FROZEN RIVER

El comienzo de «Frozen river» lo cuenta todo. Un niño se levanta de la cama porque ha llegado un camión que, en su remolque, transporta una gran casa prefabricada. Pero a los cinco minutos, el camión se da media vuelta y se va: la madre no tiene dinero para pagar los 4.500 dólares que completan los primero 1.500 que entregó como señal: su marido ha cogido el dinero y se ha marchado. A Atlantic City, seguramente. A jugárselos.

 

Sin grandes dramatismos ni excesos, pero con una enorme carga de emoción y profundidad, «Frozen river» cuenta una historia de mujeres pobres, pero dignas. De supervivientes natas. De una amistad que está más allá de las convenciones habituales.

 

Porque, cuando Ray, la protagonista, sale a buscar a su marido, se encuentra con Lila Littlewolf, una india mohawk. El escenario, los gélidos paisajes de la frontera entre los Estados Unidos y Canadá. Porque estamos justo en las semanas anteriores a la Navidad. Y, como en toda zona fronteriza que se precie, y más si parte de ella está ocupada por una reserva india que tiene sus propias autoridades; el contrabando prolifera. Inevitablemente, de la mano de Lila, Ray acabará participando en algunas de estas actividades delictivas.

 

A través de una narración tranquila y premiosa en la que el frío y el hielo sirven como perfecta metáfora de la vida de las protagonistas, la película discurre sin grandes aspavientos, contando de una forma muy naturalista la relación que se establece entre dos mujeres a las que la vida no ha sonreído, precisamente.

 

Mujeres que se dedican a transportar, en el maletero de su coche, a inmigrantes que pasan de Canadá a los Estados Unidos. Unas veces son chinos, otras veces son chicas provenientes de los países del Este y, también, una pareja de pakistaníes. Para evitar los controles de la policía, han de atravesar un río helado. Y cuanta menos vigilancia hay, más fina es la capa de hielo que han de cruzar y, por tanto, más arriesgado el tránsito…

 

«Frozen river» es una de esas joyitas que, sin hacer ruido y con total discreción, se cuelan en las carteleras españolas entre grandes estrenos multitudinarios, cargados de todo tipo de pirotecnia, ruido y furia mediáticos. Una película tan sencillita como emocionante, de las que te hacen sentir que, más allá de los grandes presupuestos, el marketing, los efectos especiales o la nacionalidad de una producción; lo importante es el talento, la sensibilidad y las ganas de contar una historia que llegue al público.

 

Y, en este caso, desde el principio de la película, el espectador conecta con Ray y con Lila. Y con los hijos de la primera, tan vulnerables, tan contradictorios, tan reales; simpatizando con una historia tan triste como creíble. Porque nunca sabes hacia dónde te puede conducir la vida ni lo que estarías dispuesto a hacer para darle un hogar a tus hijos.

 

Y el final, tan justo, tan apropiado, tan redondo, tan perfecto, tan emocionante…

 

«Frozen river». Una película pequeña para hablar de las cosas grandes e importantes de la vida.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

Valoración: 8

 

Lo mejor: la fortaleza de las mujeres.

 

Lo peor: que no haya más películas como ésta.