Encuestas cargadas por el diablo

A falta de poder votar en lo del Tribunal Constitucional, el otro día voté en la encuesta de Elon Musk sobre si debía seguir como CEO de Twitter o dimitir. ¿Será por votar? Ha ganado que se vaya, claro. ¿Alguien lo dudaba? Aunque la encuesta era vinculante, según anunció el dueño de la plataforma del pajarito, a saber si se va o se queda. Si toma como ejemplo a los magistrados españoles del TC con el mandato caducado, fijo que se enroca en su posición. Pero lo mismo cumple con su palabra y actúa en consecuencia, no como esos… En fin. 

Las encuestas son un problema. Excepto para el CIS, que siempre consigue los resultados que de él se espera. ¿Han visto la del Centro de Estudios Andaluces, el llamado CIS andaluz, según la cual, el PSOE de Espadas estaría en caída libre —más aún— y perdería otros siete u ocho diputados, hasta quedar en mínimos tan históricos como histéricos? Resulta increíble… en el sentido metafórico del término. Porque creérmela, yo me la creo a pies juntillas. 

En este sentido, ¿leyeron los juegos florales de Espadas sobre la frustrada candidatura granadina a la Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial y la petición de explicaciones al Gobierno? Es tal galimatías, tal cúmulo de despropósitos trenzados, que la parte contratante de la primera parte de los hermanos Marx resulta infinitamente más comprensible, creíble y razonable. 

A mí, las encuestas que de verdad me gustaría ver, son las de las municipales del próximo mayo en Granada capital. ¡Qué papelón, el de Paco Cuenca! Su partido le ha echado una triple lazada al cuello. Por una parte, la toxicidad que emana del gobierno de Pedro Sánchez y sus amistades peligrosas. Por otra, las posturas de Inmaculada López Calahorro y Pedro Fernández, representantes del ejecutivo central en Granada y Andalucía, respectivamente, en la cuestión de la IA. Y en tercer lugar, la volatilización del PSOE andaluz, que ni está ni se le espera en la próxima contienda electoral.

Precisamente por eso, porque Cuenca está más dejado de la mano de Dios que Gary Cooper en ‘Solo ante el peligro’, la cosa podría salirle bien. Más allá de que todo el mundo lo conozca y de que su figura despierte simpatías por su cercanía y accesibilidad; el perfil quijotesco con que se está enfrentando a los elementos resulta de lo más interesante, curioso y singular. La vamos a pasar bien estos meses. 

Jesús Lens    

Liberar tiempo

¿Están ustedes al cabo de la calle de la supuesta rebelión de un sector del PSOE andaluz, que quiere liberarse de la disciplina de Ferraz para ir a su aire, como el PSC?

No tengo ni idea de qué hay de cierto, interesado, fingido o globo sonda en ello, pero me ha resultado muy interesante la respuesta que llega desde la Presidencia de Gobierno de Sánchez: no tiene importancia, es una maniobra de personas con mucho tiempo libre.

¡Qué mala fama tiene el tiempo libre, con lo importante que es! En el colegio, tiempo libre era sinónimo de tiempo perdido y en los viajes organizados se equipara a hacer compras, ir al baño o tomar un refresco, un descanso entre las visitas más importantes.

Para mí, sin embargo, el tiempo libre es un artículo de lujo, el que más trabajo -y, paradójicamente, el que más tiempo- me cuesta ganar. De hecho, el tiempo libre debería marcar el auténtico status de las personas: la lista de las personas más ricas no debería basarse en los miles de millones que atesoran en sus cuentas corrientes o en la solidez de sus fondos de inversión, sino en torno al porcentaje de tiempo auténticamente libre del que disponen cada día.

El tiempo libre, como lujo buen asiático, resulta imprescindible para las personas y las organizaciones que quieran ser innovadoras, rompedoras, creativas y vanguardistas. La falta de tiempo hace que prime lo urgente frente a lo importante y nos condena a ser aburridos y rutinarios, cansinos y repetitivos.

Cuando no hay tiempo que perder, se sale de los atolladeros, se cumple el guion previsto y se sigue adelante, contra viento y marea en muchos casos. Sin embargo, para cambiar las cosas, para establecer nuevas estrategias, para diseñar un nuevo futuro… hay que perder mucho tiempo.

Hay que mirar por la ventana y ver qué hay fuera. Hay que levantar el culo de la silla y salir a la calle. Irse. Caminar y patear. Oler y escuchar. Hay que leer, reflexionar, pensar y analizar. Hay que juntarse con la gente, verse más. Hay que hablar, discutir y debatir. Hay que orearse y respirar.

Ojito. Si tienen tiempo libre, los rebeldes del PSOE andaluz podrían dar muchas sorpresas.

Jesús Lens