La filosofía desciende a los quioscos

¡Sorpresa! Qué alegría me llevé al descubrir esta revista en el quiosco. ¡Filosofía Hoy!

La filosofía, a pie de calle

Evidentemente, dedico esta entrada a mi querido Colin Bertholet, cuya máxima sobre las Ideas figura con letras rojas en su majestuoso estudio de Salobreña, uno de esos rincones creativos en los que las ideas fluyen sin parar. Esas ideas, Ocurrencias, como las que glosábamos en mi artículo de IDEAL de hace unas semanas.

Cambiando de tercio: orgullo por esta otra portada:

Que la Literatura sea portada de un periódico es motivo de gozo

Dicho lo cuál, a disfrutar de un sábado en el que yo voy empezar a adentrarme en el Justo territorio…

Jesús Lens ¡buscando una idea! (Y recordando esta reseña de «El artista y la modelo»)

¿Y los 24 de noviembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?

El peso

Me lo encontré de golpe, al entrar en el ascensor.

Ya sabes, esas veces en que estás distraído, mirando el móvil u hojeando la prensa mientras esperas y, cuando por fin llega, se abre la puerta y entras como un autómata, dando por supuesto que está vacío.

Esa mañana, sin embargo, me di de bruces con él. Un tipo alto, ojeroso y desgreñado, que me miraba fijamente. No era la primera vez que le veía, claro, pero ese sábado lo encontré especialmente avejentado y perjudicado.

Tampoco es que yo estuviera mucho mejor, volviendo del desayuno tras una noche de juerga: la barba sin afeitar, despeinado, canoso y la cara un tanto abotargada.

Permanecimos en silencio.

Ese silencio incómodo que siempre se hace en los ascensores.

Salí.

Mientras abría la puerta de casa, miré hacia atrás. El ascensor ya se iba, pero el sujeto también había salido y esperaba en el rellano, impaciente.

Aunque intenté cerrarle la puerta en las narices, no conseguí evitar que se colara en casa. Y ahí sigue, pegado a mí, recordándome el peso del tiempo cada vez que nos vemos a través de un espejo.

Jesús Lens

Veamos los 17 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011

Ocurrencias

Hoy publicamos esta columna en IDEAL. No sé cómo andáis de ocurrencias, pero… ¡hay que ponerse!

Criticar las redes sociales, como poner a parir a la televisión, forma parte de un mismo e inútil ejercicio de futilidad, muy habitual y extendido: tomar el todo por las partes. ¿Qué hay telebasura, telebazofia y hasta telemierda, para dar y regalar? ¡Por supuesto! Pero la televisión también emite series fantásticas (atentos a “The Newsroom”), películas imperecederas y emocionantes e ilustrativos documentales. Del uso que el telespectador haga del mando a distancia dependerá la calidad de las raciones televisivas que ingiera.

Es igualmente habitual escuchar críticas generalizadas hacia el Twitter y el Facebook. Que si son una pérdida de tiempo, que si solo sirven para insultar, que si es un ejercicio de vanidad… ¡pues depende, oiga! En nuestras ciudades hay cantidad de paredes ensuciadas por pintadas infectas y rijosas, pero también hay otras hermosamente decoradas por El Niño de las Pinturas. Igual pasa en el Facebook, que alberga muros convertidos en pura casquería y otros que lucen, brillan y dan esplendor.

Uno de los muros más estimulantes, que visito siempre que puedo, es el de Colin Bertholet, nuestro hombre en Salobreña, mente inquieta e hirviente cuya última idea para exponer y vender Garabatos Digitales en beneficio del Banco de Alimentos de Granada, ha sido un éxito arrollador. En su Facebook, además, Colin cuelga buenos temas musicales, pequeños relatos, algunos artículos o reportajes especialmente interesantes y, de vez en cuando, lo que podríamos definir como Ocurrencias.

La cáscara rota de un huevo con unas marcas en su interior, en forma de palotes que simulan los días que el pollito ha estado contado ansiosamente antes de salir de su prisión… y sus huellas en el suelo, marchándose. ¡Qué imagen tan sencilla, pero cuántas cosas dice! Por ejemplo, en este contexto de crisis y pesadumbre en que nos encontramos, es más fácil asociar un huevo a una tortilla que a ese pollo impaciente y decidido que, a buen seguro, servirá para poner otros huevos, unos más frescos que otros. (Aquí, la Ocurrencia que se nos ocurrió al ver la imagen)

Una ocurrencia, según la RAE, es un encuentro, suceso casual, ocasión o coyuntura. También se define como una idea inesperada, pensamiento, dicho agudo u original que ocurre a la imaginación. Los españoles tenemos fama de ocurrentes. De hecho, el ingenio y la chispa de los andaluces ha traspasado fronteras: en la barra de un bar, no hay tema de actualidad, personaje en el candelabro o situación, por compleja que sea, que escape de los acerados dardos verbales de los ocurrentes, profesionales o vocacionales. De hecho, hay un grupo de Facebook llamado algo así como “Un español con un cubata en la mano lo sabe todo”. Y punto.

Martín Favelis, ocurrente al cubo

La cuestión sería, por tanto, canalizar nuestro proverbial ingenio y esa indudable agudeza mental hacia estadios creativos y productivos, de forma que nuestras ocurrencias vayan más allá del fútbol y los entrenadores, de la farándula más casposa de la televisión y de la ola de calor sahariano previa a ola de frío siberiano que, seguro, llegará este invierno.

Jesús Lens

Veamos qué ocurrencias tuvimos los 8 de septiembre de 2008, 2009, 2010 y 2011