Vean la peli del mono

La del mono. Así es como el boca-oreja habla de ella, en las calles y en las barras de los bares de Granada. La película del mono. La del Madrigal, esa catedral dedicada al cine que abre sus puertas en el centro de nuestra ciudad, todas las tardes y las noches del año.

¡Qué rabia me dio no haber podido acudir al preestreno, con el director de la película, Gustavo Salmerón! Cuestiones profesionales me lo impidieron. Y si me dio coraje entonces, no les digo ahora, después de haberla visto. Tuvo que ser una delicia escuchar las anécdotas y los secretos desgranados por el hijo de Julia. De Julita. Julita Salmerón.

 

Es posible que ese nombre no les diga nada, pero les aseguro que todo el que ha visto “Muchos hijos, un mono y un castillo” nunca podrá olvidarla. Porque Julita es una de esas personas que no necesitan interpretar un papel para convertirse en estrellas: le basta con ser ella misma. Una persona más grande que la vida. Como Carmina Barrios, la madre de los hermanos María y Paco León, pero en otro registro muy diferente.

 

Soñemos. Solo un poco. Imaginemos que pedimos tres deseos y que, por arte de birlibirloque, nos son concedidos. ¿Cómo será, vivir la materialización de tres sueños? Julita, una maestra de escuela casada con un ingeniero industrial en la España de Franco, solo quería tener muchos hijos, un mono y un castillo… ¿Extraño? Quizá. Pero es lo bueno de los sueños.

Seis hijos tuvo, Julita. Que ya está bien. Y consiguió el mono, efectivamente. Aunque le salió rana. Que no era el mono que ella esperaba. ¿Y el castillo? Sí. El castillo también. Porque, en ocasiones, los sueños se hacen realidad. ¿Cómo es vivir en un castillo, en la España contemporánea? ¿Y cómo es habitar un castillo, siendo una persona mayor, casada con un marido… al que le suena el sonotone cuando se acercan el uno al otro? ¿Y vivir rodeada de la mayoría de tus hijos… y de cientos de recuerdos, objetos y cachivaches, incluyendo esculturas de mármol en el jardín y alguna armadura, en la puerta?

Pero… ¿y si se termina el sueño, de forma abrupta? Vean la peli del mono, en el Madrigal. Se van a reír. A mandíbula batiente, disfrutando de cada minuto compartido con Julita y los suyos.

 

Jesús Lens

Genialidades en cartelera

Perdonen que esté tan insistido con el cine estos primeros días del año, pero es increíble el nivel de excelencia de varias de las películas que coinciden en cartelera. Por ello, y en previsión de tiempos más sombríos, déjenme que aproveche esta época de bonanza fílmica para seguir recomendándoles que vayan al cine. De ello hablo hoy en IDEAL.

En La La Land también van al cine

Por ejemplo, tienen que ver “La La Land”. Lo sé. No soy muy original con esta recomendación, que la gente está yendo a verla. Pero es que, y no siendo yo muy aficionado a los musicales, hablamos de una película deslumbrante, en el sentido más literal de la expresión.

 

“La La Land”, convertida por nuestros originales distribuidores en “La ciudad de las estrellas”, permite disfrutar de dos horas de luz y color, de música, baile y alegría, de sueños y decepciones. De la magia del cine, en su más pura esencia.

El argumento no es muy original, pero no importa: una actriz y un músico tratan de alcanzar sus sueños en Los Ángeles. La película cuenta lo que hacen para intentar triunfar y, sobre todo, incide en lo mucho que se ven obligados a renunciar en tan proceloso camino. Hasta llegar a uno de esos finales que ya forman parte de la historia del cine. Como el comienzo de “Up”, por ejemplo.

 

Y está “Frantz”, en el Madrigal, ese templo a la numantina resistencia cultural que, enclavado en el centro de Granada, nos sigue regalando joyas del cine más alternativo y a contracorriente. Como esta obra maestra de François Ozon que está enamorando a (casi) todos los que la ven.

Recién terminada la I Guerra Mundial, en un pueblo de Alemania, una muchacha acude todos los días al cementerio, a cumplimentar a su prometido, muerto en combate. De repente, un extranjero, un joven y atildado francés, empieza a hacer lo propio. ¿Quién es y por qué lleva flores a la tumba de un soldado enemigo?

 

A partir de ahí, todo lo que ustedes ya están imaginando… puede pasar. O puede que no. Porque la relación que se desarrolla entre los protagonistas tiene tantas dimensiones, es tan de ida y vuelta, que maravilla, sobrecoge y emociona.

Apenas llevamos quince días de 2017 y ya hemos disfrutado de “Comanchería”, “La La Land” y “Frantz”, tres obras maestras que nos reconcilian con el mejor cine de estreno. ¡Que siga la racha!

 

Jesús Lens

De tal padre, tal hijo

¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Esa es, ha sido y seguirá siendo, per secula seculorum, una de las grandes disyuntivas a las que se enfrenta el ser humano, desde que el mundo es mundo.

 De tal padre tal hijo Cartel

“De tal padre, tal hijo”, la extraordinaria, delicada y preciosa película de Hirokazu Kore-eda, que ya venía avalada por su exitoso pase en el Festival de Cannes; trata de dar respuesta a dicha pregunta. Y lo hace de una forma modélica: sugiriendo, dando pinceladas y apuntes, a través de un prodigioso guion sin la más mínima estridencia o salida de tono.

Ryoata es un arquitecto que trabaja como un descosido, mañanas, tardes y noches; días laborables, sábados, festivos y vacaciones, con tal de hacerse un nombre y de labrarse una exitosa carrera profesional. Para ello tiene que hacer determinadas renuncias. La más importante: el tiempo dedicado a su hijo de seis años, el encantador Keita. Pero una llamada de teléfono del hospital en que nació el niño precipita los acontecimientos y obligará al joven y ambicioso profesional a repensar toda su vida: ¿y si Keita no fuera realmente sangre de su sangre? ¿Y si hubo una confusión, en el momento de nacer, y Keita no fuera el hijo de Ryoata y su encantadora esposa?

 De tal padre tal hijo piano

La relación entre padres e hijos y la redefinición de roles, aspiraciones e intereses vitales están en el fondo de esta película en la que no sobre ni falta nada. Una película perfecta en la que todo encaja a las mil maravillas para darle sentido a una historia profundamente humana, sin buenos ni malos, sin violencia, sin giros de guion epatantes, sin grandes paisajes que quitan el hipo… la vida, o sea.

La fotografía, los actores, la banda sonora, la escenografía, los decorados, los secundarios… ¡todo resulta perfecto, a la hora de contar una reflexiva historia de sentimientos!

 De tal padre tal hijo

Dos horas de puro cine, de un cine pausado, dialogado y sincero al que, por desgracia, no estamos acostumbrados. Un cine, sin embargo, que nadie con dos dedos de frente y un mínimo de sensibilidad podría tildar de aburrido, premioso o muermo.

“De tal padre, tal hijo” es una de esas películas imprescindibles que suelen ser estrenadas en Festivales Internacionales y que, después, no tienen salida a través de los circuitos comerciales de exhibición. En este caso y por fortuna, se ha abierto una grieta que nos permite disfrutar de un cine diferente, necesario, imprescindible.

 De tal padre tal hijo familia

Gracias al Madrigal, en Granada, por su numantina resistencia y su voluntad de seguir exhibiendo ese otro cine, cada vez más invisible y difícil de encontrar. Un gélido martes de noviembre, a las 20.20 horas, quince afortunados espectadores pudimos disfrutar de una pequeña-gran película japonesa intimista y maravillosa. Una de esas citas cinéfilas de las que no se olvidan.

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens