Karoo

“A lo largo de los años,

se habían sacrificado tantas vidas en nombre del arte

que ya era hora de que el arte se sacrificara por la vida de alguien”.

Ojito. Mucho ojito con las fajas promocionales de los libros. Por ejemplo, la de “Karoo”, de Steve Tesich, garantiza carcajadas a sus lectores. Así. Con par. No buen humor, sonrisas o risas. ¡Carcajadas!

 Karoo

Lo primero que suelo hacer cuando empiezo un libro con faja es quitarla, arrancarle la parte que sirve para anudarla al libro y convertir el resto en marcapáginas. Y, por supuesto, no volver a leerla. Como las contraportadas, que flaco favor le hacen a un libro ese tipo de publicidad, sinceramente. Porque “Karoo” es una novela extraordinaria, pero carcajadas, lo que se dice carcajadas, no provoca. Ni una. De hecho, su ácido y corrosivo humor es de los que te dejan la sonrisa congelada en la boca.

Y luego están las comparaciones. Como la novela se publicó dos años después de la muerte de Tesich y tiene como protagonista a un personaje desaforado… ¡pues ya estamos ante una nueva “La conjura de los necios”! Y no. Para nada. Ni conceptual, ni temática, ni social, ni estilística, ni geográficamente tienen nada que ver ambas novelas.

 Karoo Tesich

Así que, vamos a dejarnos de gaitas y vamos a leer, comentar y recomendar la adictiva lectura de “Karoo” por sí misma. Porque se lo merece. Porque es una novela CO-JO-NU-DA. Y punto. Empezando por la portada, espectacular, de uno de los mejores dibujantes de España, Miguel Brieva. ¡Cómo me gustan este tipo de portadas, revolucionarias, creativas y muy, muy atractivas!

Saul Karoo es un tipo muy especial con un trabajo singular: arreglar guiones. Arreglarlos como el que arregla un coche en un taller, con el único fin de que salga andando. Y la cosa es (relativamente) sencilla: un productor compra los derechos de un guion y, sobre la marcha, se lo pasa a Karoo para que este le cambie todo lo que considere oportuno, de cara a conseguir una historia que sea del gusto del público medio y, por tanto, susceptible de convertirse en un pelotazo.

 Karoo hollywood

¿Arte? ¿Creatividad? ¿Riesgos? ¡Los experimentos, con gaseosa! Que el cine es un negocio. Y, desde luego, Saul es un profesional que sabe cómo convertir un puñado de páginas escritas en una potencial mina de oro.

Un trabajo tan particular le ha convertido en un cincuentón bastante acaudalado, venerado por la industria, pero odiado por su gremio y, por tanto, dotado de un humor cínico y abrasador que no deja títere con cabeza. Además, Saul es un terco egoísta de tomo y lomo. Entonces le llega una oportunidad para la remisión. En forma de película, claro.

Da igual que no seas muy cinéfilo y que la sociedad yanqui del entretenimiento te resbale: leerás la novela con igual delectación. Ahora bien, como te guste el cine… ¡vas a flipar!

Porque Saul es uno de esos personajes que no se olvidan. Que dejan huella. Imperecedera. Que se aúpan a un puesto muy alto de tus personajes literarios favoritos. Y eso, además de por su forma de ser, viene dado por los giros en la historia que Tesich introduce tan pronto como crees que ya le has pillado la delantera a la trama.

 Karoo portada

Una trama en la que la zafiedad de Karoo y ese ser suyo tan lenguaraz y descarado, sirve para enmascarar un motón más de situaciones sutiles, apenas apuntadas y sugeridas en una novela extraordinaria e imprescindible. ¡Una de las grandes del año!

Jesús Lens

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