¿HAY QUE MATAR AL REDACTOR JEFE?

La columna de hoy de IDEAL está escrita pensando en los lectores del periódico de papel. Con guiños concretos. Pero, por supuesto, habla también sobre Blogs, Internet, modernidad y futuro de los medios… a ver qué opináis. De momento, nuestro compay Javier Barrera ya ha escrito ESTAS interesantes reflexiones en su magnífico blog, Periodismo al pil pil…

Una de las conclusiones que saqué de las séptimas jornadas sobre Blogs y Medios de Comunicación de Granada, organizadas por la Asociación de la Prensa, fue que era necesario matar a los Redactores Jefes de los periódicos para que el periodismo pueda sobrevivir. Así de radicales fueron algunas de las tesis planteadas en unas jornadas que oscilaron entre la defensa de la pureza virginal de la profesión y la necesidad compulsiva y obligatoria de hacer marca, recaudación y negocio con el ejercicio del periodismo.

¿Cómo influir desde los medios en esta linda cabecita?
¿Cómo influir desde los medios en esta linda cabecita?

Cuando uno se acerca a los cuarenta años de edad, ya lo admite casi todo. Por ejemplo, escuchar de profesionales del gremio que el problema de su profesión es la mercantilización del oficio. Inenarrable su defensa de un periodismo cándido e inocente en el que no deberían tener cabida los grandes conglomerados mediáticos, las transnacionales de la información, ni la «corrupción» inherente al marketing, la publicidad y la información institucional. Angelitos. Imagino que ya tendrán tiempo de caerse del guindo.

Y, por otra parte, me fascinó el apocalíptico tono de otros participantes. ¡Ya nadie parece creer en esa cosa que, ahora mismo, tiene usted entre manos, querido lector! Nadie parece creer en el futuro del periódico. ¡Qué pena! Por mucho que mimemos nuestro Blog, y alimentemos nuestras activas cuentas en Twitter, Facebook y demás redes sociales, por mucho portátil, microportátil o smartphone que uno lleve encima, siempre conectado y on line… el rito del café y el periódico mañanero que deja los dedos tiznados de tinta sigue siendo insustituible.

¿Cómo será la prensa de un futuro que ya es presente?
¿Cómo será la prensa de un futuro que ya es presente?

Este tipo de encuentros son necesarios. ¿Hacia dónde va el periodismo? Porque la respuesta a esa pregunta tiene mucho que ver con el hacia dónde va nuestra sociedad. El mensaje era claro: estamos inmersos en la peor crisis de la historia. Pero, precisamente por ello, se abren todas las posibilidades frente a nosotros.

Yo me hice la siguiente composición de lugar: el periodismo del futuro exigirá lo mejor de los mejores y más formados profesionales. Será extremadamente especializado, en base a la hipersegmentación del público demandante. Y su acceso (debería ser) libre y gratuito. ¿Qué les parece? ¿No echan algo de menos en tan idílico y utópico triángulo? Porque la pasta también importa…

La formación también importa para informar
La formación también importa para informar

Las crisis, es lo que tienen. Confundimos los deseos con las realidades. Y la calidad, o se paga o no existe. Sencillamente. Lo siento. No creo en el gratis total. Y entonces se pronuncia la palabra, Google, y se hace un silencio reverencial. Google. Amarás a Google por encima de todas las cosas. A una empresa con casi 2.000 millones de dólares de beneficios en el primer trimestre del 2010. ¿Acabará el periodismo con el Redactor Jefe, será Google quién termine contratando directamente a los mejores y más reputados periodistas y, para leerles, habrá que hacerse obligatoriamente con un iPad o chisme similar? Sí. Son tiempos interesantes. Y, quizá, lo que tiene usted en las manos ya es una pieza de museo. ¡Cuídelo!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

¿CREDIBILIDAD?

Mi amigo Rash, que estaba muy cabreado por el tema de la BROA (Broma Angelina) me dice que este Blog ya sólo tiene tintes humorísticos, por lo que nada de lo que lea en él será creído por su parte. Aunque podamos pensar que el Gran Rash es un Talibanazo, la verdad es que sigue dispuesto a comprarme tebeos, así que no será para tanto…

 

Pero mirad esta imagen. ¿Os imagináis que, mañana, El País y El Mundo, impresos y en los quioscos, abrieran con esta portada? ¿Qué os parecería? Acaba de pasar en EE.UU. Leer AQUÍ para mayor información.

¿De risa?
¿De risa?

Jesús Lens, en busca de la credibilidad perdida.  

DE «OBLIGADA» LECTURA

Después subo una reseña literaria muy mística o, quizá, el último cuento que he escrito. Pero ahora tenéis que leer estas dos historias: El amor lo apostó todo a una carta, una joya de M. Victoria Cobo que publica hoy IDEAL y la fantástica, diferente y muy alejada de su estilo habitual página de Pérez Reverte en el dominical del periódico: La habitación del hijo.

 

Además, me están gustando mucho las columnas deminicales de Alejandro Sanz, cargadas de humor y sentido común, como esta clarividente «Lo estoy dejando». Y sobre la crisis que nos amarga, uno de los análisis más clarividentes y con los que más conecto, de la infinidad de ellos que he leído hasta la fecha, lo hace hoy Santiago Niño Becerra en su artículo «Lo que está pasando (Reloaded)».

 

A ver qué os parecen.

 

Nos vemos.

 

Jesús Lens, adicto a la prensa.

LÍBANO

Ayer anticipábamos este fin de semana que vamos a dedicar al Líbano con una foto muy sencilla. Las de hoy, ilustrando la columna de IDEAL, no lo son tanto, por desgracia. Mañana sí tocamos una cara más amable del Líbano. Por cierto, ¿han comprado la edición impresa del periódico? ¿Han reparado en un importante detalle?

 

Lo escuché mientras me lavaba los dientes, en el boletín radiofónico de la mañana: «Líbano lanza tres misiles contra Israel». Y me dio un escalofrío. Porque sólo hacía tres días que había regresado de mi viaje por aquellas tierras mediterráneas. Después, a lo largo de la mañana, las webs de los periódicos abundaban en ello: «Israel responde al ataque con misiles lanzado desde Líbano.»

 

Cuando decidí pasar las Navidades en el Oriente Próximo, nada hacía pensar que se iba a producir una escalada bélica como ésta, aunque la verdad sea dicha, Oriente Próximo, violencia y odio cerval parecen ser sinónimos desde tiempos inmemoriales.

 

Las sensaciones vividas a lo largo de estas dos semanas han sido extremas. Por un lado, la magia de una ciudad milenaria como Damasco, cargada de historia y una belleza todavía suspendida en el tiempo. Después, la singular orografía libanesa, el súbito tránsito de los bosques de cedros cubiertos por la nieve a la paz de un Mediterráneo en calma. La quietud de las majestuosas ruinas romanas de Baalbek y los paseos por los zocos medievales de ciudades como Tiro y Sidón. Y la radical modernidad más chic y cool de una Beirut vibrante, divertida e hiperactiva.

 

Pero, por la noche, en la seguridad del hotel, poníamos la televisión y sus imágenes nos ponían los pelos de punta. Porque si, en general, los informativos occidentales suelen mostrar a los árabes furibundos, clamando venganza y poco menos que echando espumarajos por la boca, los noticieros del país mostraban los cadáveres de los niños palestinos, muertos por los misiles israelíes.

 

Y, por la mañana, te levantabas y salías de nuevo a hacer turismo por las tierras que vieron nacer la historia de la humanidad, tal y como la conocemos, de una belleza sin igual, pero tristemente situadas en un lugar muy próximo al centro del infierno.

 

Esquizofrenia viajera (así lo contamos en su día, desde Damasco), como la que nos asaltó cuando arribamos a la ciudad de Trípoli y subimos al famoso castillo de Saint Giles, construido durante las Cruzadas, y nos lo encontramos literalmente tomado por el ejército libanés. No es que hubiera unos cuantos militares por allá. Es que el ejército parecía haber instalado en el mismo su cuartel general. En la puerta, tres tanquetas perfectamente equipadas con sus ametralladoras y, circulando por el interior del castillo, decenas de soldados impecablemente pertrechados, con sus chalecos antibalas, sus cascos y, por supuesto, sus armas reglamentarias.

 

Aunque no decían nada, nos miraban extrañados, ataviados con nuestros vaqueros y forros polares, armados de nuestras diminutas cámaras digitales. Y, entonces, surgía la famosa pregunta que, en algún momento, se hace todo viajero y que fuera inmortalizada por Bruce Chatwin: «¿qué hago yo aquí?» Y, la verdad, de vuelta en casa, horrorizado antes las noticias que nos llegan de Oriente Próximo, todavía no he terminado de encontrar una respuesta.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.