La Vie en Rose

El martes 2 de diciembre, a las 19 horas, en versión original subtitulada y con entrada gratuita hasta completar el aforo del Teatro CajaGRANADA, proyección de la película “La vie en rose”, dentro del ciclo dedicado a las mujeres, en colaboración con el Instituto Andaluz de la Mujer, celebrando su 25 aniversario.

 La Vie en Rose

La película, dirigida en 2007 por Olivier Dahan, cuenta la historia de uno de los grandes iconos musicales del siglo XX, la inimitable, polémica, compleja y extraordinaria Édith Piaf, interpretada por una grandiosa Marion Cotillard; papel por el que ganaría el Oscar de aquel año.

El trabajo de Dahan convierte la película  en un abigarrado retrato impresionista del Édith Piaf (1915-1963), una de esas personas más grandes que la vida. La película arranca en los barrios bajos de París, en el distrito de Belleville. Un ambiente sórdido, pobre y canallesco en el que la Piaf se crió entre prostitutas, chulos y demás representantes de un lumpen que se divertía gracias a espectáculos callejeros de músicos y artistas ambulantes. En ese caldo de cultivo, el Pequeño Gorrión empezó a cantar y, luchando con uñas y dientes, se abrió paso en la vida y en la escena; hasta conquistar una Nueva York que cayó rendida a sus pies.

 La Vie en Rose oscar

Me voy a citar. Esto escribía yo sobre la película en mi libro dedicado al cine y los bares, “Café-Bar Cinema”:

La película arranca en 1959, cuando Édith se desploma en escena durante una gira en Nueva York. Desde el principio del filme, guionista y director quieren reflejar la dimensión más sensible y vulnerable de la cantante. Y por eso comienza por el final, en Nueva York. De inmediato, la acción se retrotrae a Belville, a 1918, en plena Primera Guerra Mundial. La pequeña Édith, frágil y enfermiza, vive en la calle, donde su madre se gana la vida cantando a grito pelado. Su padre, durante un permiso, la recoge y la lleva a vivir con su abuela, que regenta un lupanar. Y será entre las prostitutas y sus clientes donde transcurran los primeros años de vida de la niña, que después pasará a vivir inmersa en el mundo de la farándula, acompañando a su padre de circo en circo, de ciudad en ciudad, hasta que ella misma empieza a cantar en bares, tabernas… o en la misma calle.

 La Vie en Rose depardieau

En otro salto en el tiempo, vemos a Édith en torno a una nutrida mesa, bebiendo champán y celebrando su regreso a París. Y allí hace una de esas declaraciones que la caracterizan:

– “Me llamo Édith Piaf y hago tonterías.”

Entre burbujas y alcohol. Así transcurre la vida de Édith, antes de descubrir el poder calmante de la morfina tras sufrir alguna de las muchas intervenciones quirúrgicas a que tuvo que ser sometida a lo largo de su intensa vida, llena de enfermedades y accidentes. La vemos brindar generosamente por su compositora… “y también por los que esperan verme caer. Por los que creen que me engañan.”

La acción se retrotrae al pasado nuevamente, a cuando debutó en el Gerny’s, regentado por el personaje interpretado por el siempre excesivo Gerard Depardieau, que reivindica el poder del Music Hall y la importancia del cabaret, ese ambiente festivo, canalla y alcohólico que tanto gusta a Édith, y que frecuenta “para que mi cuerpo cierre el pico.”

 La Vie en Rose cotillard

Pero si hay un momento emotivo en la película es el que cuenta cómo, en 1961, Édith Piaf ofrece el primero de una serie de conciertos, los más memorables, famosos y emotivos de su carrera, en el Olympia de París,  que por entonces estaba a punto de cerrar sus puertas de forma definitiva, por problemas económicos. El Olympia era su sala favorita  y sería en ella dónde interpretaría la famosa canción “Non, je ne regrette rien”, compuesta especialmente para ella por Charles Dumont y que se adapta como un guante a su persona. Y a su personalidad. Gracias a estas actuaciones, que fueron un absoluto éxito de público, consiguió salvar al Olympia de la quiebra, lo que tiene especial mérito dada la mala suerte que siempre acompañó tanto a la artista como a las personas que la rodeaban.

¡Ay, el Olympia! Si quieres saber más sobre este templo, tendrás que comprar y leer “Café-Bar Cinema”, si aún no lo tienes. Escríbeme a jesus.lens@gmail.com y seguro que nos ponemos de acuerdo.

Jesús Lens

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Pequeñas mentiras sin importancia

Hay películas cuya nacionalidad ya delata el contenido de su guión y su metraje. “Pequeñas mentiras sin importancia” es una de esas películas.

Francesa.

Venga, va. Confiesa. ¿Qué has pensado al leer que la película es francesa?

Si has pensado que se trata de una historia en la que los personajes hablan mucho, acertaste. Y si crees que va de relaciones humanas y de cómo afrontamos la vida, también.

Algunos pensarán que son pajas mentales.

A otros, nos gustan esos guiones pausados en los que los personajes tienen tiempo de crecer, evolucionar y madurar frente al espectador, a través de sus diálogos, charlas y conversaciones.

El punto de partida es muy sencillo: unos amigos se marchan juntos a disfrutar de las vacaciones de verano. Pero ya no son niños. Ni adolescentes. Ni postadolescentes. Ya son tipos talluditos, bien entrados en la treintena, cuando ya se deben tener las cosas más o menos claras en la vida.

Pero eso no es así. Nunca, jamás, se tienen las cosas claras, como los personajes de un reparto coral y bien ajustado se encargarán de demostrar. Porque justo antes de iniciar las vacaciones, uno de los miembros de la pandilla sufre un grave accidente, lo que hará que los demás (que se van juntos a la playa, en cualquier caso) tengan los nervios a flor de piel.

Parejas rotas, relaciones incipientes, dudas existenciales, el sentido de la vida, neurosis varias, carreras profesionales, el éxito, el fracaso, el arte, la música… de todo hay en una película deliberadamente lenta, en la que la cámara acompaña a los personajes en un devenir tan cotidiano como imprevisible.

Una película basada en un guión muy bien trabajado y en un excepcional trabajo actoral en el que Marion Cotillard refulge con luz propia.

“Pequeñas mentiras sin importancia”, un canto a la amistad y la complicidad entre las personas, pone el foco en las contradicciones de las relaciones humanas, pero sin estridencias o grandes y desmedidos dramatismos. Hasta llegar al final de la película, claro.

Que a unas les ha gustado mucho y a otros nos ha gustado menos, quizá porque rompe con ese estilo pausado del que venimos hablando en estas notas.

En conclusión: una película que no pasará a los anales de la historia del cine, pero que se ve con agrado y te reconcilia con los filmes pequeñitos, de autor, con diálogos apasionados, calor y sentimientos.

Valoración: 7

Lo mejor: el guión y los actores. Aunque el doblaje…

Lo peor: el exceso de melodrama en la resolución de la película.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Esto decíamos hace ahora un año…