BAR

El apuesto galán de estas fotos se llama Said Messari y se le conoce como el «Lobo del Atlas».

El Lobo del Atlas
El Lobo del Atlas

Durante nuestra estancia en Marrakech quiso que, además de ver la ciudad histórica y antigua, conociéramos la capital cosmopolita y moderna. Y, por tanto, nos acompaño a ver galerías de arte, como la estupenda Tinfou, en que disfrutamos de la inauguración de la exposición de un artista de Asilah, y la nueva arquitectura de la ciudad.

Dentro de poco le dedicaremos una entrada a este artista multimedia, pero quería reseñar este paseo porque nos permitió disfrutar de una insólita panorámica. Y es que en Marruecos no es fácil beber alcohol. Se puede, pero no es fácil. Y hay palabras proscritas. Como la que protagoniza mi nuevo proyecto fílmico-literario, al que tengo que pegar un arreón definitivo estos meses: «Café-Bar Cinema». Cuando hablamos de países islámicos, nos tenemos que referir a cafés, salones de té, terrazas o cafetines. Y punto.

Por eso, este cartel, grande y luminoso, es toda una declaración de principios y da gusto verlo brillar en la azotea de un edificio, en pleno corazón de Marrakech.

Un bar en el cielo de Marrakech
Un bar en el cielo de Marrakech

¡Vivan los bares!

Y con este Post damos por reinagurada la temporada literaria de Primavera-Verano, invitándoos a seguir la génesis y construcción de este nuevo proyecto fílmico-literario a través del Facebook, en ESTE enlace.

Jesús Lens, amigo de los bares.

DESDE MARRUECOS SUR

Aquí, con esta foto, comenzó todo, hace ahora diez años. La fascinación por el Sur. Estábamos en Marruecos, habíamos estado haciendo montaña por el Atlas, escalando el Toubkal, y después nos relajamos visitando Ouazarzate, Ait Benaudum, las dunas de Merzouga y el lugar donde se encuentra este cartel: Zagora.

África, por aquel entonces, nada me decía. Sin embargo, viajando por el Sur de Marruecos, viendo a las personas, sus vestidos, su tez… me quedé hechizado. Y, por alguna razón, este cartel se me quedó grabado en la memoria. Al año siguiente viajé a Malí. Aún tardaría unos años más en descubrir Tombuctú. Pero, como decía, aquí comenzó todo. En Marrakech. En la plaza Jema El Fna. En el zoco. En las intrincadas callejuelas de la medina, con la llamada a la oración de los muecines, en las puertas del desierto, subiendo y bajando las dunas del Sáhara, viendo amanecer sobre la fría arena del inmenso desierto…

Y diez años después, hemos vuelto. Con la mejor gente del mundo para hacer un viaje: La peña de Agüimes, y alrededores con quiénes fuimos a Senegal; Pepe, Panchi y Álvaro y, ahora sí, MJ. Y, claro, lo estamos pasando en grande.

Un abrazo a todos.

Jesús Lens, de vuelta al principio.