Cartas a Galatea

Me encuentro en mitad de esos incómodos y molestos días del mes que tan bien conocen mis compañeros emprendedores, antaño llamados autónomos. Días en los que el IVA, el IRPF y demás mandangas tributarias exigen lo mejor de nosotros mismos. Tengo a Álvaro, mi asesor fiscal, persiguiéndome por las esquinas y reclamándome papeles.

Lo siento. No me gusta la burocracia. La odio. Odio el papeleo, las instancias, los recursos, los formularios y los impresos. Lo odio con la misma saña con la que Batman odia al Joker, sobre todo ahora que le ha quitado todo el protagonismo cinematográfico.

A mí, lo que me gusta, es escribir mis artículos y columnas, coordinar el Gourmet, organizar festivales y dar charlas por ahí. Y, sin embargo, cumplo con mis obligaciones tributarias y administrativas. ¿Qué remedio?

Nuestro Ayuntamiento, sin embargo, es otro cantar. Nuestro Ayuntamiento vive en un mundo aparte, sin dar cuenta de sus cuentas. Por ejemplo, a la subdirección general de Desarrollo Urbano que le requirió información por el gasto realizado gracias a las ayudas europeas del período 2014-2020, como contaba ayer Pablo Rodríguez.

De aquí a final de año, el equipo de gobierno municipal tiene que justificar 5,6 millones de euros. Debería hacerlo a través de un programa llamado Galatea y que, según Hacienda, está a cero. O sea que, hasta la fecha, no se ha justificado ni un maldito euro.

Como ustedes podrán imaginar, ya ha comenzado el cruce de acusaciones entre PSOE y PP&Cs, mucho más ágiles y decididos a la hora de desacreditarse y atacarse mutuamente que cuando se trata de trabajar por los ciudadanos.

Galatea, como el coronel de García Márquez, no tiene quien le escriba. Excepción hecha del probo funcionario de Hacienda que nos recuerda que, sin justificación, los fondos europeos podrían ser ‘reasignados a otros posibles beneficiarios’.

¡Qué tranquilizador resulta todo esto! Con el Ayuntamiento en la ruina más absoluta, apenas quedan dos meses y medio para alimentar a Galatea y ponerla de punta en blanco, en perfecto estado de revista. Lo mismo ahora le toca a alguien echar horas extra.

Jesús Lens