4 años = 300 votos

Mucho se está hablando de si la fragmentación de las izquierdas en Granada ha impedido la consecución del cuarto concejal por parte de Podemos-Izquierda Unida-Adelante. Ya saben ustedes que las matemáticas aplicadas a la lógica electoral difícilmente cuadran. La autocrítica está muy bien si es sincera y sirve para mirar hacia delante, pero llorar por los 3.000 votos de Vamos Granada y Equo es tan útil, ahora, como culpar de la liga perdida al fallo del delantero en la última jugada del partido.

Resulta mucho más interesante reflexionar acerca de otro puñado de votos. 300, en este caso. Son los 300 votos cosechados por Pilar Rivas y su Partido del Bienestar, que consiguió 242 sufragios; y por Luis de Haro Rossy, cuya Granada Verdad y Democracia se alzó con la titánica cifra de… ¡68 papeletas! Menudo papelón.

Creo que es importante reseñar este dato porque Pilar Rivas y Luis de Haro fueron concejales electos en el Ayuntamiento granadino durante los últimos cuatro años… ¡y esta es la vergonzante huella que han dejado en el electorado!

Los 300 votos reunidos por Luis de Haro y Pilar Rivas son la consecuencia directa de su ‘trabajo’ de todo este tiempo, dedicados en cuerpo y alma… a despellejarse, atacarse y zaherirse con sus compañeros de Vamos Granada, que tampoco han sacado concejal. Años dedicados, de paso, a entorpecer el trabajo diario del Ayuntamiento. Hagan la prueba. Pongan en Google los nombres de Luis de Haro y Pilar Rivas, juntos, y comprueben qué aparece. (Sobre sus rebatiñas escribí en su momento esta columna para IDEAL)

¿No les da nada, quedar así retratados? Qué pena de egos inflamados, volando por encima de la realidad.

Jesús Lens

Vamos que nos vamos

Uno de los efectos colaterales del Procés ha sido la revitalización de palabras viejunas como vodevil, sainete, opereta o astracanada. Todas ellas aplicables, también y por desgracia, al último y lamentable episodio que se está viviendo en nuestro Ayuntamiento por culpa del pifostio que tiene montado Vamos Granada, la marca blanca, confluencia, marea, tsunami o como demonios se denomine Podemos en nuestra ciudad.

En el pleno del pasado viernes, Francisco Cuenca señaló que el 50% del trabajo de la secretaría del Ayuntamiento lo está acaparando el contencioso de Vamos Granada, habiéndose recibido, de septiembre hasta aquí, más de 20 escritos de los concejales del grupo.

Y lo peor de todo es que, ante la amenaza de Vamos Granada de denunciar al propio alcalde por prevaricación, Cuenca ha tenido que derivar el contencioso al Consejo Consultivo para que arbitre una salida.

A todo esto: ¿cuál es el tan traído y llevado lío de Vamos Granada? ¿A qué importantísimo y vital asunto de la ciudad afecta, para que esté consumiendo tanto tiempo, esfuerzos y recursos de la secretaría municipal? ¿Qué tema de trascendental importancia quita el sueño al podemismo local, hasta el punto de amenazar con denunciar al alcalde? ¿La contaminación? ¿La deuda municipal? ¿El tráfico? ¿El acelerador de partículas? ¿La capitalidad cultural?

Por desgracia, no. Tal y como Podemos nos ha acostumbrado en los últimos meses, el contencioso de Vamos Granada solo les afecta a ellos. A sus portavocías. A sus reyertas familiares. A sus egos. A sus personalismos. A sus (i)legitimidades.

Qué pena, en lo que ha terminado derivando la mal llamada nueva política, una triste y acelerada reproducción de los mismos vicios que reprochaban a los partidos tradicionales. Ellos, que iban a traer nuevos aires y frescura, ética, compromiso, solidaridad… y ahí están, a mamporrazo limpio y expulsando a la gente cabal de su entorno.

Qué mala pata han tenido Paco Cuenca y el PSOE con el reparto de concejalías en el ayuntamiento de Granada: Ciudadanos, descontando los días que restan para apoyar al PP y Vamos Granada, agotado en sus peleas intestinas. ¡Y estos son los socios, los aliados que le auparon a la alcaldía!

Siempre nos quedará Francisco Puentedura, pero no es suficiente en una Granada que ve pasar el tiempo, aburrida y consumida por las mismas pollaícas y folletás de siempre, aunque sean otros los protagonistas.

Jesús Lens