Meterle un viaje al rival

Lo que más pena me da es que nuestros representantes políticos usen la sanidad y la educación como armas arrojadizas. Resulta lamentable escucharles hablar de Pactos de Estado durante las campañas electorales y, en cuanto ocupan sus puestos en Gobierno y oposición, tirárselas a la cara los unos a los otros.

Un somero repaso a los titulares de estos últimos días sobre la vuelta al cole nos muestra a Pedro Sánchez dejando la pelota en el tejado de las autonomías, a Podemos criticando la falta de liderazgo de Celaa en la materia, a Casado negando que sea posible una vuelta segura a las aulas por culpa de la inacción de Sánchez mientras Díaz Ayuso e Imbroda garantizan… la seguridad en la vuelta a las aulas en Madrid y Andalucía.

Hasta Paco Cuenca, aprovechando lo del Pisuerga, el cocodrilo y Valladolid, denuncia el silencio e inactividad de Luis Salvador sobre el inicio del nuevo curso en Granada. Lo que sea con tal de darle un viaje al rival, convertido poco menos que en enemigo.

Vivimos un momento político muy triste en el que todo lo que haga el partido contrario está mal hecho y así hay que denunciarlo. Cuando había estado de alarma, porque había estado de alarma. Cuando había un mando único, porque estaba en manos de un loco peligroso. Cuando ha dejado de haber estado de alarma, que es necesario el estado de alarma. Cuando se puede pedir el estado de alarma por comunidades, que vuelva el mando único. Y así todo.

Lo peor no es que nuestros dirigentes, en unos momentos tan complicados, estén dando un lamentable espectáculo en el que su único objetivo es atacar al rival por todos los medios habidos y por haber. Lo peor de todo es que el mensaje cala demasiado fácilmente en una ciudadanía cada vez más polarizada y con menos capacidad de crítica, análisis y diálogo.

Los partidos mandan sus argumentarios a sus portavoces, simpatizantes, contertulios e influencers de referencia, estos los replican como loros y las redes sociales y los grupos de güasap se ven inundados de mensajes unidireccionales más propios de hooligans que de seres racionales. Será que ya no nos comemos las raciones en los bares, como cantaba Siniestro Total.

Con o sin estado de alarma, la situación empieza a ser alarmante y la bronca continua y la pelea constante solo contribuyen a emponzoñar aún más un ambiente que empieza a ser irrespirable.

Jesús Lens