II MIÉRCOLES POÉTICO: RAFAEL GUILLÉN

Celebramos la magna y titánica publicación de las obras completas de Rafael Guillén con este Poema del No.

Me decías que no. Por tu mirada

pasaban barcos lentamente. Había

gaviotas en tus ojos, en tus blandos,

oscuros ojos grandes,

donde iba cayendo la amargura

como un anochecer de altas sirenas

en los puertos del Sur.

Me decías que no serenamente.

Era un no original, que ya existía

antes que tú, que hablaba por sí mismo

mientras que tú, impotente, absorta, fijos

en mí tus ojos, lo sentías vivo,

palpabas su raíz por tus adentros.

Era un no adivinado,

mudo, pesadamente silencioso.

Tu duro cuerpo tibio

me decía que no, sin causas, iba

replegándose, como

si volviese a la infancia. Tú no eras.

Me decías que no, y en tu mirada

cabalgaba un dolor que yo diría

maternal. Un dolor implorando

comprensión. Un no de contenida

pesadumbre, pero total, abierto,

levemente asomado

a las playas del llanto.

Me decías que no lejana, sola,

terriblemente sola, maniatada,

sin un porqué donde apoyarte, pero

era no, era no, sin gritos, no…

Los puertos, las sirenas,

los barcos en la noche, todo iba

perdiéndose, alejándose.

Yo, delante de ti, triste, abatido.

I MIÉRCOLES POÉTICO

Nos invita Rigoletto, con ilusión y fuerzas, a que retomemos aquella costumbre de bloguear poesía los miércoles.

En su momento los llamamos Cuaversos, mezclando estos Cuadernos de Bitácora con los versos. Ahora, más sencillamente, los convertimos en Miércoles poéticos.

Gracias, Rigoletto, por recordarnos esta iniciativa.

Estoy leyendo sobre Matuso Bashö, al que se considera como el mayor poeta de haiku de la historia, educado como samurai y para el que, sin haber pasado hambre, frío y penalidades, no se puede escribir poesía de verdad.

Dejo estos versos, surgidos en su lecho de muerte:

Habiendo enfermado en el camino,

mis sueños

merodean por páramos yermos.

Y una pequeña historia sobre la capacidad y la fuerza creativa de la poesía, sobre sus virtudes generadoras de vida:

“Cierto día, Bashö y Kikaku iban paseando por el campo y se quedaron mirando las libélulas que revoloteaban por el aire. En ese momento, el discípulo compuso este haiku:

¡Libélulas rojas!

Quítales las alas

y serán vainas de pimienta”

El Maestro respondió: “No. De ese modo has matado a las libélulas. Di más bien:

¡Vainas de pimienta!

Añádeles alas

y serán libélulas.”

Jesús Lens.