Cine que nos hace reflexionar

Ayer volví a hablar de cine, una de las actividades que más me fascina. Fue a través de Zoom, en la primera entrega de un ciclo organizado por la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UGR, compartiendo escenario virtual con Carmen Lizárraga para hablar sobre el fenómeno de la desigualdad a partir de ‘Parásitos’, esa magistral bomba cinematográfica filmada por Bong Joon-ho, de la que escribí aquí en una columna que titulé, precisamente, ‘Reflexionar con ‘Parásitos’.

Me gustó mucho que en la introducción del V Ciclo de cine Economía y Sociedad, que lleva como subtítulo ‘ODS de cine para cambiar nuestro mundo’, Rafael Cano, Decano de la facultad, mezclara en la misma frase ‘diversión’ y ‘rigor científico’. Es una de mis máximas. Hacer presentaciones amenas y atractivas para el público. Charlas que le saquen risas o, al menos, sonrisas a la gente y que, a la vez, les hagan reflexionar.

Para eso, nada como una buena película. No se ha inventado una herramienta más útil, práctica y directa. De ahí, también, que me parezca muy acertado lo de combinar los objetivos de desarrollo sostenible y cine para cambiar el mundo. ¿Puede una película tener tanta influencia? Sí. Puede. El buen cine nos ayuda a abrir los ojos, primer paso para cambiar las cosas.

Una película, si está bien escrita y bien dirigida, hace que nos percatemos de lo que pasa a nuestro alrededor. Que nos interesemos. Como muestra, ‘El Disidente’, un thriller documental sobre el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi que nos pone alerta, también, sobre el peligroso uso de Twitter promovido por regímenes autoritarios. O ‘Nomadland’, de la que ya les he hablado, además de rogarles encarecidamente que vayan a verla al cine. Digamos, así a lo bruto y con todos los respetos por John Ford, que es ‘Las uvas de la ira’ del siglo XXI.

El cine nos hace cobrar conciencia de lo que ocurre ahí fuera. Y consciencia. Decía Carmen Lizárraga en el coloquio que uno de los problemas del ser humano es que no tenemos empatía con lo que pasa lejos de nosotros. Que nos cuesta ponernos en la piel de los otros y que es necesario trabajar esa cualidad a través de la cultura y la educación. Insisto: pocos instrumentos como el cine para ayudarnos.

Me acuerdo ahora de ‘Adú’, por ejemplo. O de ’14 kilómetros’ y ‘Retorno a Hansala’, excelentes películas españolas que nos ayudan a mirar con otros ojos el fenómeno de la inmigración.

Jesús Lens

Hay que ver ‘Nomadland’

Es una de las películas del 2021 que más ansiosamente esperaba y ha querido la buena fortuna que su estreno coincidiera con la reapertura de los cines en Granada, más allá de la modélica y numantina resistencia del Madrigal. Así las cosas, volver a la pantalla grande para ver ‘Nomadland’ ha tenido un regusto especial.

En enero les recomendaba leer el libro de no ficción ‘País nómada. Supervivientes del siglo XXI’, de la periodista Jessica Bruder, publicado por Capitán Swing. (Leer AQUÍ) La película de Chloé Zhao recién estrenada está libremente basada en él, con la propia autora como consultora técnica, y ya se ha alzado con el Globo de Oro a la mejor película dramática y a la mejor dirección. Además, es una de las favoritas para los Oscar, con toda justicia y merecimiento.

Dentro de unos días, ‘Nomadland’ estará disponible en plataformas, pero les aconsejo verla en el cine: en pantalla grande brilla más. Por una parte, los espacios abiertos que muestra la cineasta. Las imágenes de las montañas y los desiertos, de las caravanas en continuo movimiento. No esperen épica, eso sí, en el sentido tradicional del término, que no estamos frente a un wéstern o una película de aventuras, aunque de todo ello hay en la historia de estos nómadas del siglo XXI.

Frente al paisaje terráqueo está el paisanaje humano, igualmente retratado de una forma física por Zhao. Los primerísimos planos de Frances McDormand (que no le dieran el Globo de Oro como mejor actriz es un escándalo) se recrean en las arrugas de su rostro, las bolsas bajo los ojos, los pliegues de la carne, el pelo cortado a machete, las comisuras de los labios, la tristeza de su sonrisa. Primeros planos que hablan de dignidad y orgullo. De la ética de la resistencia.

Lo mismo ocurre con el resto de personajes, Linda May, Swankie y Bob Wells; auténticos nómadas que viven en la carretera y se interpretan a sí mismos en una película de rezuma realismo poético por los cuatro costados. Más dramatizada que el libro original, atención a la música, impecable y emocionante.

‘Nomadland’ habla más de la soledad, la pérdida y el desarraigo, de la solidaridad, el espíritu comunitario y el apoyo mutuo; que de las infames condiciones de trabajo de las personas de la tercera edad de los Estados Unidos, clave del libro de Bruder. Un mismo material para contar dos historias complementarias, diferentes y ambas extraordinarias.

Jesús Lens

La sonrisa de Amazon

La megaempresa de Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, tiene como emblema una flecha que, apuntando de izquierda a derecha, representa una sonrisa. Y no puedo evitar imaginarme al megalodón de los negocios, sonriendo, cuando se aprobó la llamada Tasa Google en España.

Amazon ya ha comunicado su respuesta al Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales, aprobado el pasado octubre: subir un 3% la tarifa que cobra a las pymes españolas por vender a través de su plataforma. No parece que se haya quebrado mucho su calva cabeza el bueno de Bezos, ni que haya dedicado grandes esfuerzos a la ingeniería financiera: se limita a repercutir el impuesto a los usuarios.

En la medida de lo posible, trato de no comprar a través de esta empresa. Algunas películas que no encuentro en otro sitio, quizá. Y, durante el primer confinamiento, algún electrodoméstico básico. Poco más. Soy un firme defensor del comercio de cercanía y de barrio, aunque haya veces en que la malafollá de algunos sea como para pensárselo. Pero esa es otra historia.

Más allá de la discusión sobre la procedencia o no de la Tasa Google, les aconsejo que lean uno de los libros más importantes de los publicados en los últimos tiempos: ‘País nómada’, subtitulado como ‘Supervivientes del siglo XXI’. Lo ha escrito la periodista Jessica Bruder y edita Capitán Swing. Se hablará mucho de él, espero, cuando llegue a las salas —si tal llega a ocurrir— su adaptación cinematográfica, firme candidata a los Oscar de este año y triunfadora en el pasado Festival de Venecia.

En Estados Unidos cada vez hay más personas mayores que, incapaces de pagar el alquiler de sus casas con sus exiguas pensiones, se ven obligadas a vivir en caravanas y furgonetas, vagando por todo el país en busca de trabajos de temporada. Amazon, en concreto, es el destino laboral de muchos de estos neonómadas del siglo XXI, sobre todo en sus campañas pre-navideñas.

La empresa sonriente tiene grandes aparcamientos cerca de sus centros logísticos, que funcionan 24/7, para que acampen los llamados workcampers y no pierdan el tiempo en desplazamientos inútiles. Impresiona leer sobre trabajadores sexagenarios convertidos en ‘amazombies’, con acceso ilimitado a antiinflamatorios y analgésicos para soportar las extenuantes jornadas de trabajo.

Échenle un ojo al libro. Es tan doloroso como extraordinario. Después, en beneficio de todos, se animarán a comprar más en la tienda de la esquina.

Jesús Lens