Retroback, Marilyn y los Jóvenes Realizadores.

Fueron sólo un par de horas, pero era martes, era de noche… y el camarero había retirado todas las mesas de la acera. Menos la nuestra, claro.

De una charla como ésta nació “Hasta donde el cine nos lleve”, y Fran siempre dice que los cinéfilos somos como los pescadores: empezamos a hablar de cine y pueden darnos la una, y las dos y las tres… Y las cuatro, las cinco y las seis.

De mi siguiente proyecto literario-cinéfilo, provisionalmente titulado “Café-Bar Cinema”, suelo hablar largo y tendido, birra en mano, recordando los grandes cafés, bares y garitos míticos de la historia del cine. Y, cuando vaya a Nueva York, pienso buscar todas las referencias cinematográficas posibles. ¡Si hasta me mudé unos meses a Los Ángeles, a probar suerte en un estudio! 😉

Y entonces me acuerdo de esas otras palabras de Caicedo: “La cantidad de horas pasadas en el cine me hizo pensar en que la vida contemplativa ya no es como la describieron los antiguos, en el campo, observando mañanas y atardeceres, etcétera. La vida contemplativa del siglo XX se encuentra dentro de la atmósfera confortable de una sala de cine”.

Y, hoy, la vida contemplativa se puede disfrutar desde el sofá de casa, gracias al satélite, a las teles de plasma y al disco duro del iPlus, a los DVDs de los kioscos y, algunos filibusteros, a las descargas de Internet.

La vida es una sucesión de páginas, un continuo fluir de fotogramas y una banda sonora sin final.

Yo sé que algunos, pocos, me entendéis. Para los demás, os confieso que le escamoteé tres palabras a esta frase de Caicedo: “Llegué con Luis a la conclusión de que sólo nos interesa una persona en la medida de la cantidad de cine que vea”.

En realidad dice: “Llegué con Luis a la conclusión de que SOMOS DÉBILES MENTALES: sólo nos interesa una persona en la medida de la cantidad de cine que vea”.

Y tú, ¿ves mucho cine?

Jesús devil Lens.