Un buen periodista

En Granada es más fácil mover autobuses que mover papeles. Al menos, eso se trasluce de la información recabada por Javier Morales sobre la (des)conexión ferroviaria entre Sevilla y Granada. Les resumo: en marzo terminaron las obras necesarias para restablecer el servicio entre ambas ciudades. ¡En marzo! Pero no fue hasta el martes pasado, 9 de julio, que la Junta mandó al ministerio de Fomento los papeles correspondientes. Y ahora toca esperar a que los técnicos los estudien antes de que la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria empiece las pruebas para homologar el nuevo trazado. ¡Toma del frasco!

Foto: Alfredo Aguilar

¿Qué tienen que decir a esto nuestros representantes institucionales? Los de casa, por mucho que estén tan entretenidos con el Juego de las Sillas y las tenencias de alcaldía, y los de fuera. Los que asientan sus posaderas en Sevilla y en Madrid.

Lo escribía hace un par de días y lo reitero hoy: nuestros políticos están en rebeldía, haciendo dejación de sus funciones. Las cotas de idiocia e imbecilidad a las que muchos de ellos están llegando en estos meses, entregados a un indignante y continuo postureo, ya cansa.

También es culpa nuestra, ojo. Lo hemos comprobado esta semana, otra vez, a cuenta del bulo de ‘Los girasoles ciegos’. ¡Tanta pasión para nada! Cada día, un nuevo escándalo sobre el que sentimos la obligación de posicionarnos. Una nueva polémica que hace arder las redes… gracias a la gasolina con que las alimentamos. Polémicas estériles, la mayoría de ellas. Tormentas en vasos de agua que acaban siendo viajes a ninguna parte.

Mientras no le quitamos ojo a lo de Arrimadas en el Orgullo y nos pasamos días y días analizando hasta el mínimo detalle de aquella boutade, los papeles para que vuelvan a funcionar los trenes entre Granada y Sevilla duermen el sueño de los justos, esperando a que alguien se acuerde de ellos. Hasta que llega un periodista, un buen periodista, y hace lo que tiene que hacer: desvelar y contar lo que de verdad nos afecta a los ciudadanos.

Jesús Lens

Como nos ve el CIS

Cuando sale publicado el Barómetro del CIS, nos tiramos como locos a la cuestión electoral, a las intenciones de voto y a la valoración de los políticos, como hice hace un par de días en IDEAL. Pero el CIS es mucho más que la cuestión electoral y el informe correspondiente al mes de julio nos invita a ir un poco más allá de las urnas.

Por ejemplo, con el asunto de la independencia de Cataluña. A la pregunta de “¿Cuál es a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?”, la cuestión del Procés está en la respuesta de solo el… ¡2,6% de los encuestados! Quién lo diría, con la de tinta que derrama la cuestión en los periódicos impresos, la de bytes que acumula en los digitales y la de horas de cháchara que consume en informativos y tertulias de radio y televisión.

 

Pero es que los Estatutos de Autonomía preocupan a un 0,2% y los nacionalismos, a un 1%. O sea que no parece que sea algo que, en nuestro día a día, nos altere demasiado. Lo cual es bastante de agradecer y una buena muestra de que estamos tirando a cuerdos.

Y es que, de acuerdo con el CIS, lo que nos preocupa a la mayoría son aspectos más prosaicos como el paro, problemas de índole económico, la sanidad, la corrupción y el fraude, problemas de índole social, la educación… ¡Qué cosas!

 

Eso sí. A la hora de valorar la actual situación económica de España, las respuestas mayoritarias se concentran entre el Regular (40%), Mala (34,1%) y Muy Mala (19,2%); sin que las perspectivas de futuro sean muy halagüeñas, que para el 44,6%, dentro de un año, será igual.

 

Peor se presenta la cosa con la situación política de nuestro país, que para más del 70% es Mala o Muy Mala y, de cara al año que viene, para el 49% será igual y para el 23%… peor todavía.

Este pesimismo sí que resulta preocupante y descorazonador; algo que nuestros políticos deberían analizar y hacerse ver. ¡Menos postureo y menos invocar al Apocalipsis nacionalista y más trabajo en lo que a la gente preocupa de verdad!

 

Insisto: la desafección hacia la política no es algo casual ni accidental y la gente, que no es tonta, empieza a estar muy harta de palabrería hueca y debates interesados y estériles.

 

Jesús Lens

De selfies y pósters

Hoy, en IDEAL, un artículo sobre postureo, selfies y pósters. 

Explicar a estas alturas qué es un selfie, tras el éxito del de Elle DeGeneres en la pasada gala de los Oscar, ya no tiene mucho sentido: raro es, muy raro, conocer a alguien que no haya protagonizado alguno en los últimos meses.

 selfie

Lo de los pósters es otra cosa. Hacerle un póster a alguien es una expresión que se utiliza en la NBA: cuando un jugador de baloncesto protagoniza una jugada de ataque espectacular -generalmente un mate- en la imagen que captan los fotógrafos con sus potentes objetivos y que acaba saltando a los medios y a las revistas especializadas, también suele salir algún defensor. Y aparece con mal aspecto; atropellado, avasallado y hundido por el empuje del rival. Evidentemente, a nadie le gusta que le saquen en un póster de esa guisa.

 selfie poster

Estas dos variedades de postureo contemporáneo tienen su correlato en el mundo de la política, cada vez más trufada de selfies y de representantes públicos que tratan de hacerles un póster a sus rivales.

El selfie suele ser más propio del político que se encuentra en el gobierno. Por ejemplo, cada vez que Rajoy aparece en pantalla alabando los resultados de su política económica, lo que muestra es un selfie. Porque, desde el vertiginoso desarrollo de los smartphones, lo del selfie mola mogollón: te haces una foto y, si sales con los ojos cerrados o con cara de papa, la borras y repites cuantas veces sean necesarias. Y, si cuando por fin sales con buena cara y una expresión entre dulce y seductora, resulta que el pelo aparece mal colocado o que tienes una mancha inapropiada en la camisa; le das a las opciones de edición del teléfono, mejoras la imagen automáticamente, guardas y… ¡voilá! Una beldad.

¿Quién sale más guapo en la foto?
¿Quién sale más guapo en la foto?

Los gobernantes, pues, no dudan en jugar con las estadísticas, los cuadros y las proyecciones macroeconómicas, con tal de conseguir una imagen sobre el estado de las cosas que responda a lo que ellos necesitan, pregonan y defienden.

Por su parte, la oposición siempre trata de entrar en juego para hacerle un póster a su contrincante: que el Uno sale diciendo que el AVE va que vuela, el Otro tira de hemeroteca para dejarle al pie de los caballos. In your face! Que aparece el Otro defendiendo una política cultural de corte popular y muy cercana a los gustos de la gente, rápidamente sale el Uno, desde el banquillo, para retratarle como un gestor casposo y de medio pelo, cerril, caciquil y torpón.

Si para conseguir hacerle un póster al rival hay que querellarse contra alguien, ya sabes: querella, que algo queda. Y así se nos va la vida pública en este país, entre selfies más falsos que una promesa electoral y pósters que solo buscan desgastar al contrario. ¡Humillarlo, incluso! Una vida pública en la que brillan por su ausencia la crítica constructiva, el diálogo enriquecedor, ilusionantes proyectos de futuro o consensos creativos que sirvan para, de verdad, mejorar la vida de la gente.

Jesús Lens

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