CIUDAD SANTA

Apocalíptica. Surrealista. Inédita. Imposible. Y, sin embargo, real. Así es la Buenos Aires que Guillermo Orsi nos cuenta, narra y describe en su última, poderosa y potentísima novela: «Ciudad Santa», recién publicada por la editorial Almuzara.

 

Vaya por delante que no estamos ante una novela fácil. Y no porque el Flaco Orsi intente emular a James Joyce, sino porque la realidad que nos cuenta en su libro es tan poliédrica y contradictoria que, además de para degustadores de la mejor literatura, blanca, negra o de colorines; será un plato de gusto para los amantes de esos Sudokus en los que un aparente caos numérico sin sentido acaba encajando como las piezas de un puzzle.

 

Además, la novela tiene dos lecturas, tan distintas como complementarias. Por un lado, la historia de fondo. La trama. La anécdota. Por otro, cada página, cada capítulo, cada personaje, cuyas andanzas se pueden leer de forma independiente, como si fueran relatos individuales coherentes y cargados de sentido.

 

Saber de qué va «Ciudad Santa», en realidad, no importa. Digamos que el turismo y la globalización de este siglo XXI son el trasfondo de una historia en la que la auténtica protagonista es la corrupción generalizada del ser humano, basada en una ambición sin límites, en una descarada falta de escrúpulos y, también, en una idiocia generalizada que no deja de sorprendernos.

 

De una Reina de la Belleza boliviana que huye de una existencia miserable a un guía turístico que quiere satisfacer todas las necesidades de los exigentes pasajeros de un crucero de lujo varado en Baires. Y un gran capo de la droga. Y un poli bueno (¿o no?) y muchos polis malos. Y ex-torturadores buscando su lugar bajo el sol de una democracia bastante poco democrática, en realidad, socavada por la gangrena de la corrupción rampante.

 

Una novela intensa, sin concesiones, para leer despacio, con detenimiento y delectación. Escrita con una prosa cadenciosa e hipnótica, cada frase de «Ciudad Santa» te transporta a una Buenos Aires que se parece a las de las guías de viaje como Bush a un buen Presidente de gobierno. Una novela necesaria para conocer lo que pasa, de verdad, en uno de los países más excitantes del mundo, de los que siempre nos llega una información parcial y sesgada.

 

Porque, aunque a algunos no les guste, Buenos Aires es, efectivamente, la Ciudad Santa que, con sus proverbiales acidez y contundencia habituales, Guillermo Orsi nos viene narrando desde hace años. Impagable.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

EL VIAJERO DEL SIGLO

Confieso que no le he leído. Bueno. Miento. Leo sus artículos en IDEAL y seguía esas tiras cómicas que publicaba en nuestro querido periódico.

 

Pero no he leído ni sus cuentos, novelas, aforismos, etc. Y no hay razón para ello, la verdad.

 

Y eso que es todo un animal literario. Dicen. Manejando todos los registros con maestría, artista de palos muy distintos.

 

Ahora ha ganado el Premio Alfaguara y, por tanto, Andrés Neuman ya está jugando en la Champion´s League de las letras hispanas.

 

No hay pero que valga.

 

A priori, creo que me a gustar «El viajero del siglo», la novela galardonada.

 

Ya sólo el título es toda una promesa para quiénes nos gusta la mejor literatura de viajes.

 

Y me gustan algunas de las cosas que Andrés dijo en la videoconferencia posterior al anuncio del premio: «En la novela hay una cita de Steiner: «Los vegetales tienen raíces. Los hombres y las mujeres tienen pies».

 

O esta otra.

 

«Hans (el protagonista de la novela) es un personaje nómada que sale de su casa y decide ir no sabe a dónde. Viaja para averiguar a dónde quiere ir, que es la esencia del nómada.»

 

Así, a priori, ¿no les parece de lo más sugerente, atractivo y fascinante?

 

Jesús Lens.

EL MAPA DEL TIEMPO

Una vez estuve en Londres. Apenas tres o cuatro días. Y mira que hay cosas que ver/hacer en la capital de Inglaterra, pero una iba anotada y subrayada en rojo fuego en mi cuaderno de viajes: hacer el tour de Jack el Destripador, paseando por las calles de Whitechapel en que el más famoso asesino en serie de la historia perpetró sus siniestros crímenes.

 

¿Morbo?

 

No lo sé. Pero el personaje de Jack the Ripper me fascina desde tiempos inmemoriales y, aunque nunca creo haberlo confesado en alta voz, una de las películas que más veces he visto en mi vida es… «Asesinato por decreto», en que se contaba un duelo voltaico entre Sherlock Holmes, el príncipe de los detectives, y el sádico Jack.

 

Además, me fascinó la novela gráfica «From hell», de Allan Moore, que leí premiosamente, deleitándome en cada imagen de «aquel Londres purulento de finales de siglo», como acertadamente lo describe Félix J. Palma en su monumental novela «El mapa del tiempo», Premio de Novela Ateneo de Sevilla, editada por Algaida.

 

¿Qué quiero decir con «monumental»?

 

Primero, que es una novela gorda. Gruesa. Grande. Bien servida de un buen puñado de cientos de páginas que, sin embargo, no pesan nada en el ánimo del lector, que se sumerge en su lectura y se deja guiar por ese Londres que, capital del mundo de entonces, albergaba los sueños y las pesadillas de buena parte del género humano del momento.

 

Los protagonistas: muchos. Entre ellos, además de Jack y Mary Kelly, Polly Nichols y el resto de las prostitutas asesinadas, podremos encontrar a Joseph Merrick, el Hombre Elefante, a escritores como H.G. Wells, Bram Stoker o Henry James y, por supuesto, a una amplia caterva de distintos personajes que nos sirven para conocer desde los palacetes de la burguesía a infames tabernas como «The ten bells».

 

Pero ¿Qué cuenta «El mapa del tiempo»? Pues partiendo de los famosos asesinatos de Miller’s Court y alrededores, el autor teje una trama en que se combinan las expediciones africanas en busca de las Fuentes del Nilo con las prodigiosas máquinas de viajar en el tiempo, utilizando la técnica del folletín, con aderezos de Terminator, Drácula, Prestige y Minority Report, entre otras muchas referencias cinematográficas y literarias.

 

Abel me decía cariñosamente, al leer de qué iba el libro, que pudiera parecer que el autor se había fumado algo más que tabaco y salvia, para meterse en un berenjenal de este calibre. Pero no. Ni mucho menos. Aunque pueda parecer imposible, todas las piezas del puzzle literario más fantasioso, imaginativo y desaforado que nunca leí en un autor español, terminan encajando a la perfección, sin que quede un sólo cabo suelto.         

 

Una espléndida novela, construida a través de un sólido andamiaje que recuerda a aquellos cadáveres exquisitos de los surrealistas, el juego de las palabras encadenadas y un hálito a efecto mariposa de escala atemporal. Y con frases tan elocuentes como: «Todo esto se sustenta en una caja vacía donde no se esconde otra cosa que los miedos que llevamos dentro.»

 

Una novela bigger than life que se basa en una premisa tan hermosa como cierta: «¿Acaso no hay mentiras que hacen la vida más hermosa?»

 

Total, que ya estoy pergeñando una nueva visita a Londres. A ver si mi amiga Rocío, excelente conocedora de la ciudad del Támesis, se anima a que busquemos qué se esconde en el número 50 de Berkeley Square, donde se encontraba la casa más embrujada de la ciudad. Una casa en la que pasan muchas, muchas cosas…

 

¿Ciencia? ¿Imaginación? ¿Literatura? ¿Fantasía? ¿Realidad?

 

Háganse con «El mapa del tiempo» y disfruten con la explosión imaginativa de un Félix J. Palma al que pueden hacer un exhaustivo seguimiento a través de su más que interesantísima web: http://www.felixjpalma.es/

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.